Alrededor de Scott Moran se levantan una serie de cerros, llenos de margaritas florecientes y racimos de fresas silvestres. Las mariposas revolotean de flor en flor mientras Moran mira a un par de halcones de cola roja que enseñan a sus crías a cazar desde las cimas de las colinas.
Podría parece que este hombre se encuentra en un paraíso natural aislado de la ciudad. Pero no.
Está en la cima de un edificio en el centro de San Francisco (California, EE.UU.) tomando un breve descanso. Aquí trabaja todos los días. La bulliciosa vida de la ciudad lo asalta por todos lados.
Moran trabaja en la Academia de Ciencias de California, que está cubierta por una hectárea de techo donde florecen cerca de 1.7 millones de plantas, insectos y aves.
El edificio ha sido cuidadosamente diseñado para ser uno de los más conscientes del cuidado medioambiental.
Tanto los paneles solares que rodean el techo como el agua que fluye a través de las tuberías en los baños proporcionan al edificio gran parte de su energía.
Los tragaluces automáticos se abren y se cierran para ayudar a regular la temperatura dentro del edificio, mientras que la luz solar natural se utiliza para iluminar tanto como sea posible.
«Arquitectura verde»
Durante sus 15 años en la Academia, Moran ayudó a diseñar, construir y ahora -como director sénior de exposiciones y arquitectura- a mantener los sistemas ecológicos del edificio.
Moran piensa que roles como el suyo serán mucho más importantes en el futuro.
«Se está volviendo cada vez más claro que los edificios deben diseñarse y usarse de una manera que ahorre tanta energía y agua como sea posible«, asegura.
«Esto requiere una tecnología sofisticada y va a haber una gran demanda de personas con las habilidades para hacer que esto suceda».
Según los pronósticos de la Organización Internacional del Trabajo, se espera que la construcción de nuevos edificios amigables con el medio ambiente genere más de 6,5 millones de empleos para el 2030.
Junto a la energía, este será el segundo sector de mayor crecimiento para empleos «verdes» en las próximas décadas.
La razón reside en una creciente necesidad de edificios que puedan hacer frente a múltiples desafíos aparejados al cambio climático, entre ellos el aumento de los costos de la energía, la escasez de agua y un mayor riesgo de condiciones climáticas extremas.
Este escenario está impulsando un movimiento conocido como «arquitectura verde«.