Imagine un mundo en el que muchas de sus actividades cotidianas se supervisan y evalúan constantemente: lo que compra en las tiendas y en línea; donde estás en un momento dado; quiénes son tus amigos y cómo interactúas con ellos; cuántas horas pasas mirando contenido o jugando videojuegos; y qué facturas e impuestos pagas (o no).
No es muy difícil de imaginárselo, porque la mayoría de esto ya sucede a día de hoy, gracias a todos esos gigantescos colectores de datos como Google, Facebook e Instagram o aplicaciones de seguimiento de la salud como Fitbit.
Pero imaginemos ahora un sistema en donde todos estos comportamientos se califican como positivos o negativos y se representan en números, de acuerdo con las reglas establecidas por el gobierno.
El sistema de puntuación social lleva años desarrollándose en China y ha llegado para quedarse y calificar a los mas de 1.300 millones de ciudadanos chinos.