Nuestros océanos hacen más que solo servir como enormes masas de agua. Estas inmensas extensiones de agua salada participan activamente en la regulación del clima de nuestro planeta, salvándonos del impacto climático. Pero, ¿cómo lo hacen? La respuesta está en un pequeño compuesto a base de azufre producido por criaturas del océano llamado metanotiol.
El océano emite azufre y enfría el clima más de lo que se creía
Por primera vez, los investigadores han cuantificado las emisiones globales de un gas de azufre producido por la vida marina, revelando que enfría el clima más de lo que se pensaba, especialmente en el Océano Austral.
En un estudio reciente dirigido por el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) y el Instituto de Química Física Blas Cabrera (IQF-CSIC) en España, salió a la luz una nueva comprensión del papel de la vida marina en la regulación del clima. Los seres marinos con las que compartimos nuestro planeta, están ayudando, sin darnos cuenta, a combatir el calentamiento global por medio de su propio gas: el metanotiol.
A pesar de su importante impacto climático, el metanotiol permaneció fuera del radar durante mucho tiempo, debido a que era increíblemente difícil de medir y solo se detectó recientemente. El metanotiol asciende a la atmósfera y se oxida, formando aerosoles de sulfato. Se trata de partículas diminutas que, a diferencia de los gases de efecto invernadero, tienen un efecto de enfriamiento general, al reflejar la luz solar hacia el espacio. Es el material que ha compensado gran parte del calentamiento que hemos creado los seres humanos.
Un nuevo componente del olor del mar
Este reciente descubrimiento sobre el impacto climático del azufre marino, añade un elemento que hasta ahora había pasado desapercibido.
‘Hasta ahora considerábamos que los océanos emitían azufre a la atmósfera únicamente en forma de dimetilsulfuro, un residuo planctónico que es el principal responsable del evocador olor del marisco’, apunta Martí Galí , investigador del ICM-CSIC y uno de los autores principales del estudio.
Los investigadores han recopilado todas las mediciones disponibles de este nuevo compuesto, han sumado las que habían realizado en el océano Austral y en la costa mediterránea y las han relacionado estadísticamente con los datos de temperatura de los satélites. Esto les ha permitido concluir que el metanotiol aumenta las emisiones marinas conocidas de azufre en un 25% de media anual global.
La consideración del metanotiol en el modelo climático supone aumentar la formación de aerosoles de azufre sobre el Océano Austral entre un 30% y un 70%, lo que reduce la radiación solar incidente en verano entre 0,3 y 1,5 W/m2.
El papel del océano en la regulación del clima de la Tierra
El descubrimiento del metanotiol como un actor fundamental en la regulación del clima marca una nueva frontera para la investigación científica vinculada con los océanos. Este estudio podría reflejar aún más sobre los mecanismos naturales de la Tierra para equilibrar su temperatura. Con este conocimiento, los modelos climáticos pueden perfeccionarse aún más, lo que permitirá realizar predicciones más precisas sobre el calentamiento global y los efectos de las emisiones de azufre.
Comprender el papel significativo del metanotiol tiene implicaciones representativas para la política ambiental y los esfuerzos de conservación marina. La protección de los ecosistemas polares y del océano Austral se vuelve aún más vital, ya que estas regiones producen algunos de los niveles más altos de este compuesto refrescante.
El estudio es una prueba más de que los océanos no solo captan y distribuyen el calor del sol y absorben parte del dióxido de carbono que los seres humanos liberan a la atmósfera, sino que también producen gases y partículas con efectos climáticos inmediatos. Aun así, señalan los científicos, la escala del impacto de la actividad humana es tal que el planeta se está calentando y seguirá calentándose si no se hace nada.
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