Un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista Nature Ecology & Evolution ha revolucionado nuestra comprensión sobre el origen de la vida en la Tierra, planteando preguntas fascinantes sobre la posibilidad de vida en otros planetas.
Crédito: MysteryPlanet.com.ar.
Los investigadores, liderados por el Dr. Edmund Moody y su equipo, han reconstruido el genoma del Último Ancestro Común Universal (LUCA, por sus siglas en inglés), un organismo que vivió hace aproximadamente 4.200 millones de años.
Esta fecha coloca a LUCA apenas unos cientos de millones de años después de la formación del planeta, lo que implica que la vida no solo surgió rápidamente, sino que se volvió sorprendentemente compleja en un lapso de tiempo relativamente corto.
LUCA: más avanzado de lo que imaginábamos
Hasta ahora, se pensaba que los primeros organismos eran extremadamente simples. Sin embargo, el nuevo análisis de LUCA sugiere que poseía un genoma de aproximadamente 2.657 proteínas y un tamaño de 2.75 millones de bases, comparable a los organismos procariotas modernos. Esta complejidad inesperada incluye sistemas metabólicos avanzados, como la Ruta de Wood-Ljungdahl, que permite obtener energía a partir de hidrógeno y dióxido de carbono.
Una representación de LUCA basada en la reconstrucción del contenido génico ancestral. Los nombres de los genes en negro se han inferido como presentes en LUCA bajo el umbral más estricto (PP = 0.75, muestreados en ambos dominios); aquellos en gris están presentes bajo el umbral menos estricto (PP = 0.50, sin requerir presencia en ambos dominios). Crédito: E.R.R. Moody et al., Nature Ecology & Evolution, 2024.
Además, LUCA mostraba una notable flexibilidad metabólica, siendo capaz tanto de sintetizar sus propias moléculas (autotrofía) como de utilizar compuestos producidos por otros organismos (heterotrofía). Incluso podría haber contado con un sistema inmunológico rudimentario similar al CRISPR-Cas, lo que sugiere la existencia de un ecosistema competitivo y dinámico en los primeros días de la vida en la Tierra.
Implicaciones astrobiológicas
Este descubrimiento no solo redefine la historia evolutiva de nuestro planeta, sino que plantea una cuestión crucial: si la vida en la Tierra alcanzó tal nivel de complejidad en tan poco tiempo, ¿podría ocurrir lo mismo en otros mundos?
La detección reciente de moléculas orgánicas y agua en exoplanetas, como K2-18 b y WASP-39 b, gracias al telescopio espacial James Webb, refuerza la idea de que los ingredientes para la vida son comunes en el universo. K2-18 b, con apenas 2.500 millones de años de antigüedad, podría ser lo suficientemente «maduro» como para albergar formas de vida complejas.
La composición atmosférica del exoplaneta gigante de gas caliente WASP-39 b ha sido revelada por el telescopio espacial James Webb de la NASA/ESA/CSA.
Incluso Marte, que se formó al mismo tiempo que la Tierra, pudo haber desarrollado microbios primitivos durante su época habitable, según modelos basados en estos hallazgos.
Nuevas preguntas y misiones futuras
Este trabajo plantea interrogantes intrigantes: ¿Qué factores externos influyeron en el rápido desarrollo de LUCA? ¿Competencia entre organismos? ¿Moléculas específicas en el ambiente primigenio? ¿O quizás el impacto de cometas ricos en compuestos orgánicos?
Con misiones en curso como la del telescopio Webb, la Europa Clipper y futuros esfuerzos para explorar Marte y otros cuerpos celestes, estamos más cerca que nunca de responder estas preguntas que alguna vez pertenecieron exclusivamente a la ciencia ficción.
Por MysteryPlanet.com.ar.
Nuevo hallazgo en biología redefine las probabilidades de vida extraterrestre