Durante muchos años la explicación sobre estas particularidades existentes en nuestro satélite, no lograban ser resueltas.
Los remolinos lunares son formas geométricas en la Luna de color blanquecino, debido a poca incidencia del viento solar sobre los mismos, que ennegrecen el resto de la superficie contigua. Parecen ser marcas sobre de polvo lunar blanquecino, que ocupan un círculo de unos cien kilómetros sobre la superficie lunar. Cada remolino es completamente plano y está protegido por un campo magnético del viento solar.
Veamos la sucesión de hechos históricos:
La foto de la derecha muestra el remolino Reiner Gamma – nombrado así por sus descubridores- fotografiado por el orbitador lunar SMART-1 de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Este remolinos, puede verse usando un telescopio de aficionado. Está cerca de la orilla oeste de Oceanus Procellarum (Océano de las Tormentas) parece un cráter extrañamente deformado. Cosa que la mayoría de los astrónomos pensaron que era hasta 1966, cuando el Orbitador Lunar II de la NASA sobrevoló y fotografió el Reiner Gamma de cerca. Lo que apareció en esa moteada foto en blanco y negro no era un cráter realmente. . .
Poco después, dos remolinos más fueron descubiertos pero en la cara oculta de la Luna. Estaban situados en puntos completamente opuestos – insinuaban así también un proceso magnético -a las cuencas de impacto de Mare Imbrium (Mar de las Lluvias) y Mare Orientale (Mar del Este). Pensaron que un asteroide era el responsable de todo, que los impactos en una de las caras de la Luna han creado los remolinos en la otra cara. Pero nadie pudo explicar cómo; esto de explicar todo con hipotéticos choques ya suena a escusa y nada de ciencia.
La Nasa envió a estudiar la cola magnética que produce el desvío del viento solar. Terminó dando una respuesta casi total al acertijo de los remolinos lunares:
Cuando los mini-satélites – lanzados desde dos misiones Apollo-volaron a solo 96 km sobre el terreno lunar, entraron y salieron de extrañas influencias magnéticas. Campos de fuerza magnéticos brotaron desde la superficie lunar, alcanzando y afectando a los sensores de los satélites. La corteza de la Luna debía de estar magnetizada. No era un campo magnético global como el de la Tierra, sino solo unos parches magnéticos.
El campo más intenso fue localizado sobre los remolinos lunares. Los remolinos tienen campos magnéticos de algunos cientos de nano-Tesla (nT) de intensidad al nivel de la superficie (En comparación, el campo magnético terrestre es de 30.000 nT).Aún así estos débiles campos harían que las brújulas no funcionaran bien sobre ellos.
Hace mucho tiempo, la Luna tenía un núcleo de hierro líquido y un campo magnético global. Al enfriarse paulatinamente, perdió el “dínamo” y solo subsisten parches de minerales que aún permanecen magnetizados: magnetitas, por ejemplo, que nos recuerdan donde existieron los polos magnéticos lunares.
La nave hindú, Chandrayaan-1 sobrevoló sobre una anomalía magnética de la superficie lunar y los científicos detectaron una cantidad significativamente inferior de átomos de hidrógeno reflejados –el viento solar no había interactuado con el regolito lunar-, lo que significa que el viento solar no había llegado a esa parte de la superficie lunar. De hecho, se encontró que el viento solar fue desviado también por dos anomalías magnéticas en el hemisferio austral del lado oculto de la Luna.
La lectura del libro akáshico confirma que aún hay partes de la Luna con vestigios de magnetófera y sus remolinos muestran los fantasmagóricos polos magnéticos, en sus últimas posiciones antes de terminar enfriándose el núcleo lunar.