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«Todo lo que sucede en el mundo tiene una razón de ser. Ésta es la certeza del sabio y por esto nada puede hacerle perder su luz, su paz y su confianza. Aunque muchos acontecimientos sigan siendo aún inexplicables para él, no se permite cuestionar la sabiduría divina, pues sabe que un día su significado le será revelado.
La existencia, es verdad, nos pone a menudo ante unos hechos, unas situaciones que nos parecen de entrada incomprensibles, absurdas y hasta escandalosas: ¿cómo pueden ser posibles semejantes cosas? Pero nada es más terrible y peligroso que concluir por ello que la vida humana está desprovista de sentido. Nunca el sabio dirá, como dicen ciertos supuestos filósofos, que todo es casualidad, caos y absurdo. ¡Qué orgullo pretender que no tiene sentido lo que no somos capaces aún de comprender! ¡Y qué empobrecimiento para el pensamiento!»

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