La demanda de carbón ha alcanzado los 8.770 millones de toneladas este año. Las previsiones indican que el comercio mundial de carbón alcanzará un nivel sin precedentes, con 1.550 millones de toneladas, mientras que los precios se mantienen un 50 por cien más altos que el promedio observado entre 2017 y 2019.
El carbón no es una energía del pasado. Las nuevas fuente de energía, llamadas “renovables”, no sustituyen a las tradicionales sino que se suman a ellas. No obstante, los “expertos” siguen esperando que la demanda mundial se estabilice en 2027, incluso si el consumo de electricidad aumenta drásticamente, dijo Keisuke Sadamori, director de mercados de la Agencia Internacional de la Energía.
Si bien la demanda en la mayoría de las economías avanzadas ya ha alcanzado su punto máximo y se espera que siga disminuyendo, no es el caso en Asia, que sigue estando en el centro del comercio internacional de carbón, con todos los principales países importadores (China, India, Japón, Corea y Vietnam), mientras que entre los mayores exportadores se encuentran Indonesia y Australia.
Pero es sobre todo China quien sigue siendo un protagonista clave en este sector. Un tercio del carbón consumido en el mundo se quema en las centrales eléctricas chinas.
La demanda de carbón en China para 2027 podría variar 140 millones de toneladas más o menos en comparación con las previsiones, dependiendo, por ejemplo, de las temperaturas invernales. Los “expertos” siguen esperando que el año que viene empiece a marcar un punto de inflexión en el consumo chino.
El consumo de electricidad está aumentando considerablemente debido a la electrificación del transporte y la calefacción, la creciente demanda de aire acondicionado y el aumento del consumo en nuevos sectores como los centros de datos.
Ahora que Corea del Norte ha entrado en la guerra oficialmente, la pregunta es qué gana a cambio. La respuesta preocupa a China
Desde Pyongyang se juega a varias bandas. A corto plazo Moscú ofrece grandes beneficios, pero su dependencia de Beijing peligra
Primero informó la inteligencia militar ucraniana, luego el Pentágono, y finalmente aparecieron una serie de vídeos. Las tropas norcoreanas entraban en combate oficialmente y se producían las primeras bajas (en las últimas horas se habla de centenares). Tras la noticia, una pregunta en el aire: ¿qué gana realmente Pyongyang prestando su ayuda a Rusia y entrando en el conflicto con Ucrania? La respuesta posiblemente tiene muchas aristas, pero hay datos y hechos conocidos que dan una idea del alcance de esta “alianza” con el Kremlin. También de una nación que vigila cada paso con el ceño fruncido: China.
Contexto histórico y decisión inédita. Por primera vez en su historia, Corea del Norte ha desplegado tropas en el extranjero al enviar unidades especiales a apoyar a Rusia en la guerra de Ucrania. La decisión rompe con la tradición del régimen de mantener a sus soldados en territorio nacional para evitar que adopten ideas «incorrectas» al exponerse a otras sociedades.
Dicho temor, además, no es infundado, ya que en 1992 el país enfrentó un intento de golpe militar organizado por oficiales que habían estudiado en Moscú durante la perestroika. Así todo, Kim Jong-un, con una política exterior pragmática más que ideológica, ha decidido correr el riesgo en busca de beneficios estratégicos y económicos.
Motivos para entrar. Varios conocidos, y algunos los hemos estado contando estos meses. El envío de tropas se puede entender como una inversión a largo plazo para fortalecer los lazos con Rusia y aspirar a un retorno a la relación de apoyo mutuo que existió durante la Guerra Fría. Aunque Pyongyang ya recibe petróleo por encima de lo legal (la BBC destapó el modus operandi), alimentos y dinero como pago por sus suministros de municiones, también busca asegurar un flujo continuo de recursos y la posibilidad de acceder a tecnologías nucleares y de aviación avanzadas, aunque este caso tiene más aristas, ya que Moscú parece reticente a compartirlas, al menos por ahora.
Además, no podemos obviar que, con una economía debilitada por las sanciones internacionales y el impacto de la pandemia, Corea del Norte ve en esta alianza una oportunidad para obtener divisas extranjeras mediante el envío de trabajadores y tropas, así como ese acceso a crudo y otros recursos vitales. Al enviar soldados norcoreanos, además, Rusia puede liberar tropas de reserva para otros frentes, lo que podría tener un impacto significativo en áreas estratégicas del conflicto. Según el New York Times, Corea del Norte habría obtenido hasta 5.500 millones de dólares en acuerdos de armas hasta el momento, probar sus misiles KN-23 y KN-24, evaluar su desempeño contra sistemas de defensa occidentales y adoptar innovaciones modernas, como el uso de drones.
Desafíos en el terreno. La primera pata a tratar seguramente sea la relacionada con la estructura de mando. A este respecto, la cadena en el ejército norcoreano prioriza la prevención de golpes militares sobre la eficacia operativa. Esto incluye una toma de decisiones burocrática que requiere la aprobación de varios niveles, lo que podría dificultar su desempeño en un entorno de combate dinámico como el de Ucrania.
Además, y como contamos ayer, las tropas norcoreanas carecen de experiencia en conflictos modernos, especialmente contra tecnologías como drones, ampliamente utilizados en Ucrania. Plus, e igual de importante: la barrera del idioma podría complicar la coordinación con las fuerzas rusas como ya está ocurriendo. En último caso, la exposición de los soldados a un entorno más libre y desarrollado podría aumentar el riesgo de deserciones, un temor constante para Pyongyang.
Implicaciones geopolíticas: China. Mientras que China podría tolerar la intervención norcoreana al considerar que ayuda a evitar una derrota rusa, Beijing no parece que vaya a aceptar que Rusia proporcione a Pyongyang tecnología nuclear avanzada, ya que esto podría desestabilizar la región. Por otro lado, Corea del Sur teme que esta alianza militar facilite el acceso de Corea del Norte a tecnologías que eventualmente podrían usarse contra Seúl.
No solo eso. El despliegue de tropas y la cooperación económica con Moscú podría tensar las relaciones con China, su histórico y principal socio comercial y aliado, y aumentar la presión internacional. Dicho de otra forma, la dependencia estratégica de Moscú puede limitar la capacidad de Kim para equilibrar ambas relaciones y comprometer su autonomía diplomática.
El futuro de la alianza. Así las cosas, mientras la alianza permite a Corea del Norte ganar tiempo y recursos, también plantea interrogantes sobre su sostenibilidad. Rusia, aunque es un socio crucial en el corto plazo, representa menos del 2% del comercio internacional de Corea del Norte, mientras que China sigue siendo responsable de más del 90%.
Los números en ese sentido son bastante claros, y esta dependencia económica de Beijing, combinada con los riesgos inherentes a su asociación militar con Rusia, deja a Pyongyang en una posición precaria y de lo más incierta. En juego: mantener el apoyo de sus aliados sin comprometer su seguridad nacional ni su economía.