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Todo el mundo tiene su propia definición de la paz. Algunas personas piensan que la paz es la ausencia de ruido. Otras creen que es la ausencia de guerras. Y algunas piensan que es un paisaje hermoso.
Si eso es la paz, los lugares bellos no escasean en este mundo. Y hay sitios que son muy tranquilos. Entonces, ¿por qué no hay paz ahí? ¿Es la paz una manifestación de algo que sucede en el interior de un ser humano o tiene que ver sólo con el exterior? Ahí es donde tenemos que aminorar la marcha, porque las definiciones abundan. ¿Qué es la paz? ¿De dónde proviene el deseo de paz? ¿Podría ser que alguien se sentó un día a la mesa en su comedor y dijo: “Estaría bien tener paz en este mundo”? ¿O acaso tanto la paz como el deseo de alcanzarla son algo innato en cada ser humano?
Para mí, ése es el quid de la cuestión, porque si el deseo de paz es innato y fundamental para cada ser humano, como la comida, la respiración, el sueño o el agua, entonces no podemos vivir sin ella. Si te falta, todo está desequilibrado. Si colocas a una persona en una habitación preciosa con un sofá increíble, un bonito papel pintado y una hermosa vista, pero sin aire, ¿estará a gusto en esa habitación? ¿O aporreará la puerta para que le dejen salir?
No podrías explicarle: “Mira. El aire es sólo una pequeña parte de la escena. Tienes la habitación, el papel pintado, el sofá, una televisión… ¡Relájate! ¡Pásalo bien! ¿Por qué te preocupas de si hay aire o no?”. No puedes verlo, pero cuando hay necesidad de algo fundamental las meras explicaciones no son suficientes. A una persona hambrienta no le puedes decir: “No pasa nada”. Cuando se trata de algo que es muy básico para un ser humano, no hay concesiones.
Con la paz sucede lo mismo. Sin ella, el ser humano no está completo. Del mismo modo que nunca te enseñaron a llorar, tampoco te han inculcado el deseo de paz. Un bebé sabe cómo llorar, cómo reír, cómo ser. Nunca nos han tenido que enseñar esas cosas básicas. El deseo de paz también es básico. Somos así. Es como nuestros cimientos; una necesidad que nace del corazón y nos impulsa a ser felices cada día, a encontrar la pieza que falta en el rompecabezas.
Si estás haciendo un rompecabezas y sabes que falta una pieza, pero no sabes cuál es, sigues intentándolo. Eso es lo que este mundo está haciendo. Alguien viene con una fórmula mejor, una palabra mejor, una descripción mejor, un libro mejor, y la gente dice: “Eso lo arreglará”.
“¡Si pudiéramos unirnos y dejar a un lado nuestras diferencias…!” Ésa es una gran teoría, que no ha funcionado. ¿Por qué? Cuatro niños no pueden hacerlo. ¿Has visto alguna vez que se junten cuatro niños y dejen a un lado sus diferencias? Yo nunca. Basta con una pelota, un helado, un caramelo…
Cuando miramos a una persona, pensamos: “Joven, vieja”. Ésas son nuestras clasificaciones. “¿Indio? ¿Americano? ¿Italiano? ¿Chino? ¿Japonés? ¿Africano?” Decimos: “¿De dónde eres?”. Hemos olvidado cómo mirar a un ser humano. Y hemos olvidado cómo mirarnos a nosotros mismos. Cuando vemos una cara en el espejo, no miramos la cara. Miramos sus imperfecciones: “¿Qué es esto? ¿Qué es eso?”.
El hecho de que existas es un milagro. Que el aliento entre en ti cada día es un milagro increíble. Y la facultad de sentir, de conocer y de comprender, también lo es. En el corazón de cada ser humano danza el deseo de estar en paz. Si queremos paz social, lo primero que tiene que suceder es que desaparezca la causa del conflicto. ¿Quién lucha? La gente. El conflicto viene de ahí, y lo primero que hay que hacer para que desaparezca, es eliminarlo de la gente. De la gente como tú y como yo.
Hay quienes intentan traer la paz. Pero la paz no necesita que la traigan de ningún sitio porque ya existe dentro de ti. Con toda humildad te digo que lo que estás buscando está en tu interior. Que, como ser humano, la paz es totalmente posible para ti. Si te vuelves hacia dentro, la sentirás. ¿Cómo? Empieza por apreciar cada día de tu vida. Sólo hay una cosa que puede parar la embestida de la inconsciencia, y es un poco de conciencia. Vive esta vida con un poco de conciencia. Sé consciente de tu existencia, porque antes de que te des cuenta, ya no la tendrás.
No hay una varita mágica, porque la formula mágica ya se ha manifestado, y somos nosotros, cada uno de nosotros sobre la faz de la Tierra. Entre todas nuestras necesidades y anhelos, hay uno que todavía no ha sido identificado: la paz. Eso es lo que queremos. Sin ninguna duda, no me importa quiénes sean —ricos o pobres, cultos o incultos, altos o bajos, morenos o pálidos— mientras sean seres humanos, eso es lo que quieren.
Prem Rawat
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Acerca de ti
Me gustaría dedicar un momento a hablar de ti. ¿Por qué te conozco? Porque, a un nivel básico, no eres diferente a mí. No me refiero a tus logros, ni a tu potencial, ni a las cosas por las que has pasado. Pero, a nivel del ser humano –en el que estamos tú y yo– hay algo que tenemos en común.
Yo estoy vivo y tú estás vivo. Un aliento entra en mí y un aliento entra en ti. Lo que buscas es la felicidad, independientemente de los medios con los que crees que puedes conseguirla. Anhelas la felicidad, la alegría, la paz; y eso es lo que anhelo yo también. Así que, te hablo a ese nivel básico, no como un catedrático, ni como un predicador, ni siquiera como un maestro, sino de un ser humano a otro.
Estamos atrapados en un increíble torbellino de cambios. Todo lo que nos rodea está en continuo estado de cambio. Cambian los pensamientos, las ideas, las percepciones… Y tú cambias sin cesar mientras tratas de luchar contra los cambios. Y en algún momento de tu vida, quizá llegas a esta conclusión: ya basta de luchar contra los cambios, dejemos que vengan.
En medio de todos esos cambios, ¿podría haber algo que no cambia? No cometes ningún error al buscar esa cosa que no cambia. Es inherente a tu naturaleza buscarla para poder tener algo en tu vida llamado estabilidad, poder reconocer los cambios sin dejar de tener la dignidad de ser quien eres.
¿Quién eres? Tener esta vida ha sido una bendición increíble para ti. Es algo mucho más importante de lo que piensas. Mucha gente dice: “Yo soy yo. He hecho esto y lo otro. No es para tanto”.
Pues bien, te diré que eres totalmente único. No hay nadie como tú sobre la faz de la Tierra y, de hecho, ya lo sabes. Tu forma de sonreír, de ver, de pensar, de reír, de llorar, de caminar, tu forma de saber y de no saber… es algo completamente único. Una vez que te vayas, nunca serás reemplazado; jamás.
El milagro es que esta respiración entró en ti y estás vivo. Puedes pensar, y comprender, y sentir. Todo eso es un milagro, y tiene lugar dentro de cada ser humano.
Cuando el sol sale o se pone, toca un acorde de apreciación en ti, y dices: “¡Qué bonito!”. Cuando alguien toca la guitarra melodiosamente y con sentimiento, hace sonar una nota dentro de ti. Pues bien, déjame preguntarte algo: ¿es posible que también haya paz en ti, pero que no hayas encontrado lo que puede evocarla? ¿Podría ser así de sencillo? ¿Sin una conferencia mundial? ¿Sin “líderes” que se reúnen para hacer propuestas de paz?
Te estoy diciendo que la paz ya está dentro de ti, que lo que buscas está en tu interior. ¿Podría ser que eres más completo de lo que crees? ¿Podría ser que la paz haya sido colocada dentro de ti, en tu corazón, para que sepas dónde encontrarla?
Lo que necesitas es que el tambor de la claridad redoble en tu vida, y eso hará que suene el ritmo de la paz. Tu patrimonio no lo constituyen las cosas que tú crees. Tu verdadero activo es la claridad que reside en ti, tu conciencia, tu capacidad de comprender la paz que hay en tu interior. Ése es tu patrimonio. Sin eso, sin el reconocimiento de lo Divino que mora en ti, buscarás y buscarás fuera. Y cuanto más busques, más te desilusionarás.
Esto que te digo, ya lo sabes, y no porque alguien te lo haya dicho, sino porque es parte de lo más básico que existe dentro de cada ser humano, del material que realmente eres, no de tus ideas.
La paz es una realidad. La alegría que está dentro de ti también es una realidad. ¿Qué necesitas? Necesitas a alguien que pueda mostrarte el camino interior, alguien que coloque un espejo ante ti para que puedas ver quién eres. Aquí lo esencial es ver realmente. Puedes escribir un libro acerca del agua, o de un vaso, pero saciar la sed es una experiencia que hay que tener.
Lo que buscas está dentro de ti. Si necesitas ayuda para encontrarlo, yo puedo ayudarte. Eso es todo. Es sencillo; el hecho de estar aquí es hermoso por naturaleza. Comprende esa sencillez, esa belleza, lo que significa estar vivo. Aprende a disfrutar de lo que más se puede disfrutar. Llena tu vida.
Prem Rawat
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Lo que sea necesario
Empezaré contando un pequeño cuento: Había un león que una mañana se sentía estupendamente, muy feliz. Salió de su guarida, vio un conejito e inmediatamente se abalanzó sobre él y le dijo: “¿Quién es el rey de la selva?”, y el conejo, muy atemorizado y temblando, contestó: “Tú”.
Eso hizo que el león se sintiera todavía más orgulloso. Se fue dando saltos y se encontró con un ciervo, se le echó encima y le preguntó: “Ciervo, ¿quién es el rey de la jungla?” Y el ciervo, todo tembloroso, dijo: “Tú”.
Entonces el león ya se sentía realmente muy bien. Era el rey; así que siguió su camino. Vio un elefante, saltó sobre él y le preguntó: “Elefante, ¿quién es el rey de la selva?”. El elefante lo agarró con su trompa, lo golpeó contra el suelo una y otra vez hasta que lo dejó grogui, y luego lo soltó. Entonces el león miró al elefante y le dijo: “¡No te pongas así sólo porque no sabes la respuesta!”.
A veces aceptamos las definiciones que otras personas tienen de las cosas, pero nos olvidamos de algo muy sencillo, y es de nosotros mismos. No estoy hablando de lo que puedes conseguir o hacer, ni de tus esperanzas, sueños o ideas, sino de ti, como un regalo que llegó a este mundo.
No fue ningún error que Sócrates dijera: “Conócete a ti mismo”. Conoce quién eres. Entiende quién eres, tu naturaleza. Comprende que si no sientes paz, es posible que no puedas dársela a otra persona. Si quieres calmar la sed de otro, lo mínimo que necesitas es agua. El agua de la paz fluye en tu interior. La serenidad de la comprensión fluye a través de ti, de tu vida.
A todo eso que estás intentando comprender, añade algo más: compréndete a ti mismo. En todo lo queestás intentando completar, completa algo más. Y además de todas esas personas a las que estás intentando ayudar, ayuda a alguien más: a ti. Tienes que sentirte satisfecho independientemente de lo que esté pasando. Necesitas sentirte completo. Sí, tú eres la piedra angular de tu existencia, y si falta ese primer paso también faltará el siguiente, y el otro, y todos los demás.
No es algo imposible, no es misterioso, ni extraño. Y sobre todo, no es egoísta. Desenvolver un regalo que se te ha dado no es egoísta. Si hago algo a costa de otros, eso sí lo es. Pero si me pica el brazo y me rasco, sin perjudicar a nadie, eso no es egoísta. El regalo se ha dado; tú eres el regalo. Se ha dado la vida; está sucediendo ahora. Tu comprensión está ahí, tu sed también, y la idea de la paz está bien próxima.
Te invito a echar una ojeada en tu interior para que sepas de lo que trata esta existencia. La persona que dijo “conócete a ti mismo” no se lo inventó para hacerte la vida más difícil, sino que había algo ahí, un misterio que podía resolverse. La humanidad se va a enfrentar a muchísimos desafíos, y uno de los mayores es encontrar la paz que hay dentro de cada ser humano. Ése ha sido un reto increíble. La gente dice: “La paz no es posible”. Pero la paz personal —la paz que tienes en tu interior— es muy posible y siempre ha estado ahí; por eso se ha dicho: “Conócete a ti mismo”.
Todo empieza con la comprensión más sencilla, escuchar lo que algo sencillo te está diciendo. Lo esencial no son tus responsabilidades, sino la oportunidad de sentirte pleno. El anhelo.
Yo recuerdo a las personas que lo que están buscando está dentro de ellas, no fuera. Siempre ha estado y siempre estará ahí. Aun cuando decidas no descubrirlo, siempre estará dentro de ti. Siempre. Las respuestas llegarán desde el interior, no del exterior. El éxito, en su verdadero sentido, se producirá ahí y en ningún otro lugar. Tienes que ser quien eres.
Maharaji
Donde reside la paz
Nosotros necesitamos ir un poco más allá de eso y comprender qué es realmente necesario. Pensamos que si conseguimos prosperidad y riqueza todo se resolverá, pero hay algo más que todos esos elementos. Para los seres humanos, lo más importante es la aspiración y el anhelo de paz. No importa adónde vamos, la religión a la que pertenecemos, dónde vivimos o lo que hacemos; a fin de cuentas, todos necesitamos sentir paz. ¿Por qué? Porque ésa es la naturaleza del ser humano, su composición.
Cuando se trata de comida, nuestra hambre debe satisfacerse. Cuando se trata de la paz ocurre lo mismo. Tenemos que sentirla; no simplemente decir: “Paz, paz, paz”, como un loro, sino que cada persona debe sentirla. Es fundamental. Así es el corazón que se nos ha dado. Con nuestra mente tratamos de comprender el universo; con nuestro corazón podemos comprender nuestro propio universo. Usando la mente intentamos medir las profundidades del océano; usando el corazón podemos medir nuestra propia profundidad.
Sin embargo, ¿cómo vemos este regalo? Nos fijamos en lo que le falta. Decimos: “Tal cosa es lo que no tengo”. Nuestras escalas miden lo negativo, cuando necesitamos comprender que cada aliento es un regalo. Un regalo que se nos da y se nos da, y por el que nada se pide a cambio.
Nadie puede sustituir a otra persona. No hay nadie que pueda decir: “Siente paz por mí”. Eso sería como decir: “Bebe agua por mí. Come por mí. Duerme por mí”. Hay ciertas cosas que no se pueden sustituir. ¿Te imaginas estar tan ocupado para ir a tu propia boda que le dices a tu mejor amigo: “Ve y cásate de mi parte”? No funcionaría.
Así que lo que digo a la gente es que llegar a ese lugar interior en el que reside la paz depende de ti, sólo de ti.
Maharaji
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Muy sabias palabras,creo que la paz interior es la base de la felicidad,pues cuando no estamos en paz con nosotros-as mismos,no podemos sentirnos plenos y empezamos a ver lo negativo porque en definitiva es contra lo que luchamos ,y mientras exista lucha no puede haber paz ni por consiguiente felicidad.