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Compasión en la antigua América: joven discapacitada del siglo XIII fue enterrada con todos los honores

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Portada - Ruinas de un asentamiento Hohokam en la cima de Indian Mesa (Public Domain). Detalle: Radiografía de un individuo afectado de escoliosis (Public Domain).

Se ha desenterrado recientemente en Tempe (Arizona) la antigua tumba de una joven discapacitada afectada de escoliosis, raquitismo y tuberculosis. La joven había sido cuidadosamente enterrada junto con un valioso ajuar funerario, y recibió uno de los enterramientos más especiales de entre cerca de doscientos hallados en el mismo asentamiento. La tumba revela una historia que permitirá a la gente de nuestros días conectar con las vidas de aquellas gentes que vivieron hace cerca de un milenio.
Según WesternDigs, los restos recientemente descubiertos constituyen el esqueleto completo de una mujer que murió a una edad aproximada de veinte años. El enterramiento forma parte de un conjunto de 172 esqueletos y restos incinerados de un cementerio perteneciente a la comunidad de los Hohokam, la cultura ancestral del desierto de Sonora.
Ciudad Hohokam en torno al 1100 d. C. Ilustración de Michael Hampshire. Museo de Pueblo Grande
Ciudad Hohokam en torno al 1100 d. C. Ilustración de Michael Hampshire. Museo de Pueblo Grande
La tumba, a la que se ha asignado el nombre de Enterramiento 167, despertó el interés de los investigadores desde que éstos descubrieron que el esqueleto de la mujer se encontraba gravemente desfigurado. Los especialistas llegaron a la conclusión de que la mujer sufría de enfermedades tanto congénitas como adquiridas. Lo sorprendente es que su tumba era una de las más ricamente engalanadas de todas, decorada con numerosas piezas cerámicas, lo que demuestra el aprecio que su comunidad sentía por ella.
En la tumba los investigadores han descubierto “al menos media docena de piezas cerámicas, entre ellas una tinaja, una vasija cilíndrica, un cuenco colocado cerca de su cabeza, otro recubierto por un mineral metálico (esquisto) depositado boca abajo sobre sus pies, y además otro cuenco a su izquierda, que contenía una figurita cerámica de un pato.”
Según Eric Cox, el arqueólogo que dirige las excavaciones, el descubrimiento de esta tumba trajo consigo más preguntas que respuestas. En primer lugar, Cox se pregunta cómo fue posible que la joven alcanzara la edad de 20 años, considerando su estado de salud. Además, es muy misterioso por qué se le dio un enterramiento honorífico de este tipo, tratamiento habitualmente reservado a los ancianos y miembros de las élites.
En el transcurso de las excavaciones realizadas en este cementerio, los investigadores han descubierto un asentamiento de gran tamaño habitado por el pueblo Hohokam entre los años 700 y 1400 aproximadamente. Los enterramientos hallados en el yacimiento han revelado gran cantidad de información sobre la comunidad de la que formaba parte esta joven. El lugar fue documentado por primera vez en la década de 1940, y es conocido como ‘La Plaza’, aunque la mayor parte de la historia de este asentamiento se perdió para siempre a medida que crecían la ciudad de Tempe y la Universidad Estatal de Arizona. De todos modos, el estudio del Enterramiento 167 ha arrojado nueva luz sobre la historia de La Plaza. El esqueleto fue hallado en su mayor parte por debajo del cráneo, y había perdido su color natural.
Ruinas de La Plaza, antiguo asentamiento del pueblo Hohokam (delange.org)
Ruinas de La Plaza, antiguo asentamiento del pueblo Hohokam 
De hecho lo estaba excavando yo personalmente, y fue hacia el final del día cuando empezamos a descubrirlo. Desenterré su cráneo y llegué a su costado izquierdo, y… lo que me llamó la atención fue que todo su costado izquierdo era grácil — no se había desarrollado tanto como su costado derecho. Era como si su costado izquierdo perteneciese a un individuo de 1,50 metros de estatura, mientras que el derecho era el de alguien de entre 1,50 y 1,80 metros. Su cráneo era igual a cualquier otro que hubiéramos recuperado hasta entonces, pero su esqueleto postcraneal estaba lleno de manchas marrones. No había evidencias de incineración ni actuación de ningún otro tipo en la fosa que explicaran por qué su esqueleto postcraneal había perdido su color.
Esta mujer discapacitada sufrió a causa de toda una serie de trastornos incapacitantes, cada uno de los cuales probablemente agravara al resto. Por ejemplo, presentaba cavidades en sus vértebras y huesos de las piernas, provocadas por una infección sistémica. Por otra parte, su esqueleto no era simétrico, ya que padecía escoliosis (curvatura de la columna). Su columna vertebral se encontraba curvada en un ángulo cercano a los 55 grados. Según los investigadores, esta deformación podría haber estado provocada por una carencia de vitamina D. Este déficit podría haber sido consecuencia de una falta de luz solar, lo que sugiere que su incapacidad la obligaba a pasar la mayor parte de su tiempo bajo techo. Las lesiones detectadas en su columna y miembros son características de una avanzada tuberculosis, infección de los pulmones que en los casos más graves se extiende al tejido óseo. Esta enfermedad probablemente le impedía caminar. Es muy posible que la mujer padeciera muchas de estas dolencias desde su nacimiento.
Los dientes de la joven han permitido a los investigadores obtener información sobre su dieta. La mayor parte del pueblo Hohokam llevaba una dieta que les ocasionaba muchos problemas dentales, aunque esta mujer discapacitada presentaba curiosamente una dentadura perfecta. Este hecho sugiere que su alimentación era diferente a la del resto de la comunidad. Los investigadores han sugerido que podría ser una evidencia de la elevada posición de la joven en su sociedad.
Los enterramientos bien conservados de individuos discapacitados son siempre un aspecto interesante presente en algunos yacimientos arqueológicos. April Holloway escribía el 24 de julio del 2014 en Ancient Origins acerca de otro hallazgo relacionado con un individuo discapacitado:
Un nuevo estudio publicado en la revista PLOS ONE ha revelado el descubrimiento de un niño del Paleolítico que parece haber sufrido graves lesiones cerebrales a causa de un accidente, aunque sobrevivió varios años más. El niño, que vivió hace 100.000 años, habría sido incapaz de cuidar de sí mismo (o de sí misma), por lo que su comunidad tuvo que pasar años cuidando de él o de ella. El hallazgo descarta la creencia de que los padres del Paleolítico trataban con una dureza excesiva a sus hijos.
Cráneo de un niño discapacitado hallado en el sistema de cuevas de Qafzeh, localizado en Galilea, Israel. (Public domain)
Cráneo de un niño discapacitado hallado en el sistema de cuevas de Qafzeh, localizado en Galilea, Israel. 
El esqueleto de este niño fue desenterrado hace décadas en el sistema de grutas de Qafzeh localizado en Galilea, Israel, junto con otros 27 esqueletos parciales, herramientas de piedra y hogares para el fuego. Sin embargo, solo recientemente los avances tecnológicos han permitido a los científicos llevar a cabo un estudio detallado del cráneo del niño mediante tomografía computarizada y una reconstrucción tridimensional del cráneo y de los cambios superficiales que tuvieron lugar en su interior.
Las imágenes digitales revelaron que el niño había sufrido un fuerte traumatismo contundente en la parte frontal del cráneo que provocó una fractura compuesta, con una parte del hueso hundida en el cráneo. El traumatismo podría haber sido consecuencia de una lesión accidental, por ejemplo una caída, o el pequeño podría haber sido víctima de un acto violento.
Identificando el punto preciso en que el hueso del cráneo se hundió, los científicos fueron capaces de determinar el área del cerebro que habría quedado afectada por la lesión. Según esta investigación, el traumatismo habría provocado dificultades a la hora de hablar y coordinar los movimientos, así como cambios en la personalidad, afectando a las interacciones sociales del niño. De este modo, el pequeño habría quedado discapacitado o incapacitado para cuidar de sí mismo, o de sí misma.”

Arqueólogos descubren en Perú misteriosos círculos gigantes trazados sobre el terreno

Portada - Fondo, paisaje arenoso de Quilcapampa, Perú (Google Maps, 2016). Detalle, uno de los misteriosos geoglifos descubiertos recientemente (Justin Jennings)

Un equipo de arqueólogos ha descubierto en Perú numerosos geoglifos circulares de gran tamaño cerca de la antigua ciudad y yacimiento arqueológico de Quilcapampa. Estos glifos han sido datados entre los años 1050 y 1400 d. C., y se cree que reflejan los movimientos de las rutas comerciales recorridas por los pueblos de aquella época.

Según LiveScience, los geoglifos incluyen una gran cantidad de líneas y círculos concéntricos, y han sido descubiertos en el antiguo yacimiento arqueológico de Quilcapampa, situado en el valle de Sihuas.

Los arqueólogos han identificado y registrado en el mapa docenas de geoglifos haciendo uso de vehículos aéreos no tripulados (‘drones’) e imágenes de satélite, además de las habituales exploraciones del terreno. Muchos de los círculos pueden verse desde el suelo, aunque los de mayor tamaño se aprecian mejor desde el cielo, como ocurre con las famosas líneas de Nazca peruanas.

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ROMANOS EN EL ANTIGUO ECUADOR

https://tayoscave.wordpress.com

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Hasta hace unos años, hablar de la posibilidad de que pueblos de otros continentes pudieran haber llegado a América, resultaba para los investigadores un tema tabú. Se decía que no había pruebas suficientes, y que el desarrollo tecnológico para la navegación de aquella época era limitado.
Sin embargo, el tiempo se ha encargado de revelar los secretos que se necesitaban para comprender, que sí pudieron llegar navegantes de otros lugares a nuestro continente antes de Cristóbal Colón.
Entre estos pueblos podemos mencionar a los romanos. Los modernos investigadores han dado más consideración a la capacidad de este pueblo en la navegación por mar. Antes se pensaba que los romanos no poseían una sólida tecnología naval. Sin embargo, descubrimientos de objetos romanos encontrados en distintos lugares de América, demuestran que los romanos más de una vez remontaron los océanos Atlántico y Pacífico en sus embarcaciones. Así tenemos algunos ejemplos de importantes hallazgos.
El investigador ruso Valeri Guliayev, que es muy escrupuloso a la hora de dar credibilidad a ciertos testimonios de descubrimientos de objetos romanos en América, acepta favorablemente el hallazgo de una estatuilla de barro cocido de 2,5 cm. de diámetro, que representaba a un ser barbado que llevaba un gorrito cónico semejante a los bufones. Este descubrimiento lo hizo el arqueólogo mexicano José García Payón en 1933, en un antiguo asentamiento indio en el Valle de Toluca, bajo tres capas intactas de suelo de arcilla de un edificio, dentro de una sepultura azteca del siglo XIII.
En 1939, algunos arqueólogos europeos conocieron del hallazgo, y fueron ellos los que ayudaron a descifrar el origen de la misteriosa estatuilla. Eran fabricadas por los romanos del siglo II d.C.
¿Qué hacía una pieza artística de esta época en una tumba prehispánica? Este descubrimiento es significativo, y ayuda a dar más credibilidad a otros hallazgos hechos en México: como “La cabeza de una estatuilla de la época helenística encontrada en Querétaro, una terracota (Venus) del período romano tardío, encontrada en la región de Huasteca, y una figurilla romana encontrada al norte de Méjico, y que en la actualidad se conserva en el museo de Chicago”.
Hay otro dato importante que aporta Guliayev, esta vez de objetos Americanos pintados en frescos de Pompeya y Herculano, como son dos plantas autóctonas de América, la anona y el ananás.
Este descubrimiento, hecho por el profesor Casella en los años 50, es importante para la historia mundial. ¿Cómo los romanos del siglo I d.C. (La erupción del Vesubio, que sepulta las ciudades de Pompeya y Herculano) conocían plantas originarias de América, que se creían desconocidas en Europa hasta el advenimiento de los españoles? Para poder pintar estas frutas en los frescos de la aristocracia romana, debieron copiarlos de modelos reales, y eso sólo se pudo conseguir viajando a América y regresando. Estas frutas debieron ser muy exóticas, y significar mucho para los romanos, que las peremnizaron en los murales de sus viviendas.
Algunos investigadores como el español Pedro de Frutos, el argentino Ibarra Grasso y el ruso Guliayev, aceptan como seguro el hallazgo de un tesoro de monedas romanas del siglo IV d.C., halladas en el litoral venezolano algunos años atrás. Estas monedas de oro, plata y cobre, muchas de las cuales estaban repetidas, estuvieron sepultadas en una vasija de barro, a varios metros de profundidad.
Otro investigador español, Arriés, menciona el descubrimiento de varios objetos romanos encontrados en diversos lugares de América como el hallazgo de una moneda romana en las Antillas, a principios del siglo XIX. Un vaso de terracota repleto de monedas romanas de bronce en el istmo de Darién, en Panamá. Como también una moneda del siglo II d.C. encontrada en Tennesse (USA) y una copa de estilo pompeyano.
En el año 1986, en las costas de Manabí (Ecuador) en un punto entre Manta y Puerto Cayo, fueron halladas con un detector de metales varias monedas romanas de bronce y cobre, las mismas que pertenecen a un período comprendido entre el siglo I al IV d.C. Entre las monedas existe una del emperador Claudio Cesar que gobernó el imperio entre los años (41-54) d.C. y otra del emperador Constancío II que gobernó entre el (337-361) d.C. Estas monedas fueron halladas por el Ing. Carlos Sánchez, mientras realizaba una caminata entre Manta y Puerto Cayo, con un grupo de amigos, utilizando un detector de metales marca Mustang. Sánchez me contó que al entrar a una pequeña cueva al pie del mar, el detector señaló la presencia de metal y al escarbar unos 15 cm encontró este grupo de monedas en una bolsita o monedero de metal tejido. La zona era un área deshabitada, y en mi opinión, creo que alguna embarcación romana, o gente que comerciaba con los romanos, llegaron a estas playas por accidente o conociendo las rutas. Eso lo desconozco, pero llegaron, y al parecer naufragaron quizá alguno de los tripulantes sobrevivió y se mezcló con la población. En todo caso, lo importante de esta información es probar que no sólo los españoles pudieron llegar a nuestro continente sino que otros pueblos también alcanzaron estas playas. Muchos de estos navegantes eran aventureros y comerciantes que buscaban nuevas rutas para abrir sus negocios, y no es imposible ni asombroso, ya que se ha demostrado en la práctica con viajes modernos y técnicas antiguas (Heyerdal, Vital Alzar, Michael Formosa) que los antiguos navegaron tanto el Pacífico como el Atlántico sin mayores problemas.
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Otro interesante hallazgo se realizó en Punta Carnero (Ecuador), donde la señora Julieta Rodríguez1, mientras caminaba por la playa buscando minerales, encontró un extraño objeto recubierto de sedimentos marinos. Al llevarlo a Guayaquil y limpiarlo, cual no sería su sorpresa al aparecer una extraña moneda de plata que parecía muy antigua. Efectivamente, y de acuerdo a numismáticos de los EE.UU. que la revisaron, la moneda sería egipcia, y en ella aparece el rostro de Filipo II rey de Macedonia, padre de Alejandro Magno, siglo IV a.C., en el anverso aparece el símbolo de Isis, divinidad egipcia. Sin embargo al observar la fotografía, da la impresión de ser romana.
En 1982 en Illinois USA se descubrió una cueva sellada dentro de una granja, lo que los especialistas Norteamericanos consideran el tesoro de la tumba de Alejandro Magno. Según los entendidos, se cree que fueron traídas todas estas reliquias, monedas de oro y joyas, en un tiempo remoto, para esconderlas de posibles robos en su lugar original. Entre otras cosas se encontró en la cueva escritura latina del siglo II d.C., como la más moderna.
Otro dato interesante es el que aporta el investigador Chessman, un experto mormón que en la década de los 70 realizó estudios sobre las planchas de las cuevas de los Tayos. En una ocasión, al llegar a Cuenca, tuvo contacto con el padre Crespi, que era el encargado del museo Merchan. Crespi llevó a Chesmann y su grupo de investigadores a una habitación donde guardaba muchos objetos extraños de oro y otros materiales. Ahí pudo apreciar planchas metálicas con signos de escritura tipo Babilónico y Semíta, y una que contenía la figura de una carreta romana halada por caballos.
Benzoni, explorador italiano del siglo XVI, cuando llegó a las costas de Manabí, relataba que “los de Pasao y Coaque tenían balanzas romanas de media vara de largo, con su cuenta y número en ellas y su pilón, y en sus balsas utilizaban mástil con vela latina”.
Natalia Rosi, investigadora italiana, afirma que los etruscos (siglo VIII a.C. – siglo III a.C.) predecesores de los romanos, y que dieron la base cultural a estos, fueron de origen americano.
Rosi, en sus estudios de lingüística, establece similitudes fundamentales entre el etrusco – latín – quechua, que no son coincidencia de forma, (ver Etruscos en el Ecuador), así por ejemplo encontramos muchos nombres latinos en el quechua como Rocha, Salango, Ancón, Andes, Paulo, Cayo, Kíppu, Rumi, Pácha, Scyri, Tusco, Marca, Inti.
En mis conversaciones con algunos historiadores he detectado un cierto rechazo a la posibilidad de que barcos romanos pudieran llegar alguna vez a nuestro continente, aunque algunos investigadores piensan que quizás si pudieron alcanzar las costas atlánticas de América, no dándoles ninguna opción de haber llegado por el océano Pacifico.
Yo en cambio, estoy convencido de que los romanos sí pudieron llegar a las costas occidentales de América, utilizando el mismo criterio que tuvieron los españoles de la colonia en sus travesías entre Filipinas y el Callao. La ruta era la que sigue la contracorriente ecuatorial, que nace al sur de Borneo, y llega frente a las costas del Ecuador. ¿Por qué si los españoles lograron hacer estas travesías, no pudieron hacerlo otros pueblos en el pasado?
Recordemos que el hombre antiguo exhibió un gran valor para medir sus fuerzas con las de su entorno. Su capacidad técnica e inteligencia le permitió remontar los mares y llegar a nuevos o antiguos mundos. Además contaban con mapas cartográficos donde estaban representadas las costas de América (Mapa de Ptolomeo, Mapa de Marino de Tiro), que sin lugar a dudas marcaban los itinerarios a seguir. Pero nada de esto se enseña en las escuelas, y los niños siguen recibiendo las mismas clases de historia de hace siglos. El sistema de manipulación mundial sigue engañando al mundo y escondiendo pruebas que cambiarán la historia.
La historia oficial la escriben los que detentan el poder en el planeta, y ellos no quieren que esto cambie, pues existen demasiados intereses en juego, que los perjudicarían para siempre. Cristóbal Colón fue el último de una larga lista de viajeros de todas las latitudes, que llegaron hasta la antigua América. Y hoy muchos investigadores españoles lo manifiestan públicamente. Colón y su “Nuevo Mundo” es un mito que el tiempo se encargará de destruir. La verdad puede tardar, pero al final siempre se impondrá sobre la mentira.
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Monedas Romanas encontradas en Manabí en 1986, por el Ing. Carlos Sánchez:
  1. Moneda de bronce período de Claudio Cesa
  2. Moneda de bronce período de Cesar Augusto
  3. Moneda de la época del emperador Constancio II, era utilizada para el pago de impuestos fiscales.
(Fuente: Colección privada Raymond Romàn). 
1 Investigadora Guayaquileña, que ha ralizado varios descubrimientos: Como una formula efectiva contra la calvicie. El hallazgo de unas minas de metales, piedras semipreciosas en Pascuales asi como monedas Romanas y españoles.

Científicos demuestran la autenticidad del más antiguo y polémico códice maya conocido

http://www.ancient-origins.es/noticias

Portada - Códice Grolier, página 4 (Public Domain), Códice Grolier, página 6 (Public Domain), Códice Grolier, página 7 (Public Domain)

Stephen Houston, de la Universidad Brown de Providence (Rhode Island, Estados Unidos), en colaboración con un equipo de destacados investigadores y especialistas en antropología y arqueología maya están verificando metódicamente la autenticidad de los más antiguos manuscritos de la América precolombina.
El Códice Grolier, un antiguo documento que se encuentra entre los más singulares libros del mundo, ha sido mirado con escepticismo desde que fue supuestamente desenterrado por saqueadores de tumbas en una cueva del estado mexicano de Chiapas en la década de 1960.
Pero de un reciente y meticuloso estudio de este códice se deduce una conclusión sorprendente: el documento no solo es genuino, sino que probablemente sea además el más antiguo de todos los manuscritos precolombinos que han llegado hasta nosotros.
Stephen Houston, titular de la cátedra Dupee Family de ciencias sociales y codirector del Programa de Antiguas Culturas de la Universidad Brown, ha trabajado junto a Michael Coe, profesor emérito de arqueología y antropología de Harvard y director del equipo de investigación, Mary Miller de Yale y Karl Taube de la Universidad de California-Riverside. Este equipo de investigadores ha revisado “todas las investigaciones conocidas sobre este manuscrito,” analizándolo “sin tener en cuenta las cuestiones políticas, académicas o de cualquier otra índole que siempre han girado en torno al Códice Grolier,” como podemos leer en su reciente estudio “El cuarto códice maya.”
Se ha publicado un artículo sobre su investigación en la revista Arqueología Maya, artículo que se encuentra en una sección especial de la revista e incluye un lujoso facsímil del códice.
El estudio, en palabras de Houston, “supone la confirmación de que el documento, rebatiendo ciertas afirmaciones, es bastante real. El manuscrito se encontraba en los sótanos del Museo Nacional de Ciudad de México pasando desapercibido, y su historia causó gran revuelo. Fue descubierto en una cueva de Chiapas, y un rico coleccionista mexicano, Josué Sáenz, lo envió al extranjero antes de su devolución definitiva a las autoridades mexicanas.”

POLÉMICO DESDE SUS INICIOS

Durante años, académicos y especialistas han discutido la legitimidad del Códice Grolier, un legado que los autores repasan en su estudio. Algunos investigadores afirmaron en su época que debía tratarse de un fraude, especulando con la posibilidad de que falsificadores actuales hubieran conocido la escritura y los materiales mayas lo suficiente como para crear un códice falso en la época en la que salió a la luz el Códice Grolier.
Página 5 del Códice Grolier (mayavase.com)
Página 5 del Códice Grolier
Los investigadores escriben en su artículo que el códice fue descubierto supuestamente en una cueva de Chiapas junto con otros seis elementos, entre los que había una pequeña máscara de madera y un cuchillo ritual para sacrificios con un mango en forma de puño cerrado. Los autores del estudio añaden además que aunque los objetos hallados con el códice han resultado ser auténticos, el hecho de que fueran saqueadores de tumbas y no arqueólogos los que hallaron estos elementos provocó que los especialistas en la materia fueran reacios a aceptar la autenticidad del documento.
Algunos llegaron incluso a ridiculizar la “fantástica” historia de Sáenz de que había conseguido el códice contactando con dos saqueadores de tumbas que le llevaron—en un avión cuya brújula se encontraba tapada con un trapo—hasta una remota pista de aterrizaje cercana a Tortuguero, México, para mostrarle su descubrimiento.
Y surgieron preguntas, observan los autores, sobre las decisiones de Sáenz una vez tuvo en su poder el códice. ¿Por qué lo envió a los Estados Unidos, donde fue expuesto en la primavera de 1971 en el Grolier Club de Nueva York, club privado y sociedad de bibliófilos que da su nombre al códice, en lugar de dejarlo en México? En cuanto al propio manuscrito, era diferente de los códices cuya autenticidad estaba confirmada en diversos aspectos muy notables, entre ellos su relativa ausencia de textos jeroglíficos y el predominio de las ilustraciones en su conjunto.
El códice fue expuesto por primera vez en el Grolier Club de Nueva York, de donde tomó su nombre. (CC BY-SA 3.0)
El códice fue expuesto por primera vez en el Grolier Club de Nueva York, de donde tomó su nombre. 
“Se convirtió en una especie de dogma que era una falsificación,” continúa explicando Houston. “Decidimos regresar y examinarlo muy cuidadosamente, para comprobar los argumentos en contra de su autenticidad de uno en uno. Ahora estamos editando un facsímil definitivo del libro. No puede haber la más mínima duda de que el Códice Grolier es auténtico.”

PROFUNDIZANDO EN EL CÓDICE GROLIER

Houston y sus colaboradores han analizado los orígenes del manuscrito, la naturaleza de su estilo e iconografía, el tipo y significado de sus tablas de Venus, datos científicos —incluida una datación mediante carbono-14— del manuscrito, y la confección artesanal del códice, desde la forma en que se fabricó el papel a las prácticas conocidas de los artistas mayas.
En el transcurso de su análisis de 50 páginas, los autores asumen las incógnitas y críticas lanzadas por los especialistas durante los últimos 45 años y explican cómo el Códice Grolier difiere de los otros tres antiguos manuscritos mayas conocidos, siendo no obstante un documento similar sin lugar a dudas.
El cautivo, página 9 del Códice Grolier. (Public Domain)
El cautivo, página 9 del Códice Grolier
Estos otros tres códices mayas, los de Dresde, Madrid y París, que reciben todos ellos el nombre de las ciudades en las que se encuentran, fueron considerados auténticos desde el principio, como observan los autores en su estudio. Todos estos códices presentan elementos astronómicos y de calendario que servían para computar el paso del tiempo por medio de los cuerpos celestes, asistían a los sacerdotes en la adivinación e informaban sobre prácticas rituales así como de decisiones acerca de cuestiones diversas, como por ejemplo cuándo iniciar una guerra.
Las diferencias entre los códices, así como el hecho de que a causa de que manuscritos como el de Dresde fueran considerados auténticos desde un principio se convirtieran en canónicos, alimentó las dudas de los estudiosos sobre el Códice Grolier, como podemos leer en el estudio. Sin embargo, el Códice Grolier ha sido datado mediante radiocarbono y según los autores es anterior a los otros tres códices mayas conocidos.
La composición del Códice Grolier, desde su confección en papel amate del siglo XIII, hasta las finas líneas rojas que se adivinan bajo las pinturas y los pigmentos azules mayas utilizados en sus ilustraciones, resultan plenamente convincentes en opinión de los autores del reciente estudio. Houston y sus colaboradores repasan todo aquello que un falsificador del siglo XX debería haber sabido o adivinado para crear un manuscrito así, y la lista resulta prohibitiva: el falsificador debería haber intuido la existencia de deidades que no habían sido aún descubiertas en 1964, y haber sido capaz de reproducirlas a la perfección antes de esa fecha; adivinar correctamente cómo crear el azul maya, que no se consiguió sintetizar en un laboratorio hasta que en la década de 1980 lo lograron científicos mexicanos especializados en la conservación de piezas arqueológicas; y disponer de una abundancia y variedad de recursos a su alcance que habría requerido en algunos casos de unos conocimientos que no se consiguieron hasta épocas muy recientes.

FUNCIÓN Y APARIENCIA DEL CÓDICE GROLIER

El Códice Grolier es un manuscrito que consta de 10 páginas pintadas decoradas con iconografía ritual maya y un calendario que describe los movimientos del planeta Venus. Los pueblos mesoamericanos, explica Houston, vinculaban los ciclos perceptibles de Venus a dioses concretos, y creían que el paso del tiempo guardaba relación con estas deidades.
Página 4 del Códice Grolier (Public Domain), Página 6 del Códice Grolier (Public Domain), Página 7 del Códice Grolier (Public Domain)
Página 4 del Códice Grolier , Página 6 del Códice Grolier , Página 7 del Códice Grolier
Los calendarios de Venus contabilizaban el número de días que transcurrían entre un orto helíaco de Venus y el siguiente, los días en los que Venus, el lucero del alba, aparecía en el cielo antes del amanecer. Era éste un acontecimiento importante, observan los investigadores, ya que la medición de los ciclos planetarios podría haber ayudado a los mayas a crear ciclos rituales basados en los fenómenos astronómicos.
Los dioses representados en el códice son descritos por Houston y sus colegas como “dioses cotidianos, deidades que debían invocarse hasta para las necesidades vitales más sencillas: el sol, la muerte, K’awiil — patrón, señor y personificación del rayo — incluso cuando formulaban sus peticiones a la ‘estrella’ que llamamos Venus. Los códices de Dresde y de Madrid distinguen entre una amplia variedad de dioses mayas, pero en el Códice Grolier todo se encuentra reducido a sus principios básicos.”
Estatuilla de K'awiil descubierta en Tikal (CC BY 2.0)
Estatuilla de K’awiil descubierta en Tikal 
El códice no es, según los autores del estudio, un libro especialmente vistoso. “Bajo mi punto de vista, no se trata de una edición de lujo,” afirma Houston, “no la que se emplearía en una de las cortes reales más cultas. El libro centra su temática principalmente en las imágenes y en los significados que éstas expresan.”
El Códice Grolier, como explica el equipo de investigadores en su estudio, constituye también una guía “predeterminada más que fruto de la observación”, en cuanto a que expresa lo que “debería ocurrir y no lo que podía verse a través de la variable capa de nubes del este de Mesoamérica. Abarcando un período de 104 años, el Códice Grolier habría podido ser utilizado por al menos tres generaciones de sacerdotes del calendario o guardianes de los días”, escriben los autores.
Esta característica sitúa al Códice Grolier en una tradición diferente a la del Códice de Dresde, conocido por sus elaborados cálculos y anotaciones, y hace del Grolier un documento más adecuado para un tipo particular de público lector con un nivel de alfabetización razonablemente elevado. También podría haber resultado útil para un grupo étnica y lingüísticamente heterogéneo, en parte maya y en parte relacionado con la antigua civilización tolteca con capital en la ciudad de Tula, situada en el interior de México.
   Representaciones pictóricas mixtecas utilizadas para la comunicación no verbal mediante imágenes simbólicas. (Public Domain)
Representaciones pictóricas mixtecas utilizadas para la comunicación no verbal mediante imágenes simbólicas.
Más allá de su vida útil como calendario, el Códice Grolier “conservó su valor como obra sagrada, convirtiéndose en objeto de deseo para los inquisidores españoles en su intento de destruir estos manuscritos,” escriben los autores del estudio en su artículo.
Creado en torno a la época en la que tanto Chichén Itzá en Yucatán como Tula empezaban a declinar, el códice fue creado por un escriba que trabajó en “tiempos difíciles,” apuntan Houston y sus colaboradores. Pese a las circunstancias de la época, el escriba “expresó cuestiones sobre armamento con raíces en la época pre-clásica, elementos simplificados tomados de los toltecas y que serían desarrollados más tarde por artistas de Oaxaca y el interior de México” y lo hicieron de tal manera que “ni un solo detalle deja de revelarse como auténtico.”
“Una evaluación razonada de las pruebas nos deja una única conclusión posible: cuatro códices mayas intactos de la época precolombina han llegado hasta nosotros, y uno de ellos,” escriben Houston y sus colaboradores, “es el Grolier.”

Tabla de Venus del Códice de Dresde maya revela un gran descubrimiento astronómico

Portada - Fotografía del Códice de Dresde maya, en cuyas páginas se encuentra la famosa Tabla de Venus. (Fotografía: La Gran Época/UCSH)

Un equipo de investigadores de la Universidad de Santa Bárbara en California (UCSB) ha hecho público que la Tabla de Venus del Códice de Dresde maya contiene datos astronómicos de tal precisión que no pueden ser considerados un mero apunte numerológico, sino que constituyen un gran descubrimiento matemático y astronómico con más de mil años de antigüedad.

“La tabla de Venus ha sido malentendida y muy poco apreciada. No hemos sabido ver que es todo un descubrimiento científico real, hecho por los mayas en una ciudad maya”, ha declarado sobre el hallazgo Gerardo Aldana, profesor de antropología y autor del estudio “Descubriendo un descubrimiento”, publicado el pasado 16 de agosto en ‘Journal of Astronomy in Culture’

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Tiahuanaco, Robert Charroux

En el libro“Comentarios Reales”, el Inca Garcilaso de la Vega cuenta que la fundación del Imperio Incaico, mezclado con Tiahuanaco, se debió a la bondad del Padre Sol, quien envió a su hija en un rayo de plata que descendió en la Isla del Sol en el Lago Titicaca. Ella venía a enseñar a los pobres indios a urdir la lana, el cultivo de la tierra y el uso de los metales.

Aquí se da comienzo por primera vez a la leyenda del probable origen extraterrestre del gran imperio del altiplano. El rayo de plata aparece como una astronave venida del espacio exterior.

libro-robert-charroux

El escritor francés Robert Charroux, en su libro “La Historia Desconocida de los Hombres”, recoge informaciones del biólogo español García Beltrán, descendiente directo del historiador de la Conquista española del Perú, el mestizo Inca Garcilaso de la Vega. Garcilaso era hijo de una “ñusta”, princesa incaica.

Charroux nos cuenta que el señor García Beltrán había heredado de su antepasado documentos inéditos relativos a las tradiciones andinas y no incluidas en el libro “Comentarios Reales”. Uno de ellos dice textualmente:

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«Antes de la Colonia, los Nativos Americanos Reconocían 5 Géneros» Nayo Aragón.

redaccion.lamula.pe – solmonasterio.blogspot.cl

Distintas tribus como los Navajo, los Cheyenne y los Cherokee utilizaban el término «gente de dos espíritus» antes de las imposiciones morales cristianas que llegaron con la Conquista.

No fue hasta que los europeos tomaran América del Norte que las tribus nativas de esa región adoptaron la idea de los roles de género como una cualidad rígida. Para los Nativo Americanos, no existía un ‘set de reglas’ que los hombres y mujeres tenían que cumplir con el fin de ser considerados miembros «normales» de su tribu.

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Indigenas americanos: Explotación, genocidio y olvido

http://www.monografias.com/trabajos/indigenas/indigenas2.shtml#ixzz4Ip1Qs2sO

Prólogo
Existe la creencia generalizada, y aceptada por numerosos historiadores, que la conquista y colonización de América finalizó en el transcurso del siglo XIX, cuando se consolidaron los movimientos libertadores que dieron lugar a la formación de los Estados Nación en todo el continente.
Sin embargo el proceso histórico tuvo una continuidad manifestada en el afán expansionista de esos nuevos Estados, conducidos por clases dirigentes herederas de las europeas conquistadoras del continente. Esa nueva etnia en el poder cortó lazos con las metrópolis y puso en marcha su plan independiente de ampliación y colonización de territorios, aunque bajo el mismo modelo político económico liberal naciente en Europa.

No fue ese un cambio afortunado para los habitantes primitivos de América. Muchas comunidades indígenas que aún vivían en sus propios dominios sufrieron invasiones y despojos de tierras; debieron someterse a la legislación vigente del orden establecido; tuvieron que renunciar a sus culturas en función de la homogeinización educativa; fueron privados de los recursos económicos y de la libertad del espacio vital y limitados por fronteras nacionales que partieron sus comunidades. Esta política agresiva, negadora de la total autonomía de los pueblos indígenas se prolonga hasta la actualidad.

PARTE I
La conquista
Unas pocas palabras sueltas, relacionadas exclusivamente por asociación de ideas, pueden constituirse en una síntesis de más de 350 años de conquista y colonialismo español en América: inquisición, genocidio, explotación, saqueo, transculturación… Estos procesos negativos son la esencia de la historia no oficial descrita desde el punto de vista de los pueblos conquistados. Sin considerar esta versión como una verdad absoluta, los testimonios comprobados de esos períodos históricos manifiestan que la destrucción sistemática de la cultura local y su reemplazo por las pautas culturales impuestas desde la metrópolis fue una tarea primordial que justificaba el uso de cualquier medio para llevarla a cabo.
Dos cronistas de la época dejaron sus textos como pruebas: «(…) pues como las minas eran muy ricas y la codicia de los hombres insaciable, trabajaron algunos excesivamente a los indios; otros no les dieron de comer como convenía… Dieron así mismo gran causa a la muerte de estas gentes las mudanzas que los gobernadores y repartidores hicieron de estos indios; porque andando de amo en amo y de señor en señor y pasando los de un codicioso a otro mayor, todo eso fue unos aparejos e instrumentos evidentes para la total definición de esta gente y para ello, por las causas que he dicho o por cualquiera de ellas, muriesen los indios. Y llegó a tanto el negocio, que no solamente fueron repartidos los indios a los pobladores, pero también se dieron a caballeros privados, personas aceptas y que estaban cerca de lapersona del rey Católico, que eran del Consejo de Castilla y de Indias», según describe el capitán Gonzalo Fernández de Oviedo. Mientras que un fragmento de declaración del sacerdote Bartolomé de las Casas dice «(…) por ende digo que tengo por cierto y lo creo así, porque creo y estimo que así lo tendrá la Santa Romana Iglesia, regla y mesura de nuestro creer, que cuanto se ha cometido por los españoles contra aquellas gentes, robos, muertes y usurpaciones de sus Estados y señoríos de los naturales reyes y señores, tierras y reinos, y otros infinitos bienes, con tan malditas crueldades, ha sido con la ley de Dios (…)»
Por tanto no es que se elijan sólo procesos negativos para caracterizar la época de la conquista americana, es que la mayoría de ellos fueron irremediablemente perjudiciales para los habitantes aborígenes.
Los primeros años posteriores a la llegada de Cristóbal Colón a América conducentes a la Edad de Oro del Imperio Español permitieron encontrar en esas nuevas tierras un objetivo que el azar brindaba para el lanzamiento hacia las metas de poder económico y político ambicionadas por la jerarquía reinante. La mayor parte de aquellos sueños de grandeza se forjaron sobre diversas formas de servidumbre a las que se vieron sometidos los indígenas. Los aristócratas, funcionarios públicos, militares o religiosos españoles los tenían a su servicio personal como tamemes o cuidadores de ganado, cargadores o servidores domésticos, reproduciendo el estaus esclavizante reservado para la plebe y los esclavos en el modelo de estructura social española de la época.
Los conquistadores ignoraron el entramado cultural vigente en esos pueblos y las jerarquías sociales existentes en los mismos, para imponer sus valores propios.
La campaña evangelizadora de la iglesia católica desnuclearizó la estructura social indígena. Los aborígenes eran alejados de sus agrupaciones tribales o multifamiliares, promoviendo deportaciones masivas hacia lugares con climas y costumbres diferentes, para formar las congregas que construían iglesias y conventos y para servir a los religiosos de esas residencias.
A partir de 1553 los indígenas eran obligados a proporcionarle sustento a los sacerdotes (según acuerdo legal entre Audiencia e Iglesia) a través del camarico; una especie de impuesto que consistía en la entrega diaria a la jerarquía religiosa de esa comunidad, de un par de gallinas, y la cesión de entre tres y cuatro mujeres que elaboraran pan, recogieran frutas e hicieran la comida para los caballos. La mayoría de los religiosos terminaron cobrando ese impuesto en monedas de plata. En 1537, sin embargo, el Papa Paulo III admitió que los indios americanos eran «seres humanos, dotados de alma y razón», en su bula Sublimis Deus. Algunos historiadores creen ver detrás de esa bula misericordiosa, el resultado perverso de las luchas políticas entre la iglesia católica y las jerarquías monárquicas del siglo XVI. Estos enfrentamientos, abiertos en muchas ocasiones, eran lo suficientemente enconados como para creer que la declaración del Papa se debía simplemente a un piadoso pensamiento cristiano iluminado por el espíritu santo. Los siglos y acontecimientos subsiguientes confirmaron que el reconocimiento de los indios como seres humanos había actuado como única razón justificadora para emprender con rigor yorganización la cruzada evangelizadora: difícilmente se pudiera entender la llegada masiva de eclesiásticos a América con la misión de convertir animales al cristianismo. Un juicio sencillo pero básico para la elaboración posterior del sofisma que engendra la división entre la civilización europea y la barbarie americana (dos estadios diferentes de desarrollo cultural que presupone la primacía de uno sobre otro y la imposición didáctico práctica del vencedor).
En la sociedad civil se repitieron y multiplicaron los factores de dominación. La figura del encomendero era de fundamental importancia: autorizado por la propia Corona española, se encargaba de repartir los indios de la comarca para la realización de determinados trabajos, según sus necesidades productivas y personales; y además gozaba de la facultad de exigirles tributo. La ambición desenfrenada de los conquistadores y encomenderos llevó a someter a los indios y ofrecerlos como moneda de cambio convertible en oro.
El mismo camino seguían los indígenas que entraban en la mita o sorteo de trabajadores realizado por los Señores del lugar, para llevar a cabo trabajos en las haciendas; o los sometidos a una especie de esclavitud oculta denominada por los indígenas yanaconazgo o yanaconaje (como se le suele llamar en Perú) igual a efectuar servicios personales para el patrón noble, entre los que se contaban también los requerimientos sexuales.
Estas relaciones humanas y de producción eran consecuencia de la transferencia del sistema de vida feudal europeo al nuevo continente, cuyo modelo social y económico era absolutamente desigualitario, profundamente injusto, promovedor de privilegios y esclavitudes. Características incrementadas en América gracias al ejercicio del poder absoluto que los conquistadores se autoatribuían por gracia divina.
El marco de represión en el que se desarrolló este régimen de dominación, incluidas las guerras pertinentes, es conocido a través de sus consecuencias. En 1492 había aproximadamente 90 millones de indígenas viviendo en América (66,5 millones en Sudamérica; 13,5 en América Central y 10 millones en Norteamérica). Cien años más tarde el equilibrio demográfico se había roto de tal manera a causa de las guerras, las enfermedades y las matanzas, que los habitantes indígenas de Sudamérica se habían reducido en 40 millones de personas. En 1652, los 13,5 millones de indios centroamericanos se habían transformado en 540.000. Y en 1692, en el segundo centenario del desembarco europeo en América, la población indígena total superaba apenas los 4,5 millones de habitantes, según datos proporcionados por la organización Survival International.
El derecho regio se antepuso a cualquier legislación consuetudinaria indígena cuando citaba que «la toma de posesión de tierras conquistadas para el soberano español y el derecho de un quinto sobre toda presa y botín o reintegro de gastos que se hubieran hecho con cargo a las cajas reales y la totalidad de lo que fuera tomado, aprisionado o rescatado de los príncipes y monarcas vencidos» eran deberes de los conquistadores.
La gestión de las tierras nuevas y su explotación económica estuvo presidida por la transferencia permanente de recursos hacia la metrópolis, que ya no cesaría durante toda la dominación española, y que continuaría aunque con procedimientos diferentes hasta el presente.
Durante el período 1503 1660 las remesas totales de metales preciosos embarcados desde América hacia España alcanzaban los 181.333 kilos de oro y 16.886.815 kilos de plata según la constancia oficial registrada en los Libros de Cuenta y Razón y Cargo y Data de la Casa de Contratación. Indudablemente, entre esos datos no se cuentan las cargas de los navíos clandestinos que no figuraban en los listados de navegación de la Casa de Contratación, ni las inversiones realizadas por los nobles y burgueses españoles en castillos y mansiones en el propio territorio americano.
Periodo colonial
La estructura de dominación colonial comenzó a consolidarse a partir de las primeras décadas del siglo XVI. A través de la integración territorial se incorporaron al reino español los nuevos dominios bajo una concepción del bajo medioevo: las apetencias del poder político, relacionadas con la creación de un imperio, concordaban perfectamente con la primacía de la expansión mercantil.
El desarrollo, sobre estas bases, significó la destrucción total de las estructuras sociales y políticas que regían la vida de las Naciones e imperios indígenas precolombinos con sus relaciones dinámicas de poder y fuerza y su territorialidad, legislada y administrada. La ruptura total que originó el desconcierto, las diásporas, la indefensión y el aniquilamiento de gran parte de los pueblos indígenas, se consolidó con nuevas legislaciones, administraciones y límites territoriales. Virreinatos, capitanías generales, departamentos, gobernaciones, corregimientos dividieron las tierras en función de las luchas del conquistador, los asentamientos de los colonizadores y, posteriormente, de la explotación de los grandes recursos naturales que ofrecía la región (caucho, tabaco, madera, salitre, frutos exóticos, minerales preciosos) y las actividades agropecuarias. No es verosímil por tanto el eufemismo que que reduce el complejo proceso de conquista y colonización al «encuentro de dos culturas», como sinónimo de intercambio cultural, ocultando la prevalencia total y premeditada de una sobre otra.
La civilización europea no reconoció los valores de los pueblos aborígenes, creando las bases para la prolongación de su sometimiento en siglos posteriores.
Todo el período colonial hispano hasta el desarrollo del proceso de liberación americana, a finales del siglo XVIII y las primeras décadas del XIX, evolucionó reflejando el proceso de transformaciones graduales de las ideas y las estructuras europeas.

El caso norteamericano
En Norteamérica el proceso de conquista y colonización sajón el que prevaleció, finalmente, entre otros intentos tuvo matices distintos. Los primeros colonos llegaron a las tierras del este norteamericano a principios del siglo XVII. Y la primera población colonial fundada en tierras norteamericanas fue Jamestown (en el actual estado de Virginia) en 1607. Tenía aproximadamente 6.000 habitantes, en su gran mayoría ingleses ambiciosos, cuya principal obsesión fue la búsqueda afanosa de metales preciosos, sin detenerse a formar la mínima trama social entre sus pobladores para construir una colonia con visión de futuro. Las guerras con los indios, las enfermedades y los conflictos internos fueron diezmando la población hasta quedar reducidos a mil habitantes en 1624.
La historia oficial norteamericana ocultó este primer paso verdadero en la colonización de aquellas tierras por su similitud de actitudes con la conquista hispana. Los estadounidenses prefieren reivindicar a los anglicanos que llegaron en el buque My Flowers en 1620. Estos puritanos capitalistas, sometidos por la corona británica (bajo la dinastía de los Estuardo) pusieron su pie sobre las nuevas tierras con concepciones distintas, más liberales en lo político y social, con el objetivo de fundar una nueva comunidad alejada de los privilegios monárquicos y el absolutismo que prevalecían en las islas británicas. En los siguientes treinta años se produjeron olas migratorias que fueron poblando la costa Este norteamericana al amparo de leyes bastante rigurosas y sumamente progresistas para la época, en las que se determinaban la separación de iglesia y estado, la libertad religiosa, y el reconocimiento de los derechos indígenas sobre la propiedad de la tierra.
Las tribus del este, hurones, iroqueses, mohicanos se vieron presionados por las costumbres mercantilistas de los colonizadores y las tribus algonquinas no tardaron en transformar sus costumbres: de la agricultura de superviviencia al trampeo para obtener pieles de animales que, una vez descubiertos por los europeos, comenzaron a ser muy valorados. Los indios formaron olas migratorias hacia las zonas de caza y ampliaron considerablemente las zonas de trampeo para comerciar. Pocos años después (durante la primera mitad del siglo XVII) las colonias francesas y holandesas comerciaban fluidamente con los indios. Es más, los comerciantes holandeses llegaron a crear la fábrica más importante de sombreros, basada en pieles, de América del Norte, que marcó el inicio de la moda de la indumentaria en Europa(pieles de castor, nutria, zorro, etc.).
La llegada posterior de diferentes grupos religiosos como los calvinistas o los prebisterianos (que tendrían influencia decisiva en la Conquista del Oeste en el siglo XIX) ensombrecerían ese proceso que había demostrado intenciones aparentes de respeto a las culturas de los colonos y a la de los indígenas.
No por ocultos los datos de la conquista norteamericana son menos representativos de sus crueles consecuencias. A principio del siglo XVII, algunos historiadores atribuyen aproximadamente entre 8 y 10 millones de habitantes indígenas para Estados Unidos, aunque no existe coincidencia en las cifras. Los mismos autores sitúan esa población entre 850 mil y un millón y medio en 1800 (24 años después de haberse proclamado la independencia norteamericana). Enfermedades desconocidas, el deterioro económico y social, las hambrunas, el alcohol, las matanzas y deportaciones acabaron en tres siglos con casi el noventa por ciento de los indios norteamericanos. Y si la etapa colonial fue dura, los años posteriores de expansión de los colonos norteamericanos fueron aún más crueles y disgregadores para los indígenas.
Las Naciones Indias no encajaban en los planes del nuevo Estado independiente. Detrás de una fachada pacífica y respetuosa las olas colonizadoras, apoyadas por fuerzas armadas, fueron ganando territorios hacia el oeste.
A partir de 1780 los trece estados de la Unión (embrión político de lo que serían los Estados Unidos) quedaron libres de indios. Los mahican y los delaware fueron deportados al oeste de los montes Alleghanys; la Nación iroquesa obligada a ceder porciones de sus tierras a los Estados de Nueva York, Pennsylvania y Ohio en 1784. A partir de 1790 se produjo la guerra con los Shawnee como consecuencia de la negativa de éstos a renunciar a sus tierras en beneficio de los colonizadores. Finalmente fueron derrotados y debieron resignar dos tercios de los territorios de Ohio y parte de Indiana.
Los primeros 20 años del siglo XIX el flamante Estado norteamericano seguía conquistando silenciosamente los territorios de la costa atlántica sin contemplaciones con los indígenas.
En 1813 concluye la guerra anglo norteamericana con la derrota británica y el sometimiento de numerosas tribus: los kickapoos, los wyandot, los peoria, los winnebago, los sauk, los cherokees, los creek y los semínolas de la Florida. La mayoría fueron deportados a reservas en Kansas, donde cada sublevación se pagaba con una matanza; otras pueblos huyeron hacia las montañas y pantanos, totalmente desperdigados, para sobrevivir clandestinamente.
Sucesivos presidentes norteamericanos como Monroe o Jackson aumentaron la política de sometimiento y deportaciones de indios. Según explica el historiador Carlo Caranci, «a partir de 1831 se reconoce a las comunidades indias el estatuto de naciones domésticas dependientes en estado de tutela sin soberanía, puesto que se hallaban en territorio estadounidense, con las que el Estado federal puede firmartratados. Pero los mismos serán meros medios de presión para forzarlos a abandonar sus tierras y marcharse al oeste. Centenares de miles de indios son privados de sus tierras y bienes y trasladados al llamado Territorio Indio (actualmente Oklahoma): los choctaw en 1831, los creek en el 36, los cherokees entre el 38 y el 39. No sin haber sido saqueados y vejados previamente por los colonos, ante la pasividad de las autoridades, a lo largo de la Pista de Lágrimas, en la que muchos murieron antes de llegar a su destino».
La evolución del pensamiento liberal del viejo continente, fue ganando terreno durante el siglo XVIII, recortando los poderes absolutos de las monarquías y reclamando la organización más horizontal del poder dentro de la sociedad.
En Europa se desarrolló la propuesta nacionalista que sostenía el derecho de los pueblos a autogobernarse. La concepción de Rousseau, Ferguson, incluso Hobbes, sostenía la identificación del progreso con el avance del Estado, entendido ya no como una determinación divina en manos de los herederos naturales de ese poder omnímodo (absolutismo monárquico), sino como un acuerdo concensual de voluntades semejantes.
Hasta el siglo XIX la colonia en Centro y Sudamérica era ese lugar cercado y seguro que debía rendir cuentas exclusivamente a su metrópoli; parte integrante de un sistema político y económico único y cerrado. A partir de la Revolución Francesa se empezaron a reconsiderar ciertos valores, intocables hasta entonces, como la esclavitud humana, y se abren las puertas hacia el liberalismo económico (propiedad privada, librecambio de mercancías).
La repercusión de esta ideología en las colonias centro y sudamericanas tiene lugar entre finales del siglo XVIII y mediados del XIX. Los españoles residentes y los nacidos en tierras americanas al igual que los mestizos comenzaron a sentir la necesidad de distanciarse de una España decadente y acercarse a un Imperio Británico en auge, proclamador de ideales económicos libertarios contrarios al absolutismo proteccionista. Surgieron entonces en América las revoluciones de los mercaderes, de los pequeños y grandes comerciantes que necesitaban abrir fronteras y eliminar aduanas, impuestos y restricciones comerciales, deslumbrados y presionados por el avance británico.
La transformación americana a cargo de las burguesías locales no implicó el reconocimiento de los pueblos indígenas (ni de los sometidos ni de aquellos que aún habitaban territorios no ocupados por los criollos o europeos). Las nuevas clases dirigentes tuvieron como objetivo continuar la expansión y desarrollo iniciados por sus antecesores españoles monárquicos, bajo el proyecto de organización de los Estados Nación y la búsqueda de sus identidades nacionales, a las que no respondía ninguna característica del ser indígena, de modo que éste no era considerado ser nacional sino un usurpador.
Los nuevos Estados seguían considerando como «territorios desérticos» las zonas habitadas por poblaciones indígenas autónomas y automarginadas de los procesos organizativos de los descendientes de europeos. Los movimientos independentistas que dieron lugar a esas nuevas Naciones sólo reconocían límites en las tierras ocupadas por otros Estados, excepto que una relación de fuerzas favorable o equilibrada permitiera el intento de ocupación de esas zonas.
La legislación de las nuevas Naciones desconocía en la mayoría de los casos las tierras indígenas y si bien reconocía a sus habitantes como integrantes del nuevo país en caso de que los indios aceptaran el nuevo orden vigente , no los consideraba miembros de pleno derecho. La contradicción se hacía más evidente al surgir situaciones de conflicto. Cuando se producía un enfrentamiento bélico entre Estados era considerado una «guerra» que debía atenerse a los principios de la norma internacional; en cambio las luchas entre tribus y Naciones indias contra tropas de ese mismo Estado, eran denominadas «campañas» tendentes a resolver problemas internos, sin arreglo al derecho internacional.
El expansionismo de los nuevos Estados fue el motivo principal para el desarrollo de esas «campañas» por gran parte del continente para ocupar los territorios «vacíos»: la costa atlántica de Centroamérica; el litoral norte de Brasil, parte de la selva amazónica, la selva del Orinoco, la meseta del Matto Grosso; un vasto sector del Chaco; casi toda Colombia (incluido lo que hoy es Panamá) y todo el sur patagónico del continente: a partir del río Bío Bío en Chile y de los ríos Salado y Colorado en la Argentina.
Ese proceso desarrollado a lo largo del siglo XIX respondía también a las necesidades de las metrópolis europeas que experimentaban un giro en sus relaciones de fuerza.
El último tercio del siglo pasado se produjo el Gran Viraje Colonial europeo. A partir de 1870 el mapa del mundo conquistado se reconvirtió. Entre 1876 y 1914 una cuarta parte de los territorios del planeta fueron redistribuidos entre media docena de Estados: Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos, Alemania, Bélgica e Italia. Los británicos incrementaron sus posesiones en cerca de diez millones de kilómetros cuadrados; los franceses en nueve millones; los alemanes en dos millones y medio y los belgas e italianos en aproximadamente dos millones. Los Estados Unidos ampliaron sus posesiones externas en cerca de 250.000 kilómetros cuadrados, en su mayoría gracias a la usurpación de territorios mexicanos y a la obtención de antiguos dominios coloniales españoles.
El expansionismo europeo, sin embargo, no se contaba exclusivamente por la superficie de las colonias conquistadas sino en la trasmisión de las ideas que daban lugar a esa expansión. Al mismo tiempo que conquistaban nuevas tierras, establecían lazos de dependencia económica cultural con aquellos países que declaraban su independencia política en América Latina.
El gran avance industrial y comercial del centro de poder europeo necesitaba abastecerse de materias primas y los países latinoamericanos basaban su riqueza en esos recursos naturales. Es así que los territorios conquistados por los ejércitos autóctonos fueron utilizados para la explotación de esos recursos que, en su más amplia mayoría eran transferidos a las metrópolis.
La justificación ideológica de esta nueva conquista tenía puntos diferenciados de la española: se pretendía integrar esos territorios en un mercado mundial capitalista; se imponía la definición de las relaciones con los indígenas a partir del ideario liberal; los conquistados debían ser reconvertidos en ciudadanos (no en cristianos); se exigía, en muchos casos, la anulación de la estructura social precedente para incorporarse individualmente al Estado; se desvalorizaba la cultura autóctona en nombre del progreso (fuertes influencias del positivismo); se promovía la integración forzosa a una nueva estructura social con jerarquías rígidas y relaciones étnicas desiguales y racistas.
Un ejemplo: en 1854 el presidente de la República de Ecuador, José María Urbina, promulgó un decreto sobre las relaciones entre los indígenas que ocupaban el sector oriental del país (selva) y el Estado. En sus considerandos decía:
1? Que es un deber estricto del Gobierno sacar de la barbarie y colocar en el camino de la civilización a las tribus de indígenas que habitan en la parte oriental de la República.
2? Que está asi mismo entre sus esenciales deberes el de fomentar el espíritu de empresa, y procurar que se descubran y se pongan al alcance de los ciudadanos las fuentes de riqueza que abundan en esas regiones.
3? Que para conseguir este doble objeto es de absoluta necesidad dar un régimen de administración pública de la manera más adecuada a las circunstancias peculiares y excepcionales en que se encuentran actualmente esas localidades.
En su artículo 1 el decreto dice: «se incluyen bajo la denominación del Gobierno de Oriente las poblaciones territoriales conprendidas en los antiguos corregimientos de Quijos, Macas y Canelos» (división administrativa colonial). Mientras que en los artículos 2? y 3?, correspondientes al capítulo de las atribuciones del Gobernador, se expone: «Favorecer a los indígenas, y procurar introducir en ellos hábitos de orden y de sumisión a las leyes. Defender los límites de que la República se ha hallado en posesión».
En otros países de numerosa población indígena la legislación sirvió para la desmembración de la vida colectiva.
En Bolivia el presidente Melgarejo decretó en 1866 la abolición de las comunidades de origen, ordenando el reparto de sus tierras individualmente entre los indios. Y ocho años más tarde el gobierno promulgó otra ley complementaria: la de exvinculación de tierras de ayllus (denominación incaica para la división de la tierra según la administración precolombina). Ambas leyes produjeron el traspaso de los terrenos a manos blancas o mestizas; las parcelas que quedaron en poder de los indios fueron rápidamente absorbidas por las grandes fincas o haciendas privadas, permaneciendo los indígenas en sus tierras ancestrales en calidad de sirvientes que recibían una pequeña parcela y, a veces, el permiso para conservar algunos animales.
En 1870, contemporánea a la legislación boliviana, el régimen guatemalteco de Rufino Barrios impuso una ley similar sobre las grandes tierras de la meseta que aún conservaban en administración colectiva las comunidades indígenas. El resultado fue catastrófico para los nativos: muchas de las tierras no registradas fueron vendidas como baldías por el gobierno a grandes hacendados; otras fueron absorbidas o compradas por los latifundistas en maniobras financieras no siempre transparentes.
La ley venezolana sobre reducción, civilización y resguardo de indígenas, del 2 de junio de 1882, declaró «la abolición de las antiguas reservas y todos los privilegios concedidos por la administración colonial. Sólo se reconocen las comunidades indias de los territorios federales de Amazonas, Alto Orinoco y La Guajira». Y apenas iniciarse el siglo XX se cerró el cerco legal. El 8 de abril de 1904, una nueva ley sobre resguardos indígenas dispuso «que las tierras que habían sido propiedad de las comunidades indígenas desaparecidas y las tierras cuyos títulos de propiedad no pudieran ser debidamente establecidos pasarán a poder de la Nación (…)»
Esta política fue aplicada con matices menores y adaptada a la circunstancias territoriales, en cada país, en toda Latinoamérica. Y produjo el creciente aniquilamiento, bajo cobertura legal gubernativa, de aquellas Naciones indígenas que se negaban a integrarse en el nuevo sistema o a desalojar las tierras «vacías».
Las peores matanzas organizadas sistemáticamente fueron las producidas en Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay. El proyecto autárquico y autoritario impuesto en este último país en la segunda mitad del siglo XIX llevó a una guerra, denominada de la Triple Alianza, que lo enfrentó a Brasil, Argentina y Uruguay, aliados que contaron con la asistencia de Gran Bretaña en base a suministros y préstamos financieros. Las masacres indígenas de tribus guaraníes, tobas, guaycurúes, mocovíes y matacos, entre otras, permitió no sólo liberar la región del Chaco para su explotación (forestal fundamentalmente) sino también aplastar las intenciones autonómicas proteccionistas del Paraguay y abrirlo al librecambismo. Pocos años después los gobiernos de Argentina y Chile llevaron adelante la Campaña al Desierto (tierras ocupadas por Naciones Mapuches en el sur de ambos países). Las sucesivas incursiones duraron aproximadamente 15 años y, en términos de vidas humanas, tuvieron un costo oficial de más de 70.000 indios. Durante esa época el científico inglés Charles Darwin investigaba en tierras patagónicas y describió así las persecuciones contra los indios: «Siéntese profunda melancolía al pensar en la rapidez con que los indios han desaparecido ante los invasores. Aquí todos están convencidos de que ésta es la más justa de las guerras ?Quién podría creer que se cometan tantas atrocidades en un país cristiano y civilizado? Creo que dentro de medio siglo no habrá ni un sólo indio salvaje al norte del Río Negro» (del libro «Viaje de un Naturalista Alrededor del Mundo»).
Esa campaña forjó el latifundismo argentino. El gobierno y los terratenientes realizaron un gran negocio; la adjudicación y venta de tierras. Las aristocráticas familias de Buenos Aires y representantes de latifundistas extranjeros tuvieron prioridad para comprar grandes extensiones de tierras en la zona de Río Negro y Neuquén (más tarde se trasladaron a las provincias australes de Chubut y Santa Cruz), donde pagaron 0,16 centavos por cada hectárea. Quince años después del término de la «Campaña», es decir a finales de siglo, cada hectárea costaba 400,00 pesos. Las más grandes fortunas y familias de raigambre argentina nacieron como consecuencia de estas operaciones.
En el resto de Latinoamérica las represiones sistemáticas estuvieron dirigidas a los núcleos indígenas resistentes; a los más remisos a asimilarse al nuevo sistema, que tenía reservada para ellos una situación de servidumbre esclavizante. Su papel sería el de mano de obra libre sin ninguna legislación que los amparase, ni en lo laboral ni en lo social.
La Conquista del Oeste norteamericano
Estados Unidos intensificó durante el último cuarto del siglo XIX, superada la Guerra de Secesión, todo el «lento» expansionismo hacia el oeste que le había permitido un crecimiento continuado desde la declaración de su independencia. Este último período fue el más cruente de la persecución indígena: lo que más tarde la historia oficial norteamericana llamaría la Epopeya de la Conquista del Oeste.
En 1860, entre los 31.400.000 de norteamericanos blancos y el océano Pacífico se interponían centenares de miles de indios agrupados en diferentes naciones. Treinta años más tarde, los dos océanos estaban unidos bajo la jurisdicción de un mismo Estado habitado por 62.700.000 habitantes, en su mayoría inmigrantes extranjeros dispuestos a vivir en las tierras expoliadas a los indígenas.
Los recursos para expulsar a los indios de sus tierras no ofrecieron demasiados reparos y contradijeron claramente los preceptos legales y morales que sostenían la ideología del nuevo Estado.
La base del sustento de las grandes naciones indígenas de la pradera era el búfalo; su matanza deliberada, indiscriminada y dirigida ofuscó a muchos de esos pueblos que se lanzaron desesperadamente a una batalla final por la supervivencia. Los datos de esa sorda guerra oficial son elocuentes: en 1830 existían cerca de 75 millones de búfalos diseminados en la vasta pradera central norteamericana; veinte años más tarde quedaban 50 millones. En 1883 se los había declarado una especie en extinción (sólo en 1870 se abatieron más de un millón de animales).
Las matanzas de indígenas ante la resistencia a ceder sus tierras tampoco ofrecieron reparos oficiales. Primero fueron los sioux en 1862 quienes se negaron a abandonar los territorios de Minnesota y las Dakotas y poco después los cheyennes, quienes quedaron reducidos a unos grupúsculos luego de las matanzas de Sand Creek, en 1865 y la de Washita River, nueve años más tarde, dirigida por el general Custer.
El desequilibrio era tan grande y la desproporción del enfrentamiento entre las tropas estatales y los indios tan mayúsculo, que en 1876 sioux y cheyenes, haciendo el más grande esfuerzo de concordia, pudieron formar un ejército de 2.000 guerreros. La historia estadounidense recuerda como el gran desastre de su ejército frente a los indios la derrota de Little Big Horn, en la que murieron 260 soldados del general Custer.
En 1886, Gerónimo, jefe de los apaches chiricahuas, huía por tierras de Nuevo México desde hacía tres años dándole jaque a varios regimientos que le perseguían sumando una tropa conjunta de 5.000 hombres. Los indios eran 25, con sus mujeres y niños. Finalmente fueron atrapados 18.
En 1889 se cerró el último acto de aquella conquista difundida tendeciosamente, medio siglo después, a través del cine y la televisión. El llamado Territorio Indio, fue convertido por el gobierno Norteamericano en el Estado de Oklahoma. En esa tierra malvivian, harapientos y muertos de hambre, 75.000 indios deportados de diferentes regiones. El 22 de abril de aquel año, y en sólo 24 horas vieron invadidas esas tierras deprimidas y secas por 50.000 colonos. Las reservas que les asignó el gobierno estadounidense eran semejantes a corrales de hacinamiento.
PARTE II
Siglo XX: El olvido
A finales del siglo pasado y primeras décadas del presente comienza una «tercera conquista» de los indígenas americanos. En esta oportunidad, estabilizadas las condiciones políticas y divisiones territoriales en lo que respecta a sus distribución entre los Estados de la región latinoamericana, el peso de esta nueva colonización quedó relegado a la acción privada, con el apoyo jurídico que le otorgaban las nuevas legislaciones, frente a la indefensión de los indios y el olvido del cuerpo social.
Los territorios conquistados el siglo anterior a los mapuches, en Argentina y Chile, permitieron la explotación agroganadera de aquellas tierras a través de empresas textiles y frigoríficas importadoras de carnes y cueros de Gran Bretaña (Swift, Westley, etc.); también compañías inglesas se hicieron con vastos territorios de Paraguay, Argentina, Brasil y Uruguay para la explotación forestal indiscriminada en el hábitatocupado por las Naciones indígenas del Chaco y la Baja Amazonía.
Después del invento de los neumáticos por John Dunlop, en 1808, el caucho pasó a ser el oro blanco de la selva sudamericana. En el norte de la selva amazónica (abarca territorio colombiano, peruano y brasileño) la fiebre del caucho provocó masacres silenciadas. Un aterrador testimonio del norteamericano W. Handenburg, registrado en 1.909, pone de manifiesto la magnitud del genocidio «(…) Los agentes de la Compañía obligan a los pacíficos indios del Putumayo a trabajar día y noche, sin la más mínima recuperación salvo la comida necesaria para mantenerlos vivos. Les roban sus cosechas, sus mujeres, sus hijos. Los azotan inhumanamente hasta dejarles los huesos al aire… Toman a sus hijos por los pies y les estrellan la cabeza contra los árboles y paredes… Hombres, mujeres y niños sirven de blanco a los disparos por diversión y en oportunidades les queman con parafina para que los empleados disfruten con su desesperada agonía (…)».
Estas acciones repetidas en el resto de América Latina, contaban con la permisividad oficial ya sea por acción, protegiendo la actividad de esas empresas que significaban «progreso» o por omisión, puesto que esas poderosas compañías extranjeras suplantaban la capacidad represiva oficial en lugares alejados y contribuían a mantener la unidad territorial formal.
El pensamiento antiindio se hizo doctrina oficial en la Argentina del siglo XX, justificando el genocidio, el destierro y el saqueo. En un libro de geografía, aprobado como texto escolar por el Ministerio de Educación, y escrito en 1926 por el profesor Eduardo Acevedo Díaz, se podía leer (…) «La República Argentina no necesita de sus indios. Las razones sentimentales que aconsejan su protección son contrarias a las conveniencias nacionales».
En el presente siglo la lucha por las tierras indias quedó relegada a pocos núcleos resistentes de hecho, a la supervivencia de comunidades indígenas en regiones improductivas o la asimilación al sistema productivo del país en cuestión. En este último caso los indios era tratados como personas marginadas de una legislación laboral ya de por sí escasa e injusta para los intereses del trabajador. Por lo general el indio realizaba tareas agrícolas y, según especifica un Informe de la Organización Internacional del Trabajo realizado en 1953, las condiciones de la labor eran las siguientes: «(…) el terrateniente facilita al indio una parcela de su propia tierra (generalmente difícil de trabajar por su infertilidad o desnivel de relieve) y también semillas, abonos y herramientas y, para cubrir sus necesidades, le anticipa dinero para cuya devolución se le exige un pago en especie a un tipo de conversión que determina el propietario. De este modo se abre ‘una cuenta en especie’, lo que da lugar a una situación de dependencia debido a la acumulación de las deudas, que a menudo obliga al trabajador indígena a permanecer indefinidamente al servicio del terrateniente».
Un ejemplo claro de esta situación, repetida en la mayoría de los países de Latinoamérica, fue el México prerevolucionario. Al final de la dictadura de Porfirio Díaz, el uno por ciento de la población poseía el 70 por ciento de las tierras laborables del país: en el Estado de Chihuahua una sola familia se consideraba dueña de 4.956.000 ha; en tanto el Estado de Hidalgo se lo repartían tres familias.
En Perú las formas esclavizantes de trabajo se mantuvieron de hecho legalmente hasta 1969. Un informe elaborado 15 años antes daba cuenta de las dos modalidades de tenencia de la tierra de los indígenas: el colonato y el yanaconaje, este último heredado de la colonia española 400 años antes. El yanacón o yanacona, según una Comisión de Expertos en Trabajo Indígena de la década de los cincuenta, «es un trabajador que tiene dos contratos: uno que lo compromete a prestar servicios en la hacienda como trabajador estable y otro por el que recibe un pedazo de tierra para cultivarla por su cuenta. Este segundo es de arrendamiento o aparcería. Si el indio recibe la tierra en arrendamiento a merced conductiva puede pagarla en dinero, aunque es más usual que lo haga en productos que el mismo principal señala en cantidad fija».
La integración mundial creciente en este siglo, fundamentalmente relacionada con aspectos económicos, ha transformado negativamente la vida de los indígenas latinoamericanos, prolongando su desintegración como pueblos y su degradación en la escala social. Los grandes proyectos de progreso de los gobiernos latinoamericanos fueron conducidos por la senda liberal que confiaba el control de los sectores básicos de su economía a grandes empresas multinacionales extranjeras.
En el terreno de la energía un ejemplo flagrante fue la Guerra del Chaco (enfrentó a Bolivia y Paraguay en 1932 1935 por reivindicaciones territoriales) motivada por intereses particulares de dos empresas petroleras contendientes, La Royal Dutch Shell y la Standard Oil, que pretendían lograr mejores posiciones negociadoras y mayores parcelas en los yacimientos de hidrocarburos. La mayor parte de las víctimas de esa sangrienta guerra fueron indios.
En Guatemala, los yacimientos controlados por la Texaco y Amoco Oil eran custodiados por los propios militares guatemaltecos que aún ejercen la represión indiscriminada contra los trabajadores indígenas. En las mismas tierras indias de Alta Verapaz fue encontrado níquel cuya explotación quedó en manos de la INCO y la Hanna Minning Co., empresas que provocaron la expulsión de los indios bajo el fuego de un ejército privado que, en 1978 causó la matanza de más de dos centenares de nativos. Similares acciones se produjeron/producen en otros países con la explotación de otros recursos naturales, como el petróleo en Perú, Venezuela, México y Ecuador; el cobre en Chile; el estaño en Bolivia; el oro en Brasil; las esmeraldas y el café en Colombia, entre muchos otros. Pero el ejemplo que ha tenido mayor relevancia en el continente es el de la empresa United Fruit Company, cuyo poder se extiende desde principios de siglo por Colombia, Ecuador, Panamá, Costa Rica, Honduras, Nicaragua y Guatemala, creando un Estado dentro de otro mayor, incluso con el poder manifiesto para derrocar presidentes, conducir la economía, decidir sobre infraestructuras y modificar a su antojo las condiciones legales y sociales de esos países. Esta empresa poderosa redujo a la explotación esclavista a gran parte de los trabajadores indígenas que cosechaban los frutales que exportaba; y tenía libertad para reprimir cualquier intento de protesta o para ejecutar «traslados forzados» de indígenas hacia reductos similares a campos de detención, disimulados bajo formas laborales.
No resulta extraño este tipo de comportamiento de empresas que teóricamente deberían respetar las leyes del país en el que se asientan. Las legislaciones de inversiones extranjeras en los países latinoamericanos no existían o cuando, a lo largo del siglo, se fueron decretando, tenían un alto índice de permisividad para la instalación y gestión foráneas dentro de cada país. Todo aquello que no pudiera ser conseguido a través de la legalidad vigente, claramente favorable a sus intereses, era logrado a través de la corrupción de las autoriades locales o la presión política económica, ejercida desde las empresas centrales o las propias autoridades nacionales norteamericanas o europeas.
La explotación del indio como ideología medieval, fue abolida en la Argentina en 1949, en Bolivia en 1952 y en Perú en 1968; en Colombia, Ecuador y Brasil, la presión internacional ha favorecido el impulso de un proceso de recuperación y delimitación de tierras y derechos indígenas, aún escaso, entre 1991 y 1993. En tanto otros países como México, Ecuador y Chile, por ejemplo, siguen sin definición clara sobre el tema.
El concepto de «Nación dentro de otra Nación», base ideológica para la organización de comunidades indias en los Estados actuales, no ha sido nunca aceptada por los países latinoamericanos como una especie de autonomía política, administrativa y cultural que permitiera la conservación o recuperación de sus viejos valores.
En el trascurso de las décadas de los 60, 70 y 80 los procesos dictatoriales que asaltaron el poder en la mayor parte de los países del subcontinente, adoptaron la Doctrina de Seguridad Nacional como pieza clave de la represión militar que ejercían sus propios ejércitos nacionales contra rebeliones internas al orden establecido. El fantasma del enemigo comunista, tan relevante durante la Guerra Fría, fue agitado por una de las potencias en litigio (Estados Unidos) para controlar el continente y adaptarlo a sus necesidades políticas y económicas.
La falta de arraigo nacionalista evidenciado por las comunidades indígenas y por los propios ciudadanos indios asimilados, produjo la desconfiaza y sospecha permanente de las autoridades dictatoriales. En Chile, cada movimiento de las reservas mapuches del sur fueron contestados con incursiones del ejército chileno, comandado por general Pinochet, con saldos que superaban las centenas de muertos. En esas tierras el proyecto hidroeléctrico del alto Bío Bío, que amenazaba sumergir las zonas destinadas a seis comunidades indígenas, fue tomado como una prioridad de infraestructura del país.
Durante los años 70 cerca de 3.600 km2 de territorio fronterizo brasileño correspondiente a comunidades indias del Amazonas, pasaron a control militar por «razones de seguridad», dando ingreso posteriormente al área a empresas extranjeras para explotar recursos naturales. Durante la dictadura argentina (1976 1983) la campaña «marchemos hacia la frontera«, llevada a cabo por el general Domingo Bussi para reforzar el espíritu nacionalista, puso en tela de juicio el «nacionalismo» de los mapuches ubicados en la provincia de Neuquén, sistemáticamente hostigados por esta causa.

Presente de aislamiento y marginacion
La ideología del olvido, la sospecha, la marginación social y económica, el rechazo racista y la represión violenta de las comunidades indígenas persiste en América Latina, según se deduce de los numerosos estudios sobre sus condiciones de vida, realizados por entidades oficiales, religiosas, organizaciones no gubernamentales y organismos internacionales: la mayoría coincide en afirmar que la situación es depobreza extrema, con destrucción del tejido social, marginación creciente y nulas posibilidades de integración colectiva o reconocimiento de su cultura singular. Aisladas, sin posibilidades económicas, sobreviven mediante el desarrollo de actividades informales, carentes de cobertura sanitaria y educacional. En los países andinos constituyen la gran mayoría postergada de la población, desintegrados del país oficial, soportando estructuras sociales discriminatorias y relegados en muchos casos a las tierras altas de los valles andinos o a la ceja de selva amazónica (cultivo y comercio de hoja de coca). En Guatemala están sometidos al terror ejercido por un ejército que se ampara en la represión antiguerrillera para cometer masacres que no trascienden a los medios de comunicación. Los hijos de indígenas guatemaltecos reciben generalmente un año y medio de educación en contraste con los cinco años de promedio que alcanza el resto de la población infantil.
Los trabajadores indios del continente reciben, como media, un salario equivalente al 60 por ciento del sueldo que cobran trabajadores de otras etnias por igual tarea y tiempo empleados.
Los cambios demográficos y sociales y el desarrollo tecnológico han sido la causa de numerosos cambios en la economía que obligaron a grandes migraciones internas de los indígenas hacia las ciudades del continente. La tareas agrícolas fueron perdiendo peso en el aparato productivo y su rendimiento se hizo cada vez más escaso originando el traslado de hábitat para sobrevivir, con la consiguiente pérdida designos de identidad que ello supone.
De acuerdo con un estudio realizado por la organización no gubernamental Survival International, «Los quechuas se ven obligados a dejar sus tierras y dirigirse a las ciudades donde la única opción para las mujeres es vender sus productos y para los hombres trabajar como porteros y obreros mal pagados. Sus antepasados murieron en las minas de oro y plata como esclavos de los españoles y hoy las cosas han mejorado poco, pues sus vidas están reducidas al servilismo y a la pobreza en los barrios marginales de las ciudades».
En la Amazonia que comparten Brasil, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana y Bolivia perviven todavía grupos indígenas que conservan su estructura primitiva aunque fueron reducidos por las incursiones violentas de los colonos o los explotadores de minerales.
Según un informe del Consejo Económico y Social de Naciones Unidas «Los indios yanomamis están agonizando en Brasil, ya que el gobierno impide que lleguen hasta ellos los servicios médicos adecuados. Los yanomamis son el grupo indio más nutrido que todavía vive en América del Sur relativamente aislado de las comunidades no indias. Este grupo constituye en Brasil una población de 9.000 a 10.000 indios, en el Estado de Roraima. Su situación ha experimentado un acusado deterioro y numerosos yanomamis han muerto a causa de las enfermedades y la violencia desatada por los cerca de 50.000 buscadores de oro que invadieron su territorio».
La tribu nambiquara («orejas largas» o «agujero en la oreja»), formada por nómadas, cazadores y recolectores, vivía libremente en la sabana brasileña hasta la decisión del Estado central de abrir una supercarretera que atravesara sus tierras en 1960. Durante los últimos 30 años los nambiquara han sufrido la marginación en reservas reducidas, un aumento considerable de su mortandad a causa de los asesinatos de colonos y madereros que incursionan en su zona, la desnutrición y afecciones como fiebre tifoidea y amarilla. A inicios de la década de los 90 habían quedado reducidos a 1.200 habitantes.
Mayor éxito tuvo el grupo indígena amazónico kayapó que en 1989 logró resistir en base a un programa de protesta internacional liderado por organizaciones no gubernamentales y medios de comunicación, un plan de construcción de embalses en sus tierras que hubiesen anegado un territorio equivalente a una vez y media la superficie de Gran Bretaña.
Similares dificultades viven otros pueblos que pretenden preservar sus formas de vida comunitaria: los wichi, en medio de la selva del Chaco argentino, han sido invadidos por colonos criadores de ganado que manejan la ley y la justicia en función de sus intereses, llegando al asesinato para resolver los contenciosos. Los rarámuris (pies veloces) habitantes de las montañas del oeste mexicano deben enfrentarse a los colonos y a la política oficial, ya que en 1989 el Banco Mundial concedió un crédito de 45 millones de dólares a México para la explotación forestal en el Estado de Chihuahua. Las talas han reducido sistemáticamente, año a año, la superficie de su zona vital con el peligro de su extinción como etnia.
En Costa Rica, cerca de cuatro mil indígenas huaynines viven en la frontera con Panamá y por tanto, ante la duda de su ubicación, el gobierno costarricense les niega la nacionalidad; cuestión que se repite en el caso del gobierno panameño. Como consecuencia de este simple problema burocrático los indígenas no tienen derecho sobre sus tierras porque no pueden acreditar su nacionalidad costarricense y tampoco reciben los beneficios de la Asistencia Social y la atención médica que la legislación de ese país centroamericano ofrece gratuitamente a todos sus habitantes.
Una de las pocas comunidades que han logrado conciliar los intereses nacionales y trasnacionales con los suyos propios son los Kuna, grupo indígena (el tercero de Centroamérica en población) habitante del istmo de Darién en el archipiélago del Golfo de San Blas, en la costa atlántica panameña. El aislamiento fue su mejor aliado para conservar entre los islotes sus costumbres y estructura social. Cuando los intereses norteamericanos favorecieron la independencia de Panamá de Colombia para poder llevar adelante la obra del canal interoceánico, el territorio Kuna recibió protección norteamericana para evitar la recuperación colombiana. Actualmente, los kuna continúan viviendo en sus 375 islas invadidos por los turistas y la infraestructura de trasporte, comunicaciones y servicios. Tampoco han podido escapar a la depauperada economía que el país centroamericano tiene reservada a sus sectores sociales más bajos, los cuales buscan refugio en un circuito comercial marginal, sumergido. Una situación repetida en toda la región como consecuencia del subdesarrollo y las relaciones intrínsecamente injustas en que está sumida.
Las acciones de los gobiernos americanos para solucionar lo que generalmente llaman el «problema indio» dependen de la trascendencia internacional de la situación de sus comunidades o ciudadanos indígenas, el perjuicio político que provoquen, o los grupos de presión internos que actúen para concienciar a la opinión pública. El movimiento indigenista ha logrado tomar una tenue iniciativa, a partir de 1970, como respuesta y resistencia activa a su constante deterioro, explotación y olvido intencionado. Los gobiernos americanos, sin embargo, tienden a ocultar, silenciar la vida marginal de los indígenas y a mantener un orden opresivo plenamente justificado desde el poder, mediante el cual minorías/ mayorías blancas someten económica y socialmente a las mayorías/ minorías indígenas.
ANEXO I

Un modelo de genocidio: Argentina La conquista del desierto
La denominada Conquista del Desierto en Argentina, llevada a cabo durante el último tercio del siglo XIX, tuvo como misión eliminar definitivamente la línea fronteriza impuesta como un cordón de seguridad cortando el mapa de la Argentina a la altura del sur de la provincia de Buenos Aires, La Pampa y Neuquén. Ese paralelo imaginario dejaba cautiva, en poder de los indígenas, toda la Patagonia y las zonas más productivas del centro del país (la región Pampeana). Su presencia impedía el desarrollo del ferrocarril, las explotaciones mineras (carbón), forestales (bosques de coníferas), agrícolas y de ganado ovino, sectores sobre los que tenían especial interés las empresas británicas.
Más allá de las grandes civilizaciones de la llamada América Nuclear, que abarcaba todo el territorio encerrado entre los trópicos, al sur de Cáncer vivían numerosas naciones con un grado menor de avance cultural. En el noroeste argentino y chileno y el sur boliviano estaban asentados los atamaqueños, los omaguacas, y los diaguitas, tribus incorporadas al Tahuatinsuyo (Imperio Inca). En la región del Gran Chaco (noreste de Argentina, Paraguay) los guaycurú era la nación más importante dividida en grupos: los mbayá, los caduveo, los guaraníes, los matacos, los payaguá, los mocovíes y fundamentalmente los tobas. Más al sur, en territorios de lo que hoy es Uruguay se asentaban las tribus charrúas. En el centro de Argentina, sanavirones y comechingones se repartían las sierras y los huarpes la precordillera mendocina. La región pampeana estaba habitada por una de las naciones más importantes del subcontinente, los araucanos, dividida a su vez en numerosos grupos étnicos entre los que destacaban los mapuches, los ranqueles, los puelches y los tehuelches. En el extremo sur del continente, al sur de la provincia Argentina de Santa Cruz y en la isla de Tierra del Fuego, ejercían su particular cultura del frío, las tribus ona, alacaluf y yaghan. Este resumen étnico puede ser sorprendente para muchos europeos que creían que la Patagonia era un territorio deshabitado. Todas esas naciones fueron literalmente arrasadas por los ejércitos argentinos durante el siglo XIX.
Durante la década de 1830 a 1840, el caudillo de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas realizó varias incursiones hacia el «desierto» para intentar aislar a las tribus de indios puelches y ranqueles. Tribus nómadas sin localizaciones específicas, inventoras de la «guerra de guerrillas», sus ataques se producían en grupos reducidos, llamados malones, que lograban sembrar el pánico entre las poblaciones fronterizas.
En mayo de 1832 el general Rosas comienza su primera incursión hacia el suroeste, en dirección a las provincias patagónicas de Río Negro y Neuquén. Cuatro meses más tarde el diario de Buenos Aires la «Gaceta Mercantil», daba a conocer los resultados de la breve campaña: «3.200 indios muertos, 1.200 prisioneros de ambos sexos».
A principios de los años 40 la campaña se cierra con más de 8.000 indios muertos y un avance importante sobre sus territorios de la línea de fortines fronterizos.
Los conflictos internos y la lucha de intereses por el poder en la Argentina que recién nacía postergaron el golpe final por el cual abogaban los miembros del Club del Progreso de Buenos Aires, cuyos integrantes formaban las ricas familias oligárquicas descendientes de los españoles. Entre ellos habían militares deseosos de gloria sobre la base de una nueva epopeya; terratenientes avariciosos que habían esculpido la frase «no hay negocio como el de las tierras, en una nación jóven», y financistas y banqueros deseosos de otorgar nuevos créditos a tasas módicas para engrosar sus capitales.
En 1877 asume la presidencia de la Nación Argentina el doctor Nicolás Avellaneda un liberal honrado que cogió a un país con ganas de salir adelante pero con una carga de deuda externa generada durante a presidencia anterior de Domingo Sarmiento (con la banca, empresas y particulares ingleses, preferentemente) que le hizo profetizar: «nuestro país pagará sus compromisos externos hasta la última gota desangre del último argentino». Desde luego, en la mente de Avellaneda los primeros litros de ese plasma salvador debían recaudarse de venas indias. Inmediatamente nombró ministro de Guerra a un jóven y aristocrático general de 34 años, Julio Argentino Roca, de reconocida militancia antiindia y con un importante antecedente en su hoja de servicio: varias batallas ganadas seis años antes en la Guerra del Paraguay o de la Triple Alianza (Brasil, Argentina y Uruguay contra Paraguay), en la que el presidente argentino Bartolomé Mitre financió una matanza premeditada de indios y mestizos con capitales de la banca Baring Brothers de Londres.
Roca inicia los preparativos de la Campaña al Desierto en 1878. Algunas columnas de soldados partieron hacia el sur como operativo de ablandamiento de la gran andanada. Volvieron con 4.000 indios prisioneros: hombres, mujeres, niños y ancianos. Muchos de ellos murieron en campos de reserva.
Las incursiones fueron minando paulatinamente la resistencia de indios que tenían pocas posibilidades de sobrevivir si sus costumbres sociales se veían amenazadas, si no disponían de tiempo para la caza y la recolección, mientras guerreaban, ni podían dar seguridad a sus familias. Sin embargo ninguno de ellos estaba dispuesto a rendirse. Namuncurá y Pincén, dos de los caciques araucanos más prestigiosos se dispersaron en los montes con cien guerreros cada uno para atacar por «montoneras» (pequeños grupos que actúan por sorpresa) a los hombres blancos y resistir hasta las últimas consecuencias.
En abril de 1879 el general Roca inicia su expedición desplegando en abanico a más de 6.000 hombres muy bien pertrechados y apoyados por artillería. Más de 150.000 indios inician una triste retirada; un éxodo en dirección al Neuquén.
El informe final que el general Roca ofreció al Congreso sobre esa campaña dice que «14.172 indios fueron reducidos, muertos o prisioneros (algunos historiadores elevan esa cifra a 35.000). Seiscientos indígenas fueron enviados a la zafra en Tucumán.

Los prisioneros de guerra fueron incorporados (forzosamente) al Ejército y la Marina para cumplir un servicio de seis años, mientras que las mujeres y los niños se distribuyeron entre familias que las solicitaban (para servicios domésticos o adopción forzada) a través de la Sociedad de Beneficiencia».

En 1881 Roca inicia la segunda fase de exterminio ilegal en la provincia del Neuquén, puesto que el Congreso le había autorizado, a través de una ley (número 947) a perseguir a los indios solamente hasta la frontera reconocida de los ríos Limay y Neuquén «y no más allá». En marzo de 1881 el general Villegas partía con tres brigadas de infantería, cuatro regimientos de caballería y una sección de artillería hacia el lago Nahuel Huapi (Cabeza de Tigre, en araucano). La huida de las familias indias (sólo opusieron resistencia los caciques con grupos selectos de guerreros) transformó la expedición gloriosa en un auténtico saqueo. Después de matar 45 indios y de tomar 150 prisioneros, las huestes del ejército argentino se alzaron con 6.500 cabezas de ovinos, 1.700 vacas y 2.300 caballos, rapiñados a las tribus en fuga. Las batallas siguientes al pie de la Cordillera de Los Andes, pusieron de manifiesto el desequilibrio existentes: 345 indios muertos y 1.720 prisioneros. Entre las fuerzas nacionales se registraron 17 muertos y 21 heridos.
En términos de vidas humanas la conquista del Neuquén tuvo un costo oficial de 55.000 indios.
Datos demográficos
Actualmente la población indígena latinoamericana se eleva aproximadamente a 40 millones de personas (varía según fuentes oficiales y movimientos indigenistas). Los países andinos de Sudamérica (Chile, Bolivia, Perú y Ecuador) junto a Guatemala y México concentran los grupos mayoritarios. En tanto en la selva amazónica sobreviven aproximadamente unos 250.000 indígenas.
Un detalle más exacto acerca estas cifras:
País Indígenas Porcentaje s/población total
Argentina: 350.000 1,1
Belize: 15.000 8,5
Bolivia: 5.000.000 68,5
Brasil: 250.000 0,2
Chile: 1.000.000 7,6
Colombia: 500.000 1,5
Costa Rica: 30.000 1
R. Dominicana: 2.000 8
Ecuador: 4.100.000 38,7
El Salvador: 500.000 9,5
Guayana Fr.: 4.000 4,4
Guatemala: 5.300.000 57,6
Guyana: 40.000 4,9
Honduras: 245.000 4,8
México: 12.000.000 13,5
Nicaragua: 150.000 3,8
Panamá: 140.000 5,8
Paraguay: 100.000 2,3
Perú: 9.300.000 43,3
Surinam: 15.000 3,6
Uruguay: 400 0,01
Venezuela: 300.000 1,5
Fuente: ONG Survival Internacional; IEPALA (Instituto de Estudios Políticos para América Latina y Africa).
Bibliografía
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«Expansión de fronteras sobre comunidades indígenas»; Dolores Juliano; Intermon, 1992.
«Identidad étnica y movimientos indios en América Latina»; Guillermo Bonfill Batalla; Intermon, 1992.
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«Los virreinatos americanos»; Pedro Vives, 1987.
«Sevilla y el comercio de Indias»; Manuel Ballesteros; colección Historia 16, 1987.
Artículo «El present dels pobles indígenes a Amèrica Llatina», revista DCIDOB N?40, mayo, 1992.
«Indios Kuna»; Tomás Calvo Buezas, 1987.
«Las matanzas del Neuquén crónicas mapuches»; Curruhuinca Roux; Plus Ultra, 1984.
«Caballos contra Jaguar La extraordinaria conquista de las fieras de indias»; Emilio García Merás; Kaydeda Ediciones, Madrid; 1988.
«Dos mil años de economía española», Pedro Voltes; Planeta, 1988
«Cinco siglos de legislación agraria en México»; Manuel Fabila (director de colección); México, 1941.
«Poblaciones Indígenas»; informe de la Organización Internacional del Trabajo, 1953.
«Indigenous People International Year 1993»; Centre for Human Rights United Nations, 1993.
«Historia Social del Ecuador» tomo III; Piedad Peña Herrera de Costales y Alfredo Costales Samaniego, Quito, 1963.
«Las revoluciones hispanoamericanas 1808 1826»; John Lynch; Editorial Ariel; 1976.
«Abi Yala Tierra, nuestra libertad»; Intermon, 1977.
Artículo «Aborígenes Condenados al olvido»; revista El Periodista de Buenos Aires N?15; Carlos Ares, Adriana Bruno y Cecilia Mosto; 1984.
«Multinacionales en Latinoamérica»; Nelson Martínez Díaz; colección Historia 16, 1985.
«El Oeste Americano»; Carlo Caranci, Historia 16; 1985.
«Historia de Estados Unidos»; Carl N. Degler; Editorial Ariel;
1986.
«Conquista de Norteamérica»; Manuel Ferrer, Sylvia L. Hilton,
Pedro Vives; Historia 16; 1985.
«La Santa Federación» 1840 1850; Andrés Carretero; colección
Memorial de la Patria; Ediciones La Bastilla, Buenos Aires; 1979.
Informes e investigaciones de la ONG Survival International.
Autor:
Osvaldo Leboso

 

10 sorprendentes hábitos de higiene de los Aztecas

10 sorprendentes hábitos de higiene de los aztecas que contrastaban con los europeos

Un amor por la limpieza parece haber sido la mentalidad general de la población: el Códice Florentino muestra la importancia de la higiene documentando las instrucciones de limpiezas dadas por los padres mexicas a sus hijos.
Jacques Soustelle
La Europa del siglo XV tuvo uno de sus periodos más antihigiénicos de todos los tiempos. Lo anterior, en parte por que luego de la peste de 1347 (que acabó con 1 de cada 3 europeos), Felipe VI pidió a la Universidad de París las causas de la propagación; entre las conclusiones de la institución estuvo el que los baños calientes abrían la piel, de manera que el organismo era más susceptible a los gérmenes.
Aunque históricamente la sociedad europea nunca se distinguió por un estricto régimen higiénico, a partir de entonces los baños públicos fueron cerrando y esto debilitó aún más la limpieza personal entre los habitantes del continente.
En toda su vida Luis XIV se bañó únicamente dos veces, pero era considerado limpio por cambiarse su ropa blanca dos veces al día; por su parte los españoles se lavaban los dientes de vez en cuando, pero ¡con orina! Todos estos datos forman parte de un artículo publicado por la periodista Katherine Ashenburg, también autora del libro The Dirt on Clean, donde abunda en los hábitos de higiene de numerosas sociedades.
En ese mismo escrito Ashenburg hace un interesantes desglose de los hábitos de higiene de los mexicas, que dejaron sorprendidos a los españoles, incluso atemorizados, por las creencias negativas que durante siglos se habían asociado al tema de la limpieza personal.
Presentamos algunos de las pulcras costumbres de los mexicas, quienes a diario lavaban sus dientes, barrían sus calles y trataban sus desechos, mientras sus conquistadores vivían, francamente, entre la podredumbre de sus ciudades, casas y de sus propios cuerpos.
Los mexicas, por miles, barrían las calles de sus ciudades cada día.
En cada vecindario fueron construidos baños públicos.
Trataban sus desechos. Cada día, los residuos fecales eran transportados en canoas para ser aplicados como fertilizantes.
Mientras en ese tiempo Londres seguía tomando agua del contaminado Río Tames (incluso hasta 1854,) los mexicas suministraban su ciudad con agua limpia desde Chapultepec gracias a los acueductos construidos tanto porNezahualcóyotl (entre 1446 y 1478) como por Ahuitzotlveinte años más tarde.
El mismo conquistador Andrés de Tapia reportó, con un tono de poco entendimiento, el que el rey Moctezuma se bañase dos veces al día.
Los mexicas usaban la hierba del copalxocotl (llamada como árbol del jabón por los españoles) y la raíz del xiuhmaolli, las cuales usaban como jabón para bañarse (ambas generan burbujas) también era el jabón con el que lavaban la ropa.
En el Códice Florentino existe una descripción sobre esta última planta jabón.
Copalxocotl y xiuhmaolli en el Códice Florentino
Para mantener el agua limpia los aztecas usaban axolotes que se comían los detritus, manteniendo el agua en perfectas condiciones de salubridad.
En el códice Florentino se hace mención de desodorantes, refrescantes de aliento y limpiadores de dientes (entre ellos la ceniza de tortilla).
Desde niños se les educaba en la importancia del aseo personal, incluidos los dientes y la ropa; uno de los principales consejos que los mayores daban a las jóvenes parejas para una convivencia dichosa, como se muestra en el Códice Florentino.
Además de que los mexicas se bañaban casi diariamente en lagos o ríos, también se bañaban casi a diario en lostemazcales, que además eran altamente benéficos para la salud, limpiando al organismo de toxinas.
Temazcal, Códice Tudela

La Famosa Ciudad Maya de Copán: Un Lugar con Arte y Jeroglíficos en Abundancia

http://www.ancient-origins.es/

Portada: Cancha de Juego de Pelota en Copán, Honduras (public domain)

Situada en Honduras, cerca de su frontera con Guatemala, se encuentra la antigua ciudad Maya de Copán. Un asentamiento relativamente pequeño, que se remonta a casi 2.000 años atrás y que fue en el pasado la ciudad-estado más oriental del mundo maya. En el transcurso de 400 años, Copán fue esculpida a partir de un pequeño valle centroamericano para acabar convirtiéndose en una gran ciudad con pirámides, templos y estatuas, todos ellos pintados con una amplia gama de colores, entre los que predominaba el rojo oscuro. Está considerada la más “artística” de las ciudades mayas y es famosa por sus esculturas de piedra labrada que decoran sus plazas y templos, así como por una impresionante escalinata en la que se encuentra escrita la historia entera de Copán en jeroglíficos mayas.

Los Monarcas de Copán: 16 Reyes, Una Sola Dinastía

Copán empezó siendo un asentamiento agrícola hacia el 1000 a. C. A medida que fue creciendo, empezó a funcionar como centro político, civil y religioso del valle de Copán, además de como centro de un territorio de mayor tamaño que cubría la región sudoriental del área de influencia Maya. Desde principios del siglo V d. C. hasta el 820 d. C., 16 reyes se sucedieron en el trono de Copán, perteneciendo todos ellos a una única dinastía (familia).

El líder Maya Yax Kuk Mo, procedente del área de Tikal (Petén), llegó al valle de Copán en el año 427 d. C. Él fundó la dinastía que transformó Copán en una de las más grandes ciudades mayas. Su período de mayor esplendor, paralelamente al de otras importantes ciudades mayas, tuvo lugar durante el período Clásico, del 300 d. C. al 900 d. C.

Quemador de incienso que representa a Yax Kuk Mo-(Charles Tilford/Ancient History Encyclopedia)

Quemador de incienso que representa a Yax Kuk Mo. Algunos afirman que las gafas que lleva son la prueba del contacto de los antiguos mayas con alienígenas, mientras que otros creen que solo son parte del tocado del monarca. (Charles Tilford/Ancient History Encyclopedia)

La Caída de Copán

En el siglo VIII d. C., el 13º rey de Copán perdió una batalla contra un reino vecino y fue decapitado. De ahí en adelante, el reino de Copán decayó gradualmente y acabó por desaparecer. Su decadencia pudo haber estado provocada en parte por revueltas internas, guerras y enfermedades. Se calcula que en su época de máximo esplendor, Copán llegó a alojar a 20.000 personas.

La Arquitectura de Copán Hoy

A día de hoy, el valle de Copán se extiende sobre un área de unos 25 kilómetros cuadrados, ocupando la antigua ciudad aproximadamente 100 hectáreas, que incluyen su complejo principal de ruinas junto a otros complejos secundarios. Consta de una Acrópolis, templos de piedra, dos pirámides de gran tamaño, escaleras, plazas y sepulcros. La Plaza Oriental destaca por su altura dentro del valle y alberga una escalinata con jaguares esculpidos. Cerca de esta escalinata, en la Gran Plaza, hay una cancha de pelota con marcadores que se asemejan a cabezas de guacamayo, y que se usó en el pasado para practicar el juego de pelota tlachtil (en Maya: pok-ta-pok). Es la segunda cancha de mayor tamaño del mundo maya después de la de Chichén Itzá.

Mapa del Centro de Copán (Wikimedia Commons)

Mapa del Centro de Copán (Wikimedia Commons)

La Escalinata de los Jeroglíficos: Una Construcción que Relata la Historia de Copán

Cabe pensar que el elemento más notable de Copán es la Escalinata de los Jeroglíficos. No solo se trata de un asombroso logro arquitectónico y artístico sino que también es un importante documento histórico maya. La escalinata consta de 63 escalones de piedra construidos en la cima de una estructura piramidal de 30 meros de altura que conduce a uno de los templos.

Esta escalinata jeroglífica contiene más de 1.250 bloques de piedra con hasta 2.200 jeroglíficos que constituyen el texto de mayor longitud labrado en piedra que se haya encontrado jamás en la antigua América. Cada paso que se da en la escalinata está grabado con textos mayas que describen la historia de Copán. Cuando esta construcción fue descubierta por primera vez, se hallaba en ruinas, y se montó de nuevo sin comprender su lenguaje ni conocer la secuencia correcta de sus bloques. Como resultado, el texto se encuentra desordenado y el contenido de la historia de las escalinatas se desconoce. Lo que sí es cierto, sin embargo, es que es una historia sobre los 16 reyes de Copán, que empieza por Yax K’uk Moh en la base y acaba con la muerte de “18 Conejo” en el escalón 61, arriba del todo. La historia parece hacer hincapié en el 12º rey K’ak Uti Ha K’awiil, algo quizás relacionado con su enterramiento, situado en las profundidades de la pirámide de la escalinata. En el eje central de esta escalinata hay también cinco retratos de reyes anteriores ataviados con sus mejores galas militares. Sus adornos nos hablan de guerras, autosacrificio y culto a los antepasados.

Pintura de la escalinata de los jeroglíficos en Copán, Honduras (Scott & Emily/Flickr)

Pintura de la escalinata de los jeroglíficos en Copán, Honduras (Scott & Emily/Flickr)

Altar Q: Arte en Honor a los 16 Reyes

Copán está considerado el más famoso logro artístico del mundo maya. En la mayor parte de sus monumentos se pueden encontrar jeroglíficos, pero estos no se limitan a registrar la historia y las tradiciones de los mayas. Los propios monumentos están codificados con imaginería e inconografía. Por ejemplo, el Altar Q está considerado por lo general una de las piezas más intrigantes de entre todas las obras de arte de esta ciudad. Las cuatro caras de esta piedra labrada nos muestran retratos de los 16 reyes de Copán sentados en tronos formados por los glifos de sus nombres. La imagen de Yax K’uk Mo’ en una de las caras del Altar Q es una de las más detalladas de todo Copán, hasta el punto que llegan a apreciarse en ella incluso sus joyas. El mítico monarca aparece representado con pendientes dilatadores en sus orejas y una barra de jade colgando horizontalmente sobre su pecho. El relieve también le muestra sosteniendo un escudo en su brazo derecho, lo cual nos indica que era un guerrero zurdo.

Altar Q, Copán, Honduras (Simon Fraser University Museum)

Altar Q, Copán, Honduras (Simon Fraser University Museum)

Los Re-Descubrimientos de Copán

El primer europeo que descubrió Copán fue el explorador español Diego García de Palacio en el año 1570. Escribió una descripción de los restos de la ciudad maya destinada al rey Felipe II, pero no hizo ningún esfuerzo por explorar las ruinas. Muchos años más tarde, el explorador norteamericano John Lloyd Stephens, junto con el arquitecto y pintor británico Frederick Catherwood, redescubrieron Copán en 1839. Continuando con su exploración al año siguiente, documentaron las ruinas por primera vez en la historia y son reconocidos como los re-descubridores de la civilización Maya. En 1841, Stephens y Catherwood publicaron un libro titulado “Incidencias de un Viaje a Centroamérica, Chiapas y Yucatán.”  El libro estaba ilustrado con grabados basados en las pinturas de Catherwood y era la descripción más detallada de la cultura Maya publicada hasta la fecha. Estas pinturas han estado en circulación durante más de 150 años y son las principales responsables de la presentación de la cultura Maya al resto del mundo.

A lo largo de todo el siglo XIX se llevarían a cabo expediciones sucesivas en Copán por parte de diversos equipos de arqueólogos. Finalmente, durante los años 30 y 40, las ruinas fueron restauradas por un grupo patrocinado por la Institución Carnegie de Washington D. C. y el gobierno de Honduras.

El proyecto arqueológico más ambicioso emprendido en el lugar hasta el día de hoy es el Proyecto Arqueológico Copán, que se inició en 1977 gracias a un acuerdo de colaboración entre arqueólogos norteamericanos y hondureños, y que ha seguido adelante desde entonces.

150 Años y un Emplazamiento Maya Bien Documentado

Situado en las propias ruinas de Copán está el Museo de Escultura de Copán. Abierto en 1996, surgió a partir de una colaboración internacional destinada a conservar los monumentos originales de Copán, y alberga los ejemplos mejor conocidos de esculturas de esta antigua ciudad.

Tras 150 años de investigación, podemos asegurar que Copán es el yacimiento Maya mejor documentado de todos los conocidos, y está considerada una de las más bellas e importantes ciudades de esta civilización. Fue declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1980 y la visitan más de 150.000 turistas nacionales e internacionales todos los años.

Investigadores Descubren Un Enigmatico Códice Oculto Bajo Un Antiguo Manuscrito Mixteca

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Se ha descubierto un texto con quinientos años de antigüedad, datado justo antes de que Hernán Cortés llegara a México con su banda de conquistadores ladrones y asesinos, que se encontraba oculto bajo otro antiguo manuscrito mexicano escrito encima del primero. Estos documentos se encuentran actualmente en Europa, donde los investigadores están estudiando tanto el texto como las ilustraciones recién descubiertos para descifrarlos hasta donde sea posible.
La Universidad de Leiden (Holanda) ha anunciado el hallazgo de este nuevo documento oculto bajo el texto del Códice Selden, también conocido como Códice Añute, un documento mixteca que se encuentra en la Biblioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford (Inglaterra).

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PAKAL: el REY que VINO de las ESTRELLAS. Conoce su HISTORIA

http://www.unsurcoenlasombra.com/

pakal

¿Quién no conoce a Pakal? El mítico astronauta de Palenque y se le llama astronauta por los grabados que hay en la losa que cubren su sarcófago, pero, vamos a ir al principio.
El 15 de junio de 1952, el arqueólogo mexicano Alberto Ruz descubría en el interior del Templo de las Inscripciones de Palenque la cámara funeraria del Rey Pakal.
El templo, que está asentado sobre una pirámide escalonada de 16 metros de altura y que se encuentra en el Estado de Chiapas en México, contiene la cámara funeraria del Rey Pakal.
El Rey Pakal fue un rey maya que gobernó durante el Periodo Clásico, al ascender al trono con tan sólo 12 años.

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La Danta en Guatemala es la pirámide más grande del mundo

La Gran Pirámide de La Danta, conocida también como la Gran Pirámide de Guatemala o la Gran Pirámide de Petén, es una obra arquitectónica del Período Preclásico mesoamericano correspondiente a la civilización Maya.

 Es la pirámide más alta descubierta en Mesoamérica. Se encuentra en El Mirador, en el departamento dePetén,Guatemala.
 Se cree que los inicios de esta construcción pueden remontarse al 300 a. C.4 La palabra «danta» significa tapir: el animal más grande que poblaba la selva.5
Al igual que toda la antigua ciudad, esta enorme estructura yace oculta en la selva.
La Gran Pirámide Danta en Guatemala es considerada la pirámide más grande del mundo, incluso superando en volumen a las famosas estructuras en Egipto.
La Gran Pirámide de La Danta, conocida también como la Gran Pirámide de Guatemala o la Gran Pirámide de Petén, es considerada la más grande del mundo en cuanto a volumen se refiere.
 Esta construcción ocupa un espacio de 2,800.000 metros cúbicos, superando a las grandes estructuras en Egipto.
La obra arquitectónica más grande descubierta en Mesoamérica se encuentra en El Mirador —departamento de Petén— dentro de la Reserva de la Biósfera Maya, el espacio natural protegido más grande de Guatemala.
Se cree que La Gran Pirámide de la Danta fue construida alrededor del año 300 antes de Cristo.
 Por su volumen se considera la pirámide más grande del mundo, mientras que por su altura es la más alta de América, con 72 metros.
 Cabe señalar que dicha pirámide está construida sobre una plataforma también piramidal, formando una enorme acrópolis.
La Danta sobrepuesta sobre el Gran Jaguar para mostrar la inmensidad de esta pirámide. (Foto: Dr. Richard Hansen)
Según diversas investigaciones, La Danta podría haber sido una pequeña ciudad próxima a El Mirador debido al considerable tamaño que posee. La estructura de tres plataformas fue utilizada como hogar de miembros de familias principales y cuenta con una serie de instalaciones administrativas, habitacionales, ceremoniales e incluso militares con orientación religiosa.
Para llega a La Danta se debe atravesar la selva durante tres días y únicamente con guías autorizados o en helicóptero.

Adriana – El oleaje deja al descubierto preciosos petroglifos en la costa de una isla de Hawai

http://mysteryplanet.com.ar/

El viaje de ida y vuelta, impulsado por las olas, de las arenas en una playa de Hawái ha revelado —y luego vuelto a ocultar— tallas que los indígenas de las islas hicieron 400 años atrás. El descubrimiento accidental fue realizado por dos turistas estadounidenses en la costa de Waianae, en la isla de Oahu.

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Hasta el momento, se detectaron unos 17 petroglifos en la piedra de arenisca, incluyendo uno que mide casi 1,5 metros de largo. La mayoría son de figuras humanas, y algunos incluyen tallas de los dedos de las figuras, algo muy raro, de acuerdo con lo expresado en un comunicado, por Alton Exzabe, arqueólogo que trabaja en Hawái. También es poco frecuente encontrar petroglifos directamente en la costa. En el mismo comunicado, Glen Kila, descendiente directo de algunas de las primeras familias aborígenes de la costa de Waianae, explica que los petroglifos «son un registro de nuestra genealogía y religión. Es muy importante para nosotros saber más acerca de nuestros ancestros y comprender mejor estos petroglifos».

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El plan para la preservación de los mismos se encuentra todavía en su infancia. Los petroglifos son extremadamente frágiles, e incluso el simple cepillado de arena podría dañarlos. «Representan una parte importante de la cultura de Hawai —explica Alan Downer, administrador de la Agencia de Preservación Histórica del Estado (SHDP)—, y aunque las arenas los cubrieron nuevamente, con el tiempo volverán a resurgir y será necesario asegurarse de que la gente sepa que son frágiles y culturalmente sensibles y sólo deben ser vistos; no tocados».

Los primeros misioneros y antropólogos que visitaron estas islas del Pacífico, informaron que los habitantes de Hawái realizaban los petroglifos para registrar el paso de viajeros.

Artículo publicado en MysteryPlanet.com.ar: El oleaje deja al descubierto preciosos petroglifos en la costa de una isla de Hawái