Archivo de la categoría: PSICOLOGÍA- CEREBRO
Adriana – El sufrimiento emocional
Sufrimiento emocional, la asignatura pendiente
QUITAR LO QUE SOBRA
“El anciano maestro Zen puso un hermoso y valioso jarrón, antiquísima y única herencia familiar, delante del cónclave a la espera de encontrar un sucesor entre los asistentes. Les indicó que aquel jarrón no era más que un problema y se sentó a esperar… Un alumno se levantó y con determinación destrozó el jarrón con su sable. El que a priori parecía un loco temerario, resultó ser el elegido. Un problema por muy antiguo, valioso y útil que sea seguirá siendo un problema y como tal debe ser eliminado, sentenció el maestro justificando así su elección y honrando el valor del nuevo abad…” Cuento budista
Si, por las circunstancias, tuviésemos la posibilidad de conocer y entablar cercana relación con muchas personas, enseguida nos daríamos cuenta de que no hay más que arañar un poco en el corazón de cada una de ellas para descubrir que, en mayor o menor medida, todas padecen algún tipo de problema personal; de hecho, esto ya lo percibimos en nuestras relaciones habituales y, por supuesto, en nosotros mismos. Familia, trabajo, amigos, existencia… siempre hay algún ámbito de nuestra vida que nos genera sufrimiento, que nos genera dolor, que nos genera malestar. Las emociones, los síntomas de esta epidemia están tan extendido s en la raza humana que, de ser un virus, sería, inmediatamente, declarada la pandemia.
Es evidente que todavía no estamos lo suficientemente concienciados sobre esta cuestión como para que pueda despertar el necesario interés social que suscite el desarrollo de una nueva forma de educar en el seno familiar, basada -fundamentalmente- en una buena profilaxis traumática que permita al niño crecer feliz y con una buena salud emocional. Y, ¿por qué no?, también, una nueva asignatura educativa que nos aporte, especialmente desde la infancia, la información y herramientas necesarias para desarrollar todo nuestro potencial humano y evitar que tengamos que hacer uso de nuestros naturales mecanismos de resiliencia.
Lo cierto ahora es que podemos sufrir desde una leve insatisfacción existencial (“sufrimiento de baja intensidad”) a una grave manifestación emocional (“emotio-terrorismo”). Realmente, el grado en que suframos no es lo importante sino el problema en sí, y cualquier problema puede y debe ser abordado y solucionado, como bien transmitía el cuento de la presentación. Pero, para poder hacerlo, se hace imprescindible que antes aprendamos a reconocer el sufrimiento, y a reconocer quién tiene la responsabilidad sobre ese sufrimiento. Lamentablemente, abordar estas cuestiones se hace inviable debido a la falta de educación emocional y la adaptabilidad a las que aludía en el párrafo anterior. Esto, unido a que nuestra salud emocional está supeditada al actual paradigma psicológico caracterizado por sus temidas etiquetas y sus interminables y dudosos tratamientos, consigue que las procesiones sigan por dentro y nuestros “asuntos” permanezcan todavía en la carpeta de tabúes pendientes de airear.
Reconocer el sufrimiento
Nuestro marco educativo nos ha condicionado para creer que el sufrimiento es innato al ser humano y, en consecuencia, no hay nada que se pueda hacer salvo adaptarse a él, haciendo uso de nuestra resiliencia. Si prestamos atención, existen muchas frases que hemos heredado de nuestros padres y abuelos y repetimos inconscientemente como si fuesen una verdad inmutable: “la vida es la escuela del dolor” “soy como soy, y a mi edad ya no se puede cambiar”, “el amor es sufrimiento”, “la felicidad es una utopía”, «es el precio que hay que pagar», etc. Creencias que nos sitúan en el inmovilismo, la resignación y la desesperanza. No son sólo frases, es lo que se nos ha transmitido y forma parte de la personalidad con la que interpretamos la vida. El Dr. Miguel Ruiz lo define como “el libro de la ley”.
Hay personas que acuden a mi consulta con la intención de dar solución a algún pequeño problema recurrente que en ese momento le perturba; pero, cuando empiezo a profundizar en su corazón, pronto constato que lo que me cuenta no es más que algo que distrae su atención de lo verdaderamente importante, la punta de un iceberg que esconde debajo una cantidad inmensa de rabia y dolor que, por increíble que parezca, la persona está tan acostumbrada a él que no es capaz de identificarlo, y mucho menos calibrar sus efectos.
La actitud que mejor puede rescatar las oscuras sombras de nuestro corazón y sacarlas a la luz es la sinceridad, entendida como un hermoso acto de generosidad con uno mismo a través del cual reconocemos que algo no va bien y nos ponemos en disposición de averiguar qué. Y es en ellas, en nuestras sombras, donde están todas las respuestas que necesitamos. Un ejercicio meditativo muy eficaz para empezar a obtener respuestas es formularnos la pregunta ¿soy feliz? O también ¿estoy en paz? Es igual cómo definamos o justifiquemos todo lo que encontremos, lo que no sea felicidad o paz es sufrimiento. Si lo haces, recuerda que es solo un ejercicio de observación; no es necesario que lo cuantifiques, solo que lo identifiques.
Reconocer la responsabilidad
En párrafos anteriores revelaba una de las tres actitudes necesarias para abordar de manera adecuada un proceso de alquimia emocional, la sinceridad. Quiero exponer ahora otra de esas actitudes, se trata de la responsabilidad.
Que no nos hayan enseñado a plantearnos una solución de continuidad a nuestro sufrimiento y, menos aún, que tal posibilidad pudiera existir, perpetúa el hábito de nuestras exigencias emocionales que ineludiblemente nos hacen ver toros que no son, pero que parecen ser (como rezaba aquella cancioncilla de los setenta) Y es que el secuestro, al que nos someten nuestras emociones en el crucial instante en que el problema se manifiesta, nos lleva a confundir éste con las circunstancias que lo desatan y, sobre todo, con los actores presentes en ellas
El problema no está, por tanto, en nuestras vivencias, sino en cómo nuestro corazón las interpreta; si lo hace con dolor, tenemos el sufrimiento asegurado. Tenemos que aceptar –definitivamente- que la culpa no está en el otro, o en las circunstancias, o en la vida, o incluso en Dios, como acostumbramos a creer. La responsabilidad es solo nuestra, y esta es una actitud que, ajena al castigo que genera la culpa, nos invita a reconocer, con sinceridad, que todo lo que sentimos, ya sea de índole dolorosa o placentera, nos pertenece, es nuestro patrimonio emocional. Que solo a nosotros nos corresponde darle solución y no creer, equivocadamente, que otro lo pueda hacer por nosotros con sus actos o palabras.
Siempre estamos esperando que el otro repare el daño que creemos nos ha causado y esto, con el tiempo, se va convirtiendo en un parásito que se aferra firmemente a nuestro corazón, secuestrando nuestro raciocinio y decidiendo y actuando por nosotros. Esa culpa, que adjudicamos al otro, nos impide ejercer el sanador y necesario gesto de perdón que, si bien no pretende exonerarlo de su responsabilidad, nos permite cortar los lazos de exigencia que establecemos por doquier y que nos devolverán la responsabilidad y la libertad a nuestras, hasta ahora, dependientes vidas.
Hasta aquí, mi pretensión ha sido dejar aclaradas las dos cuestiones fundamentales que planteaba al inicio de este artículo, reconocer el problema y la responsabilidad sobre el mismo. Pero, no quiero terminarlo sin revelar la tercera actitud que debemos desarrollar para dejar de sufrir. Sí podemos dejar de sufrir, podemos aprender a hacerlo. Y este es, en definitiva, el objetivo hacia donde verdaderamente va dirigida esta disertación.
Cómo dejar de sufrir
La tercera y última de las actitudes necesarias para tal hito es el compromiso. Es, realmente, el elemento crucial en este proceso la “declaración de intenciones”, la energía iniciadora, continuadora y facilitadora de todos los procesos que se irán desarrollando a lo largo de nuestro periplo en pos de la libertad emocional, del poder bien entendido, el poder de elegir cómo me quiero sentir, cómo quiero decidir haciendo uso de mi libre albedrío. Tener compromiso significa tener intención, y esta no es más que el deseo consciente de solucionar los problemas que puedan estar manifiestos; significa tener decisión, que es la manifestación de la voluntad para continuar con el proceso hasta su conclusión; y significa tener enfoque, la motivación que surge de reconocer en el conflicto la oportunidad.
Llegados este punto, siempre surge una pregunta muy concreta entre los asistentes a mis conferencias “sí, eso está bien, pero… ¿cómo lo hago, cómo doy solución a mi sufrimiento?” La verdad es que la respuesta es tremendamente simple y, por eso, de orden superior (como dice la sabiduría oriental). Por comprensión. Y no olvidemos que la comprensión es la materia prima con la que se confecciona nuestra consciencia y, por ende, lo que impulsa nuestra evolución como seres humanos.
Para que la mente comprenda hemos de ofrecerle de forma ordenada, lógica y coherente toda la información emocional existente alrededor de un problema y, además, perfectamente relacionada con cada una de sus creencias, pensamientos y reacciones, e incluso con el dolor físico, con la somatización. Es un volcado al consciente de todo el material subconsciente que permanece oculto. Esto es lo se conoce como Satori en la tradición oriental, un término que no debería resultarnos tan ajeno…
Si reconocemos en nuestros corazones la vocación suficiente como para iniciar un camino de crecimiento, y la capacidad para desarrollar las actitudes que me van a ser útiles en él (sinceridad, responsabilidad y compromiso), entonces ya sólo nos queda comenzar a andar. Pero, antes de empezar, hemos de resolver dos cuestiones fundamentales ¿cuál es el destino de nuestros pasos? y ¿qué mapa será el adecuado para poder alcanzarlo?
Sanación, crecimiento, búsqueda… son algunos de los términos que hoy empleamos para intentar explicar nuestro proceso evolutivo consciente y comprometido, pero estos términos no definen un destino. Se basan en el viejo paradigma “hemos venido a aprender” que busca soluciones en la información, en el conocimiento, en el esfuerzo del aprendizaje. El nuevo paradigma “hemos venido a reconocernos”, al contrario que el viejo, nos invita a una tarea mucho más sencilla y hermosa: quitar lo que sobra. Conócete a ti mismo, tal y como rezaba el frontispicio del templo de Delfos, ese es, y no otro, nuestro destino. Ya ha llegado el momento de dejar de buscar “fuera” para comenzar a buscar “dentro”
La segunda cuestión se antoja más compleja; de hecho, no pocos buscadores se han perdido en el camino confundiendo –erróneamente- los medios con el fin. Lo que llamamos búsqueda no ha de ser más que una etapa, con fecha de caducidad, que nos permita discernir cuál es la herramienta más adecuada para alcanzar nuestro destino de las existentes en el amplio y confuso mercado espiritual. El método es necesario para mostrarnos el camino, sin saber qué hemos de hacer y cómo hemos de hacerlo no conseguiremos resultados, no llegaremos a nuestro destino. Sin mapa no puede haber singladura.
Poco a poco, empezamos a percibir que hay una íntima relación entre terapia y espiritualidad. Para poner un poco de luz en la confusión que todavía existe al respecto hemos de entender que la solución del sufrimiento es un paso más en el camino evolutivo, la fase inicial más urgente y -a la vez. la más difícil; pero, sin duda, la que más templará nuestro corazón. En esta fase es fácil perderse, tendemos a buscar fórmulas mágicas que aparten de nosotros el cruel cáliz emocional, atajos que eviten nuestra responsabilidad. Pero, lo cierto es que no somos conscientes de que el proceso de abordaje emocional desarrollará nuestra capacidad más maravillosa, la de comprender, y es ésta -y sólo ésta- la que pondrá todo en orden en nuestro corazón.
Tenemos demasiado miedo a nuestras emociones; tienen el poder absoluto sobre nuestros comportamientos, sobre nuestras vidas, sobre nuestra libertad de sentir. Y no son más que hábitos, costumbres, que se han asentado en el tiempo y que tienen origen en las vivencias que hemos asimilado con dolor en nuestra infancia. Comprender cómo sufrimos, por qué sufrimos y de dónde viene nuestro sufrimiento desactiva la energía que alimenta nuestros núcleos de conflicto, y nos devuelve el poder sobre nuestro sentir y nuestro actuar. Comprender desarrolla nuestra consciencia y nos enruta adecuadamente en nuestro propósito evolutivo.
Cuando nuestras emociones surgen tendemos a rechazarlas, esconderlas, evitarlas, disimularlas, reprimirlas, reprogramarlas… pero no a observarlas. Comprenderlas implica la necesidad de afrontarlas, enfrentarlas y utilizarlas. Ellas nos provocan el sufrimiento; por tanto, sólo en ellas está la respuesta al mismo, sólo ellas me pueden ofrecer lo que busco, el por qué. Y esta es la clave, saber el por qué. Todos sabemos qué nos hace sufrir, o quién nos hace sufrir, o cuándo sufrimos; pero no sabemos por qué sufrimos… De hecho, si lo supiéramos ya no lo haríamos.
Esto supone buscar donde no lo habíamos hecho y, por supuesto, hacer algo que no habíamos hecho antes: preguntarnos por qué. Cuando surge el problema o cuando lo reavivo observo mi interior y me formulo dos preguntas: de esto que está ocurriendo ahora ¿qué es lo que me duele?, aparto el “escenario” y a los “actores” del terreno emocional y me vuelvo a preguntar: ¿y por qué esto me duele? El resto es tirar del hilo…
El método en cuatro pasos
La clave del proceso, la primera etapa, ya la apuntaba en el párrafo anterior; consiste, simplemente, en aprender a observar. La observación es un gesto valiente y decisivo, que pretende esquivar las respuestas naturales de defensa y el asentamiento -en el tiempo- de esas reacciones (hábitos). La forma adecuada de establecerla es desdramatizar, para poder mantener la calma en la mente y en el corazón, y desapegarnos, para no sucumbir al secuestro de la exigencia emocional. Es el momento de formular a nuestro corazón las preguntas adecuadas…
El establecimiento de la observación nos lleva a la introspección, un mecanismo meditativo de nuestra mente, que facilita el anclaje de la atención sobre la manifestación emocional. Una vez que hemos conseguido situarnos en el “Espacio Sagrado” de la observación, la introspección nos permite “quedarnos a solas” con el sentir real. Es el momento en podemos identificar el por qué.
Llegados a este punto nos interesa saber qué es una emoción para poder, así, identificarla adecuadamente. El mecanismo de la emoción es el mismo para todos los seres humanos, y no existe diferencia entre unas emociones y otras; es el afán clasificatorio de nuestra mente consciente la que pretende distinguirlas, adjudicándoles diferentes adjetivos y esto es lo que nos causa tanta confusión. Pongamos luz a esta cuestión…
La emoción es resistencia.
La emoción, fundamentalmente, es dolor físico; primero, y antes de nada, dolor físico. Cuando nuestros dispositivos automáticos intuyen que va a ocurrir algo que no nos gusta, que no deseamos, salta la alarma en el cuerpo. Ya sentimos un dolor: presión en el plexo, nudo en la garganta, tripas revueltas, piernas bloqueadas, cabeza que estalla… y tantos otros. No nos hemos dado cuenta de la urgencia a la que nos somete ese dolor, queremos quitárnoslo de encima como sea. Y ese dolor surge por la resistencia, sencillamente NO ACEPTAMOS lo que va a ocurrir, como tampoco lo que vamos a sentir. Rechazamos esta situación, esta persona, este sentir, este ahora, y el dolor empieza… observa por qué te resistes, identifica la resistencia.
La emoción es culpa
Y el dolor físico se asoció a pensamientos, que toman forma de creencias y suposiciones, y nos hacen revivir una y otra vez el mismo drama. La culpa es la que las provoca, y mantiene la constante exigencia de reparación del daño que consideramos nos ha sido causado. Siempre hay alguien culpable de lo ocurrido, culpable de nuestro sufrimiento. El otro, como ya sabemos, bien puede ser una persona, o bien puede ser la suerte, la vida, Dios… Pero la faceta más cruel y dañina de la culpa es la que dirigimos hacia nosotros mismos, nos culpamos por consentir, por asumir, por no actuar, por no decir, por transgredir. Este es el cáncer que nos corroe por dentro… observa qué culpas, observa de qué te culpas, identifica esas culpas.
La emoción es autocastigo
Esta es la cruel consecuencia de la culpa, la verdadera razón del sufrimiento. Sufrimos porque nos castigamos por nuestras culpas. Como bien dice el Dr. Miguel Ruiz, en nuestro interior hay un juez y una víctima, y el resultado siempre es una condena. No somos conscientes de nuestro vocabulario pero, en un alto porcentaje que nos sorprendería, está encaminado a castigarnos, a menospreciarnos, a minusvalorarnos, a humillarnos. Un ejemplo sencillo, cuando digo: “¡qué cansado estoy de esto!…” ¿que crees que te estás diciendo a ti mismo? Esta persona o situación me supera, no soy capaz de darle solución, no valgo para esto, soy un inútil y un tonto por no acabar con esto… y surge la rabia, la culpa siempre genera rabia, rencor, resentimiento… Realmente no existen las emociones, este término nos confunde, existe un dolor físico urgente y existen cientos de pensamientos asociados en nuestra mente, creencias de culpa y castigo que se enredan unas con otras, generando círculos de pensamientos de los que es muy difícil salir… Observa tus pensamientos de castigo, identifica las condenas…
Martíne Libertino define cuatro fases en nuestra evolución y, curiosamente, están ligadas al manejo del sufrimiento. En la primera postula que “sufrimos por nuestras circunstancias, pero no sabemos por qué” y en la segunda que “sufrimos por nuestras circunstancias, pero ya sabemos por qué”. Es en la que nos encontraremos después de la identificación de nuestras emociones. Abordar el tercer paso, procesar, Libertino lo define como “decido dejar de sufrir por mis circunstancias”; es dejar que nuestro corazón, de forma natural, recupere las imágenes, los recuerdos, las vivencias de nuestra infancia que reverberan al meditar sobre nuestros pensamientos y están pidiendo ser recuperadas para terminar de montar el puzzle de nuestra emoción y vislumbrar así cómo ha empezado todo…
Llegado este momento, la comprensión se dispara, ya estamos en condiciones de constatar que somos niños y niñas que todavía cargamos con las heridas, que nuestros problemas tienen un esquema definido y repetitivo, que podemos identificar los lastres que arrastramos, que podemos desmitificar nuestro sufrimiento, que podemos abordar nuestra vida desde el lenguaje de la intuición y la percepción… Pero, para que esas emociones no se vuelvan a activar, todavía queda una cosa por hacer: hay que cancelar las deudas, reconciliarnos con aquellas situaciones y con las personas presentes en ellas. Debemos ponernos en disposición de realizar el gesto más hermoso y más grande del que es capaz un Ser Humano, desplegar nuestro amor hacia todos y Perdonar. Sólo así podremos decidir dejar de sufrir.
El perdón no pretende exonerar a los otros de su responsabilidad, sino liberarnos nosotros de ella y cortar el lazo de exigencia que todavía nos une a esas personas y a todas las demás que han despertado lo mismo en nosotros. El perdón no es algo que necesitemos aprender. Si, en ese instante, nos permitimos sintonizar con el otro descubriremos que no era consciente de lo que hacía o, simplemente, que respondía a sus propios patrones de dolor, a sus creencias, por las que nos vimos afectados. Cuando descubrimos que no ha habido culpables en esa situación, sino sólo inconsciencia, entonces nos permitiremos apartar de nosotros el rencor y el resentimiento y liberaremos el ansia que nos invita al amor, al abrazo, a la fusión. Eso es perdón. Pero, el más importante será el que nos dirijamos a nosotros mismos por haber tenido que consentir, que vivir, que omitir… o, simplemente, por lo que nuestra reacción provocó en el otro. No pudimos hacer otra cosa.
… Seguro que ya has adivinado la cuarta fase, eliminar, ¡claro que sí! ¿qué, si no?… Libertino la define como “soy feliz en mis circunstancias”. Sé feliz, es lo único que se te pide.
Fernando Rivadulla Iglesias
http://mauandayoyi.blogspot.com.ar
¿Qué Es Plenitud Psicológica?
La Plenitud Psicológica es el perfecto equilibrio y la gran armonía interna que se siente cuando podemos vivir la vida ideal que tanto soñamos.
Muchas personas se pasan la mayor parte de su tiempo viviendo conforme a lo que quieren los demás, a lo que quiere imponer la sociedad, y hasta los paradigmas de esa sociedad, dejando de lado la posibilidad de vivir conscientemente y conforme a sus propios deseos.
A veces, cuando inconscientemente nos ponemos en la tarea de definir la vida que queremos vivir, pensamos que hay muy pocas opciones viables, o a lo mejor detectamos muchas pero pocas nos atraen o nos parecen correctas.
Por lo general, vislumbramos caminos que se clasifican socialmente en buenos y malos; unos se rebelan ante la sociedad y escogen una libertad positiva, y otros cuantos eligen una libertad negativa para el mundo o la resignación de vivir de acuerdo a parámetros externos a sus deseos y en la mayoría de los casos, bastante limitantes.
Pero, sin más rodeos, hoy quiero enfocarme en aquellos que eligen Vivir La Vida que Ellos Quieren, que eligen ser Libres y hacer de su paso por el mundo la historia que siempre soñaron, donde solo existe la Autorrealización, el Cumplimiento de Metas y, por ende, la Plenitud Psicológica.
Ahora, concretamente ¿Qué es la Plenitud Psicológica? Es aquel sentimiento de satisfacción con uno mismo, esa paz que nos invade cuando sabemos que estamos haciendo las cosas bien, que estamos andando por el camino que queremos transitar, que estamos siendo quienes siempre hemos querido ser.
La Plenitud Psicológica es esa convicción de que estamos siendo nosotros mismos, es saber que hay muchas metas por cumplir aún, y somos lo suficientemente valientes como para estar seguros que llegaremos a ellas.
Ahora, solo hay algo que me inquieta… Y tú, ¿Deseas que en tu vida haya Plenitud Psicológica?
Adriana – Decisiones
Un día un empleado encontró a su jefe, una persona de éxito que había construido una gran empresa de la nada. El empleado le preguntó:
– ¿Cómo ha logrado tener tanto éxito?
– Lo resumo en dos palabras – dijo el jefe – Buenas decisiones.
El empleado no se conformó con una respuesta tan vaga así que le preguntó de nuevo, dispuesto a desvelar el secreto:
– ¿Y cómo ha sabido tomar las decisiones correctas?
– Lo resumo en una palabra: Experiencia.
El empleado no dio su brazo a torcer y volvió a preguntar:
– ¿Cómo ha podido alcanzar esa experiencia?
En ese punto el jefe sonrió y le dijo – Lo puedo resumir en dos palabras: Malas decisiones.
Quien nunca se ha equivocado que tire la primera piedra. Cuando miramos atrás y escudriñamos nuestro pasado, es prácticamente imposible no encontrar una mala decisión. De hecho, es muy fácil dejarse llevar por el primer impulso y tomar una decisión errónea o simplemente dejar que los demás decidan por nosotros. Y es que las malas decisiones forman parte del proceso de la vida e incluso hasta nos acercan a nuestra meta pues nos ayudan a comprender cuál es el camino que debemos seguir, aunque sea por un proceso de exclusión.
Sin embargo, este es un discurso meramente racional. La verdad es que cuando las malas decisiones rompen el velo del pasado y nos atacan sin contemplación, las emociones toman el mando y llega la fase de “resaca”. Es ese momento en el que nos arrepentimos de lo que hicimos, nos sentimos culpables y nos angustiamos. Si no somos capaces de pasar página y nos quedamos rumiando continuamente esas malas decisiones, corremos el riesgo de caer en el inmovilismo y de sufrir inútilmente, lamentándonos por algo que no podemos cambiar.
¿Qué hacer?
1. Maneja la avalancha emocional. Cuando te das cuenta de que has tomado una mala decisión y esta ha tenido consecuencias importantes en tu vida o en la vida de los demás, es normal que te sientas mal. Puedes experimentar diferentes emociones, desde la ira hasta la tristeza. Sin embargo, torturarte o culparte es tan inútil como una danza india para llamar la lluvia. No intentes esconder esas emociones pero no las alimentes con pensamientos recriminatorios. Simplemente no dejes que tomen el mando y nublen tu razón. Para lograrlo, imagina que eres un observador externo que mira dentro de ti. Descubre las emociones que estás experimentando, ponles un nombre y no tengas miedo a vivenciarlas. Si no te resistes y las miras incluso con un poco de curiosidad, verás que poco a poco su efecto negativo irá difuminándose.
2. Detén las voces ajenas que escuchas en tu mente. Cuando tomamos una mala decisión y nos percatamos de ello, inmediatamente se activa un pensamiento interior recriminatorio. Esa voz interior es la que azuza las emociones y las intensifica, es la que te hace sentir aún peor. Sin embargo, lo más curioso es que a menudo esa voz interior no es nuestra, es la voz de alguien que hemos asumido como propia y que nos castiga agazapada en algún lugar de nuestro pasado. Por tanto, no detengas ese pensamiento interior, al contrario, dale rienda suelta y escucha lo que dice. En cierto punto del discurso es probable que descubras alguna frase que no es tuya sino que pertenece a otra persona, que pueden ser tus padres, un maestro del colegio o incluso una expareja. Cuando desenmascares a esa voz interior ajena que intenta hacerte sentir mal, inmediatamente perderá su fuerza.
3. Valora el alcance de los daños. Una vez que hayas logrado cierto equilibrio emocional, ha llegado el momento de pensar en frío. Valora hasta qué punto esa mala decisión ha causado daños. ¿Las consecuencias son tan terribles como parecen o estás exagerando? En la situación en la que te encontrabas y con el conocimiento y la experiencia que tenías, ¿podías haber tomado otra decisión? ¿Hasta qué punto eres realmente responsable de los daños? Vale aclarar que no se trata de escapar de tus responsabilidades pero a menudo exageramos las consecuencias de nuestras acciones solo porque nos sentimos mal con ellas. A veces pensamos que tenemos el control de todo y que la responsabilidad es solo nuestra cuando en realidad no es así. Por eso, cuando se trata de asimilar malas decisiones, siempre es importante mirarlas en perspectiva para poder darles la importancia que realmente tienen, ni más ni menos.
4. Aprende del error. Una mala decisión solo es realmente mala si no aprendes de ella. Por tanto, analiza qué pasos te llevaron hasta ese punto. ¿Te dejaste influenciar por factores externos? ¿No tenías la experiencia suficiente? ¿Te apresuraste demasiado al tomar la decisión? ¿Te dejaste llevar por tus emociones o por tu instinto y este te jugó una mala pasada? ¿Tenías miedo y dejaste que los demás decidiesen en tu lugar? Este ejercicio no tiene la finalidad de culparte sino de detectar los errores para evitar que en un futuro puedas volver a cometerlos. Por tanto, recuerda que la sinceridad es clave y que no valen los mecanismos de autosabotaje. Recuerda que el verdadero error no es la mala decisión sino no sacar un aprendizaje.
5. Repara y sigue adelante. Si puedes reparar algunos de los daños causados, hazlo. Piensa si hay algo que puedas hacer para modificar lo que ha pasado y sus consecuencias. A veces no es posible deshacer el error pero una disculpa puede ser suficiente para que las heridas comiencen a cicatrizar. En otras ocasiones, esa mala decisión se ha convertido en una bola de nieve que continúa causando problemas a su paso. Si es así, piensa en los efectos negativos actuales y en cómo ponerle límites. Si no puedes reparar el daño, no te ahogues en la frustración, sigue adelante. Perdonarse a uno mismo es probablemente el paso más complicado pero es imprescindible para que te puedas liberar de ese fardo de culpabilidad. Los errores no te hacen más débil, al contrario, te convierten en una persona más resiliente pero solo si eres capaz de sobreponerte a su impacto y continuar adelante. Rescata lo bueno, atesora el aprendizaje, y pasa página.
Psicología/Jennifer Delgado
http://mauandayoyi.blogspot.com.ar
«Babilonia en Evidencia» Sergio Manuel Pop.
CONFERENCIA EN VIVO DESDE EL INSTITUTO PERE BÖIL CON LOS ESTUDIANTES DE 4o DE SECUNDARIA DANDO A CONOCER LAS TRAMPAS LINGÜISTICAS INCORPORADAS EN NUESTRO LENGUAJE.
—
por Sergio Manuel Pop
www.monor.org
LIBRO : MONOR ( DESCIFRANDO EL LENGUAJE )
www.monor.org/comprar.html
LA CAJA DE PANDORA
Adriana – Postergar es la forma más letal de la negación
“Quizás un día, cuando tenga más tiempo, me dedicaré a…”
Es probable que esta frase te la hayas dicho en alguna ocasión a lo largo de tu vida. De hecho, prácticamente todos hemos postergado algunos de nuestros sueños, con la secreta esperanza de que las condiciones sean más favorables o simplemente porque decidimos priorizar otras tareas.
Sin embargo, Buda fue muy conciso (e incluso dramático) al respecto: “El problema es que crees que aún tienes tiempo”.
Nuestra vida está demasiado llena de “quizás…”, “si…”, “cuando…”. Estamos convencidos de que mañana lograremos nuestros sueños, pero hoy nos dedicaremos a otra cosa, como si vivir el “aquí y ahora” fuese tan solo un paréntesis. Sin embargo, ¿cómo vamos a lograr nuestros sueños si no ponemos manos a la obra ahora mismo? Se trata de una falacia, el peor engaño que nos podemos hacer ya que adoptar esta actitud es dejar que la vida se nos escurra.
La verdad es mucho más sencilla: no tenemos más tiempo que el presente.
La historia del joven Stephen King
Stephen King es uno de los escritores americanos más prolíferos de todos los tiempos. Su estilo podrá gustarnos más o menos pero no podemos negar que se trata de un escritor exitoso, que ha escrito más de 70 libros, vendido unos 350 millones de copias y cuyas historias han sido llevadas a la gran pantalla. Sin embargo, muy pocos conocen la historia que está detrás de su éxito.
Cuando tenía 24 años el joven Stephen King ya estaba casado y con hijos. Trabajaba como profesor, apenas podía pagar los gastos de la casa y su carrera literaria estaba en un punto muerto. Solo había logrado que le publicasen algunos cuentos cortos en revistas. Había intentado tres veces que le publicaran su primera novela y tres veces se la rechazaron.
En su libro autobiográfico “Mientras escribo” que, dicho sea de paso, os recomiendo, cuenta:
“Me veía treinta años más viejo, llevando los mismos abrigos gastados y con coderas, y con tripa de bebedor de cerveza encima de los pantalones. Tendría tos de fumador por exceso de Pall Malls, las gafas más gruesas, más caspa, y en el cajón del escritorio seis o siete originales inacabados que muy de vez en cuando, casi siempre borracho, desempolvaría y retocaría un poco. Cuando me preguntaran a qué dedicaba el tiempo libre, contestaría que a escribir un libro. ¿Qué va a hacer con su tiempo un profesor de escritura creativa que se respete? Luego, claro, me mentiría a mí mismo, diciéndome que no era demasiado tarde, que algunos novelistas no habían empezado hasta los cincuenta. ¡Qué cincuenta! ¡Sesenta, coño! Seguro que muchos.”
Stephen King comprendió justo en aquel momento que no tendría más tiempo, que necesitaba un cambio radical en su vida si quería alcanzar sus sueños y no quedarse estancado en un trabajo que no le satisfacía. Así, puso manos a la obra y escribió “Carrie”. El resto es historia.
Desde entonces, Stephen King ha trabajado ininterrumpidamente cuatro horas al día con el objetivo de escribir 2.500 palabras.
Sin embargo, ¿cuántos manuscritos (en sentido metafórico) tienes en el cajón de tu escritorio?
¿Crees que un día, como por arte de magia, tus sueños se harán realidad?
Si vives postergando, llegará el día en que no tendrás más sueños en el cajón sino arrepentimientos frente al espejo.
5 claves para dejar de postergar la vida
A menudo vivimos con una sensación de vacío y/o extrañeza, nos levantamos con muchos sueños pero los postergamos y, en su lugar, repetimos una y otra vez los hábitos que hemos adquirido a lo largo de la vida, como si fuésemos autómatas. Es como si la rueda del sistema girase inexorablemente para aplastarnos bajo su peso. Esa rueda son los convencionalismos sociales, los miedos, las incertidumbres… Por eso, no es extraño que la mayoría de las personas termine en una zona de confort donde sus sueños no tienen cabida, una zona de confort que puede ser cómoda en el aquí y ahora pero que a la larga conduce a los mayores arrepentimientos de la vida.
¿Cómo cambiar y dejar de postergar los sueños?
1. Genera una sensación de urgencia. Hasta que no estés plenamente convencido de que no tienes más tiempo, seguirás postergando tus sueños indefinidamente. Debes ser consciente de que el tiempo vuela y de que tu vida es esta, la que está ocurriendo justo ahora, mientras lees, no la de un futuro hipotético. Séneca nos da una pista: “Considera cada día como si fuera una vida en sí misma”.
2. Imagina tu peor futuro. Probablemente ya conoces los rudimentos de la visualización positiva: imaginar que has alcanzado tu objetivo. Sin embargo, también puedes visualizar tu peor futuro, no se trata de masoquismo sino tan solo de tomar consciencia de hacia dónde te conducen tus pasos. Si siguieses llevando la vida que tienes ahora mismo, ¿cómo te ves dentro de 10 o 20 años? Imagina tu vida con la mayor cantidad de detalles posibles y no olvides aplicar ante cada disyuntiva la ley de Murphy: “Todo lo que pueda salir mal, saldrá mal”. Si no te gusta lo que ves, es hora de cambiar.
3. Sal de la zona de confort. Solemos preferir un infierno cómodo antes que un paraíso que demande mucho esfuerzo. Una vez que encontramos nuestra zona de confort, nos estancamos y guardamos nuestros sueños en un cajón. No se trata de tirarnos al vacío sin paracaídas pero puedes ir dando pequeños pasos que amplíen cada vez más esa zona de confort y te acerquen a tus objetivos. Siempre habrá un poco de miedo e incertidumbre pero poco a poco aprenderás a lidiar con ellas e incluso puede llegar el día en que no te molesten.
4. Elimina la basura. Vivimos en una sociedad que reclama constantemente nuestra atención a través de cosas que no son más que simples distracciones. Esas cosas son como pequeños granos de arena que, poco a poco, pueden atascar u oxidar el engranaje de tu vida. Por eso, un paso importante para conseguir tus sueños consiste en aprender a centrarse en lo esencial, cambiar los hábitos que no te aportan nada y eliminar la basura emocional. No solo ganarás tiempo sino que te sentirás menos estresado y podrás focalizarte en lo que realmente importa.
5. Empieza. Todo gran viaje comienza con el primer paso. No recurras a excusas para postergar tus sueños porque estas siempre han existido y continuarán existiendo, siempre habrá problemas y nunca será el momento idóneo. Comienza hoy mismo a cambiar un mal hábito, tira a la basura una distracción innecesaria y plantéate un objetivo que realmente te motive y enriquezca tu vida.
No malgastes tu tiempo.
Psicología/Jennifer Delgado
¿Quieres recordar algo por siempre? Esta sencilla técnica de 40 segundos podría ayudarte
La memoria es una de las capacidades cognitivas más admirables del cerebro humano (y de otras especies, aunque no con el mismo nivel de complejidad), casi tanto como misteriosa. Que ciertas imágenes queden en nuestra mente y seamos capaces de recuperarlas es un hecho sin duda asombroso, también porque muchas veces dicho “almacenamiento” tiene con cierta frecuencia más de azaroso que de voluntario. Hay recuerdos que están ahí aunque a veces no los quisiéramos y, por el contrario, otros que buscamos con insistencia simplemente no están ahí, por más que nos esforcemos y fatiguemos nuestra memoria. De ahí también esas fantasías sci-fi que nos hacen soñar con métodos tecnológicos, químicos o farmacéuticos que nos permitan manipular nuestra memoria, editar los recuerdos, borrar algunos e implantar otros.
Sin llegar a eso, recientemente una investigación dirigida por Chris Bird, de la Universidad de Sussex, en Reino Unido, ha arrojado luz sobre la manera en que una imagen se fija con mayor durabilidad en la memoria humana. Para su experimento, Bird tomó a dos grupos de estudiantes universitarios, quienes se recostaron en máquinas de escaneo cerebral mientras veían videos de YouTube con grabaciones de escenas cotidianas (por ejemplo, una broma que un vecino le jugaba a otro); en el caso del primer grupo, al terminar cada video los estudiantes tenían 40 segundos para recrear la escena en su mente y describirla brevemente para sí; los estudiantes del segundo grupo, por el contrario, solo veían un video tras otro, sin ninguna pausa entre estos.
Un par de semanas después, los estudiantes volvieron con Bird y su equipo para responder algunas preguntas al respecto de los videos que habían visto. Sorpresivamente, quienes habían dedicado 40 segundos a autodescribirse las escenas vistas fueron quienes mejor los recordaban.
En cuanto al escáner cerebral, este mostró una mayor actividad cerebral cuando los estudiantes comenzaban a hacer asociaciones entre lo que veían y sus propios recuerdos o referentes (uno de ellos, por ejemplo, comparó a una de las personas que aparecían en el video con un personaje de James Bond).
Los resultados de esta investigación nos sugieren algo que podemos extraer del arte de contar historias. Una tradición inicialmente oral que tiene la función justamente de mantener viva en la memoria los principios y las narraciones fundamentales de una cultura y funge como un factor de aglutinación. Esto es, contarnos las cosas, este proceso reflexivo es de alguna manera fijar la realidad, de entre la siempre cambiante plétora de innumerables estímulos, dar cohesión. Así que en la medida en la que mejor nos describamos las cosas y mejor “story-telling” hagamos con nuestras vidas, más vida e información permanecerá en nuestra memoria. Es necesario habitar nuestro teatro de la memoria.
Así que ya lo sabes: si quieres aumentar la probabilidad de que algo se quede en tu memoria, tómate unos pocos segundos para describirlo en tus propios términos y comprueba esta técnica por ti mism@.
http://pijamasurf.com/2015/11/quieres-recordar-algo-por-siempre-esta-sencilla-tecnica-de-40-segundos-podria-ayudarte/
Contagiamos nuestras emociones a los niños
¿Te ha sucedido alguna vez, que luego de encontrarte con alguien que estaba atravesando determinado estado anímico, sentiste como si hubieses absorbido lo que le sucedía, que algo de esa persona te influenció, positiva o negativamente? También, posiblemente, te ocurrió algo similar, cuando viste a alguien en una situación dolorosa o indeseable, es probable que hayas sufrido como si una parte de ti lo estuviera viviendo realmente.
Es que es así, una parte de ti lo está viviendo. Esto es una función de un área del cerebro, que también se la llama “centro de la empatía” o “neuronas espejo”, justamente porque, gracias a ella, podemos sentir lo que otros sienten.
Esta zona no solo entiende lo que significa un gesto de alguien, sino que lo reproduce activando la misma secuencia neuronal de la persona, contagiándonos así, de lo que esta siente.
La importancia de nuestras emociones en la educación
¿Qué sucede si un maestro está de mal humor durante todo un día de clase? ¿Qué pasa en el hogar, si madre o padre están irritados durante todo un día? ¿Qué ocurre si en el entorno de un niño hay agresividad, estados anímicos poco saludables, sean o no exteriorizados?
Muchas veces decimos o escuchamos comentarios como “justo hoy que estoy tan cansada, los niños están tan alborotados” “Este niño parece que me lo hace a propósito… hoy que tengo un día tan malo” “¿Qué pasa que no paran de pelear?… hoy que tengo tan poca paciencia”.
Si eres padre, maestro, terapeuta debes saber que estas ejerciendo un rol de liderazgo; y como todo líder, tienes la capacidad de inspirar o influenciar a personas o grupos. Por ello, tu estado emocional es de máxima importancia. Daniel Goleman, psicólogo y periodista estadounidense que elaboró su teoría sobre la importancia de la inteligencia emocional y el liderazgo, entre otras, nos dice lo siguiente al respecto: “un líder es la persona que determina el clima emocional de un grupo”.
Más que nunca, cuando vemos a dos hermanos pelearse una y otra vez, a toda un aula alborotada o agresiva; cuando la situación de afuera me está mostrando una tendencia anímica, y tenemos sobre ella un rol de liderazgo, debemos detenernos a mirar nuestro estado emocional. Un solo gesto, una sola palabra; tu forma de respirar, suspirar, o tu manera de mirar, puede cambiar el estado anímico de un niño o el clima emocional un grupo; puede inducir a la alegría, distensión, o generar lo contrario.
Antes de presentarnos como un referente, debiéramos observar nuestro estado interno. Proponernos primero, el auto-liderazgo positivo, para luego poder acompañar o guiar a otros.
Cuando nos encontramos con niños, si o si, sin otra posibilidad, nos topamos cara a cara con nosotros mismos. Sus emociones son los indicadores de nuestro estado interno; nos despiertan, alertándonos cómo estamos.
Podemos negarlo y señalarlos como responsables de nuestro mal humor, mala disposición, desánimo, pero sepamos que sucede a la inversa. Nuestro estado interno convoca al de los niños. Tenemos la capacidad para cambiar cualquier situación, si primero registramos lo que nos está sucediendo realmente, y a partir de ello, transformamos nuestra actitud, inspirando la armonía esperada.
Autora: Nancy Erica Ortiz
Pedagoga Integral
http://www.caminosalser.com/i1794-contagiamos-nuestras-emociones-a-los-ninos/
Adriana – Resistencias psicológicas
¿Cómo convertirlas en aliadas del cambio?
Si en alguna ocasión has intentado seguir una dieta, abandonar el cigarrillo, controlar la ira o desarrollar un nuevo hábito, es probable que te hayas percatado de cuán difícil es. Lo usual es que surjan algunas resistencias, las cuales fungen como si fueran un muro que se interpone en nuestro camino. De hecho, esas resistencias son las principales responsables de que muchos de nuestros mejores deseos jamás se conviertan en realidad.
Por una parte, se encuentra nuestra mente consciente, esa que quiere cambiar y que se propone nuevas metas y objetivos pero, por otra parte, está nuestra mente inconsciente, que quiere mantenerse inalterable, que no desea cambiar y que opone mucha resistencia. Dentro de nosotros coexiste la ambivalencia, nos apasiona el cambio pero, a la misma vez, nos resulta atemorizante.
¿Qué son las resistencias psicológicas?
Las resistencias psicológicas son obstáculos mentales que se interponen en la toma de conciencia. Son reacciones que se activan de manera automática cuando es necesario reconocer determinados sentimientos o dar un paso importante que conduzca a un cambio. Se ponen en marcha ante una situación que nos causa tensión pues nuestro inconsciente cree que no estamos suficientemente preparados para afrontarla. Entonces se activa esta especie de mecanismo de defensa.
En otros casos, la resistencia psicológica se debe a las ganancias secundarias; es decir, la situación actual nos reporta algunas ventajas que no estamos dispuestos a perder. No podemos olvidar que, aunque trastornos como la depresión, la ansiedad o las fobias son muy limitantes, también nos reportan algunas ventajas. Por ejemplo, quizás estos problemas nos han acercado emocionalmente a una persona importante para nosotros y, en lo más profundo, tenemos miedo de que al superar el trastorno, esa persona vuelva a distanciarse y nos quedemos solos.
Las ganancias secundarias no siempre se hacen conscientes ya que en muchos casos no las queremos reconocer. Sin embargo, estas ideas cobran fuerza en el inconsciente y generan una resistencia al cambio, cuya misión es lograr que el estado actual de las cosas perdure. La resistencia psicológica no solo nos impide cambiar sino también darnos cuenta de esos contenidos ocultos.
¿Cómo actúan las resistencias psicológicas?
Imagina que debes presentar un proyecto muy importante en tu trabajo pero justo antes de salir de casa notas que tu hijo tiene fiebre. Sabes que le dejas en buenas manos pero, aún así, no logras quitarte esa preocupación de la mente. Por eso, tendrás que esforzarte más de lo habitual para concentrarte y hacer una buena presentación.
Las resistencias funcionan de manera similar, son como esa preocupación que ronda tu mente y que te impide dar lo mejor de ti. Sin embargo, el problema radica en que no somos conscientes de esas resistencias y, por tanto, las achacamos a otros factores, como puede ser nuestra falta de capacidad. Si nos planteamos una meta y no podemos alcanzarla, podemos pensar que no tenemos las habilidades necesarias, lo cual puede afectar nuestra autoestima y hacernos adoptar una actitud derrotista. No obstante, el verdadero responsable del “fracaso” podría ser una resistencia. Así, estas no solo nos roban energía sino también la confianza en nosotros mismos.
Las resistencias como tesoros
“Conócete a ti mismo”, reza un antiquísimo aforismo griego que, probablemente, es el mejor consejo psicológico que se haya dado jamás. Y es que las resistencias no son problemas en el sentido estricto del término sino oportunidades para crecer y conocerse mejor. Las resistencias pueden convertirse en un tesoro, siempre y cuando las saquemos a la luz.
Las resistencias psicológicas son una barrera para el desarrollo cuando nos empecinamos en hacer caso omiso, cuando intentamos esconderlas y negarlas, actuando como si no existiesen. Sin embargo, basta ser conscientes de su existencia para desarmarlas o, al menos, restarles parte de su impacto negativo.
De hecho, reconocer nuestras resistencias nos reporta dos ventajas fundamentales:
– Tendremos más energía para enfrentar el cambio ya que el simple hecho de descubrir una resistencia implica que comenzamos a asimilarla y esta deja de robarnos la energía, nos permite focalizarnos en lo que realmente queremos.
– Podremos crecer ya que no tendremos esos obstáculos interiores que antes nos limitaban, que alimentaban el miedo o nos mantenían atados al pasado. Recuerda que el principal obstáculo para lograr tus metas eres tú mismo.
En este punto la pregunta es: ¿cómo descubrir las resistencias psicológicas si estas actúan por debajo de nuestra conciencia?
Un ejercicio para descubrir las resistencias psicológicas
El principal objetivo de este ejercicio es mirar en nuestro interior para encontrar las principales resistencias que no nos dejan avanzar. La idea radica simplemente en ser conscientes de su existencia, de esta forma es como si les estuviésemos diciendo: “sé que existes pero no tienes poder sobre mí”. Es el equivalente a soltar lastre para poder seguir hacia adelante, más rápido y con menos fatiga.
1. Busca un lugar tranquilo, donde nadie te moleste y donde no haya ruido.
2. Siéntate y respira profundamente. Es recomendable que practiques durante 10 minutos la respiración diafragmática o la relajación muscular progresiva. De esta forma estarás más relajado, tu mente consciente bajará la guardia y los contenidos ocultos podrán fluir con mayor libertad.
3. Mira a tu alrededor y habla de lo que te rodea pero sin juzgar, usando siempre los términos “aquí” o “ahora”. Por ejemplo, puedes decir “ahora estoy viendo mi ordenador”. Esta es una frase neutra. Sin embargo, no debes decir “ahora estoy viendo mi ordenador viejo/pequeño” porque esto ya implica un juicio. Focalízate en las cosas que te rodean. En este paso aprendes a centrarte en las cosas en sí, no en tu percepción de ellas.
4. Una vez que hayas logrado describir lo que te rodea sin juzgar, continúa con tus sensaciones. Cambia el focus de atención y céntrate en ti. Al inicio es más fácil que te concentres en las sensaciones físicas y más tarde puedes pasar a las sensaciones y emociones. Por ejemplo, puedes decirte “ahora me siento enfadado”, pero sin emitir ningún juicio al respecto.
Lo interesante es que al inicio aparecerán muchos juicios, es algo natural porque estamos acostumbrados a juzgar y nos resulta difícil evaluar las cosas desligándonos del significado que le hemos dado. Sin embargo, la parte positiva es que cada uno de esos juicios probablemente esconde una resistencia. Por tanto, en este punto no debes reprimirlos sino vivenciarlos y, después dejarlos ir. Para eliminar las resistencias lo más inteligente no es combatirlas sino ceder ante ellas, así les restamos poder sobre nuestro comportamiento y decisiones.
Mientras percibes esas resistencias, focalízate en tu cuerpo, es probable que notes algunas sensaciones particulares, casi siempre en la zona de la espalda, la frente o el estómago. Esto se debe a que las resistencias psicológicas a menudo se somatizan.
Cuando termines el ejercicio, anota las resistencias y las sensaciones vinculadas a estas. Después de varias sesiones notarás que algunas resistencias se repiten y que se expresan de la misma forma. De esta manera, la próxima vez que te plantees un objetivo y notes esas sensaciones, sabrás que hay algunas resistencias psicológicas que actúan como obstáculos. Encuéntralas y déjalas ir.
Con este ejercicio habrás convertido las resistencias en tus aliadas del cambio porque, no solo podrás seguir avanzando sino que habrás logrado conocerte mejor y aumentar tu autoconfianza.
Psicología/Jennifer Delgado
Aida. Descubre el poder que tienen tus palabras
Los indígenas, primeros habitantes de nuestro planeta y grupo étnico de grandes conocimientos acerca de lo que somos y lo que hemos venido a hacer a esta vida, dicen que “El hombre es palabra, somos nuestras palabras”. Es muy importante para todos descubrir el poder que tienen tus palabras, para hacer uso en nuestra vida y desarrollo personal, para que podamos encaminarnos al éxito, una vez que descubrimos el alcance ilimitado de ella, vamos a comenzar a poner todo en palabras.
Seguramente has escuchado de técnicas como el coaching y el PNL, programación neurolingüística, estas son estrategias desarrolladas para explotar de forma positiva el poder de la palabra sobre nuestros comportamientos y los comportamientos de las personas que nos rodean.
La PNL es una técnica desarrolla a partir de los años 70, por un grupo de estudiosos del comportamiento humano al darse cuenta que existían diferencia significativas en las habilidades comunicacionales entre unos u otros terapeutas, encontraron que Fritz Perls, Virginia Satir y Milton Ericksson manejaban una tasa de éxito sorprendente frente a otros especialistas en la misma área de intervención. De esta observación y de la sistematización de esas experiencias, surgieron una serie de herramientas, por medio de las cuales hoy en día se dirigen sesiones de coaching para motivar, sanar y alcanzar el éxito.
Descubre el poder de tus palabras
Lo cierto es que el poder que tiene la palabra ha sido comprobada a la largo de la historia de la psicología, no cabe duda de sus efectos y nadie discute sus alcances actualmente, la palabra crea realidades, cambia ánimos y puede con la misma capacidad hacer todo lo contrario, es la unidad mínima del pensamiento, detente un minuto a pensar, de que está compuesto ese pensamiento, son palabras, con ellas aprendemos a identificar y nombrar y significar cada cosa que percibimos, en palabras se codifican nuestras acciones, y le damos sentido a la vida.
Esta poderosa herramienta puede cambiar tu vida si te enfocas un poco en aprender a utilizarla, para comunicarte con tu entorno, familia, amigos, compañeros de trabajo, pero también para establecer mecanismos de control y auto diálogo, debes permanecer siempre alerta a lo que dices y a lo que te dicen, así como aquellas cosas que te dices tú misma, parece complicado, pero no lo es. Empieza a prestar atención a tus palabras y sigue estos cortos tips para comenzar a hacer un cambio en tu vida.
Consejos para aprender a usar las palabras
- Trátate bien, dirígete a ti mismo de forma educada clara y amorosa, descúbrete cuando entablas diálogos contigo mismo.
- Elimina las negaciones absolutas, “no puedo” puede sustituirse por “debo alcanzar algunas habilidades que aún necesito desarrollar para lograrlo” explora las palabras que te dices y sus impactos en tus sentimientos y emociones.
- Se cortés y se muy específico en lo que dices y en los mensajes que mandas, haz que tus palabras se correspondan con tus sentimientos, permanece atenta y en control, ya conoces el poder de las palabras.
- Elogia y elógiate, ve y piensa en positivo, mira las habilidades y habla de ellas, empodera tus palabras de cosas positivas, habla de logros y no de fracasos, háblate de habilidades en vez de hablar de debilidades, fortalécete y fortalece a los demás. Que bien lo he hecho hoy, que bonita me queda está camisa, etcétera.
- Añade a tu vocabulario aquellas palabras que sumen cosas a tus expresiones, habla de aportes, de cumplimientos, de metas, de alcances, de perspectivas futuras de avance, añade palabras como “Excelente, poderoso y único”.
- Responsabilízate, admite tu poder sobre las cosas que suceden alrededor, deja fluir tu control, añádete en primera persona a la solución de los problemas que encuentras, participa activamente de tus palabras y crea oraciones positivas.
- No ordenes cosas ni te ordenes cosas, el uso de la orden genera rebelión, plantéate todo y plantea todo desde la pregunta positiva, ¿Qué te parecería si… en vez de…? “así logras desafiar la lucha de poder.
- Sé curioso, añade el uso de preguntas para ti mismo y para los demás, las preguntas son la fuente fértil de las palabras y recuerda mientras más palabras uses mayores serán las creaciones en tu vida.
De verdad que las palabras son mágicas unidades mínimas de pensamiento, dales un uso adecuado y responsable, tienes en tu boca una herramienta para vencer, úsala y disfruta del poder que tienen tus palabras. Recuerda… lo que dices sobre ti misma es básicamente el filtro a través del cual experimentas la vida.
Redacción: Equipo de Vida Lúcida
Aida. Un neurólogo investiga los «poderes» telepáticos de un niño de 5 años.
fuente/.disclose.tv
Aida. «La Conciencia Crea la Realidad» – Físicos Admiten que el Universo es Inmaterial, Mental y Espiritual
por Arjun Walia
11 Noviembre, 2014
del Sitio Web Collective Evolution
traducción de Adela Kaufmann
Versión original en ingles
«La conciencia crea la realidad», una declaración que ha ganado mucha atención a través de diversos medios de comunicación alternativa en todo el mundo.
No se equivoquen, la conciencia ha sido (por mucho tiempo) estudiada por numerosos científicos, sobre todo en su relación con la física cuántica y la forma en que podría ser correlacionada con la naturaleza de nuestra realidad.
¿Qué es la conciencia? La conciencia incluye una serie de cosas. Es la forma en que percibimos nuestro mundo, nuestros pensamientos, siendo conscientes, nuestras intenciones y mucho más.
«Buscar la conciencia en el cerebro es como buscar en el radio el locutor.»
Nasseim Haramein
director de investigación para el Proyecto de Resonancia
«Considero a la conciencia como fundamental. Considero a la materia como derivada de la conciencia. No logramos ponernos detrás de la conciencia. Todo lo que hablamos, todo lo que consideramos como existente, postula la conciencia. «
Max Planck
físico teórico, que se originó la teoría cuántica, que le valió el Premio Nobel de Física en 1918
«No fue posible formular las leyes de la mecánica cuántica en una forma totalmente coherente sin hacer referencia a la conciencia.»
Eugene Wigner
físico teórico y matemático. Él recibió una participación del Premio Nobel de Física en 1963
La afirmación de que «la conciencia crea la realidad» viene con una serie de preguntas diferentes.
¿Significa esto que nosotros como individuos (y en un nivel colectivo como raza humana) podemos dar forma y crear nosotros mismos cualquier realidad que nos guste?
¿Significa que podemos manifestar un cierto estilo de vida, y atraer ciertas experiencias?
¿Ocurre al instante?
¿Se necesita tiempo?
¿Cómo lo hacemos?
Aunque podríamos no ser capaces de responder a estas preguntas con certeza científica absoluta, sí sabemos que sí, una correlación entre la conciencia y nuestro mundo material físico de hecho existe, de alguna manera o forma.
El alcance de esta correlación (de nuevo desde un punto científico moderno de vista) aún no está bien entendido, pero sabemos acerca de la correlación, y sabemos que debe tener algún tipo de significado.
«Una conclusión fundamental de la nueva física también reconoce que el observador crea la realidad.
Como observadores, estamos involucrados personalmente con la creación de nuestra propia realidad. Los físicos se ven obligados a admitir que el universo es una construcción «mental».
El físico pionero Sir James Jeans escribió:
«La corriente del conocimiento se encamina hacia una realidad no mecánica; el universo comienza a parecerse más a un gran pensamiento que a una gran máquina.
La mente ya no parece ser un intruso accidental en el reino de la materia, deberíamos más bien celebrarla como creador y gobernador del reino de la materia. Acepte esa indiscutible conclusión.
El universo es inmaterial mental y espiritual. «
R.C. Henry
profesor de Física y Astronomía de la Universidad Johns Hopkins,» El Universo Mental «; Naturaleza 436: 29,2005)
La Ciencia Detrás de la Afirmación de «La conciencia crea la realidad»
El experimento de la doble rendija cuántica es un experimento muy popular utilizado para examinar cómo se entrelazan la conciencia y nuestro mundo material físico. Es un gran ejemplo que documenta cómo los factores asociados con la conciencia y nuestro mundo material físico están conectados de alguna manera.
Una revelación potencial de esta experiencia es que «el observador crea la realidad.»
Un artículo publicado en la revista revisada por pares Ensayos de Física de Dean Radin, PhD, explica cómo este experimento se ha utilizado varias veces para explorar el papel de la conciencia en la formación la naturaleza de la realidad física.
En este experimento, se utilizó un sistema óptico de doble ranura para probar el posible papel de la conciencia en el colapso de la función de onda cuántica.
La relación de interferencia del patrón del poder espectral de la doble rendija a su sola potencia espectral de hendidura se predijo que iba a disminuir cuando se centra la atención hacia la doble rendija, en comparación con fuera de ella.
El estudio encontró que los factores asociados con la conciencia «de manera significativa» se correlacionan de maneras predichas con perturbaciones en el patrón de interferencia de la doble rendija.
«La observación no sólo perturba lo que hay que medir, lo produce. Nosotros obligamos al electrón a asumir una posición definida. Nosotros mismos producimos los resultados de la medición.«
Aunque se trata de uno de los experimentos más populares utilizados para plantear la relación entre la conciencia y la realidad física, hay varios otros estudios que muestran claramente que la conciencia, o los factores que se asocian con la conciencia, se correlacionan directamente con nuestra realidad de alguna manera.
Una serie de experimentos en el campo de la parapsicología también han demostrado esto.
Claro, no podríamos comprender el alcance de esta conexión, y en la mayoría de los casos los científicos ni siquiera podemos explicarlo. Sin embargo, han sido observados una y otra vez.
A continuación se muestra un video de demostración de la película «¿Y tú qué rayos sabes?»
Otros ejemplos sobre los que hemos escrito, patrocinados por el gobierno son los experimentos con la psicokinesis, el experimento de conciencia global, los experimentos de visión remota de las agencias de inteligencia, los pensamientos y las intenciones que alteran la estructura del agua, el efecto placebo, los estudios de teletransportación y mucho más.
Puede encontrar más detalles sobre esos experimentos específicos aquí.
Cómo podemos incorporar esta información en nuestras vidas y utilizar conciencia para transformar el mundo
El cambio requiere una acción, pero el lugar dentro del cual proviene la acción es más importante.
La ciencia de hoy en día, especialmente la física cuántica, se ha estado poniendo al día con el misticismo antiguo y con conceptos que están y han estado muy profundamente arraigados en varias culturas en todo el mundo antiguo.
Un gran ejemplo de esto es el hecho de que todo es energía que nada es sólido.
«Somos lo que pensamos, todo lo que somos surge con nuestros pensamientos, con nuestros pensamientos hacemos el mundo.»
Gautama Buda
«En términos generales, aunque hay algunas diferencias, creo que la filosofía budista y la Mecánica Cuántica se dan la mano en su visión del mundo. Podemos ver en estos grandes ejemplos los frutos del pensamiento humano.
Independientemente de la admiración que sentimos por estos grandes pensadores, no debemos perder de vista el hecho de que eran seres humanos tal y como somos nosotros. «
Un gran ejemplo de la física cuántica encontrándose con la sabiduría antigua se ve en el hecho de que Nikola Tesla fue influenciado por la filosofía védica al ponderar sus ideas de la energía del punto cero.
¿Por qué es esto importante? Es relevante porque la nueva física, como se mencionó anteriormente, apunta al hecho de que el observador da forma a la realidad.
La forma en que pensamos y percibimos podría ser responsable y tener un papel vital en la construcción física que vemos frente a nosotros.
«Ningún problema puede ser resuelto desde el mismo nivel de conciencia que lo creó.»
Si nos fijamos en el mundo y lo examinamos a nivel colectivo, ¿qué vemos? ¿Cómo lo percibimos?
En este momento, las masas se perciben como naciendo, yendo a la escuela, pagando las cuentas, criando una familia y encontrando un «trabajo» dentro del paradigma actual para mantenerse a sí mismo.
Sin juicio aquí, pero muchas personas en el planeta no están resonando con esta experiencia. Quieren cambiar. Hemos estado repitiendo y percibiendo nuestra realidad de esta manera durante un tiempo muy largo, con muy poca información sobre lo que realmente está sucediendo en y a nuestro planeta. Es casi como si fuéramos drones robóticos que están capacitados y lavados del cerebro para aceptar las cosas como son.
No cuestionar lo que está sucediendo en nuestro mundo y continuando con el statu quo, sólo cuidando de nosotros mismos y de nuestras propias vidas.
Como Noam Chomsky decía, nuestro consentimiento ha sido fabricado. Si seguimos por este camino y continuamos percibiendo y viendo la realidad como «esto es sólo la forma en que es,» vamos a, en esencia, prolongar ese tipo de existencia y experiencia para la raza humana sin tener que cambiarla.
Con el fin de crear y manifestar una nueva realidad para nosotros mismos, nuestros patrones de pensamiento y la forma en que percibimos la realidad deben cambiar.
¿Qué es lo que cambia la forma en que percibimos la realidad? La información…
Cuando surge nueva información que cambia la forma de ver las cosas y, como resultado, nuestra realidad cambiamos, y empezamos a manifestar una nueva experiencia y abrir nuestras mentes a una visión más amplia de la realidad.
No quiere decir que no podremos manifestar una nueva forma física en un abrir y cerrar de ojos, y que no somos capaces de hacer eso, pero parece que hay algo que lleva su tiempo, algo gradual, algo que no entiendo aún.
Lo que también es importante acerca de las enseñanzas de la nueva física es que, si los factores de conciencia están asociados con la creación de nuestra realidad, eso significa que el cambio comienza dentro. Se inicia con la forma en que estamos observando el mundo exterior de nuestro mundo interior.
Esto toca el punto anterior de cómo percibimos nuestra realidad. Nuestra percepción del mundo exterior podría muy bien ser un reflejo de nuestro mundo interior, nuestro estado interior del ser.
Así que pregúntese a usted mismo,
¿Es usted feliz?
¿Está observando, percibiendo y actuando desde un lugar de amor?
¿Desde un lugar de odio o ira?
¿Desde un lugar de paz?
Todos estos factores están asociados con nuestra conciencia, con nuestra observación, el uno (o muchos) que están haciendo la «observación» podrían desempeñar un gran papel en qué tipo de mundo físico la raza humana se manifiesta por sí misma, ¿qué le parece?
Somos, de hecho, los observadores, podemos crear un cambio y romper los patrones para abrir nuevas posibilidades, cambiar nuestra dirección, a lo largo de la manera en que nos observamos a nosotros mismos, a otros y al mundo que nos rodea.
Yo creo que la raza humana está en el proceso de despertar a una serie de cosas diferentes, al mismo tiempo. Como resultado, la forma en que percibimos y «observamos» el mundo que nos rodea (en una escala de masas) está empezando a cambiar drásticamente.
Así que si usted quiere ayudar a cambiar el mundo, cambie la forma de ver las cosas, y las cosas que usted vea cambiarán.
«Sea usted el cambio que usted quiere ver en el mundo.»
Mahatma Gandhi
«No hay nada nuevo por descubrir en la física ahora. Todo lo que queda es más y más precisamente una medición.«
Esta declaración (declaración de visión del mundo) fue hecha por Lord Kelvin en 1900, que fue rota sólo cinco años más tarde, cuando Einstein publicó su artículo sobre la relatividad especial.
Las nuevas teorías propuestas por Einstein desafiaron el (en ese momento) marco actual de entendimiento. Esto obligó a la comunidad científica a abrirse a una visión alternativa de la verdadera naturaleza de nuestra realidad.
Un gran ejemplo de cómo las cosas que una vez fueron consideradas como verdad han cambiado.
Las declaraciones del Señor kelvin resuenan con la voz de paradigmas pasados… Sabíamos que la Tierra era plana, sabíamos que éramos el centro del universo, y sabíamos que una pieza de maquinaria hecha por el hombre era más pesada que el aire, y que no podía tomar vuelo.
A través de todas las etapas de la historia humana, las autoridades intelectuales han pronunciado su supremacía ridiculizando o suprimiendo elementos de la realidad que simplemente no encajan en el marco del conocimiento aceptado.
¿Somos realmente diferentes hoy?
¿Realmente hemos cambiado nuestra aceptación hacia las cosas que no caben el marco?
Tal vez hay conceptos de nuestra realidad que todavía tenemos que entender, y si abrimos nuestros ojos tal vez vamos a ver que algo importante ha sido pasado por alto.
|
SÍNTOMAS QUE DELATAN UN TRAUMA TRANSGENERACIONAL
Denota que hemos cogido una carga familiar. Recordad que el cuerpo llora y somatiza todo lo que nuestro Ego inconsciente no reconoce.
Se asocian a los riñones, órgano donde reside el miedo o el valor, y con la herencia energética que procede de nuestro linaje.
Quién se llama como algún familiar comparte su carga. El significado a veces es una alegoría porque no implica lo mismo llamarse María que Eva; el primero denota la ingenuidad de la persona que nunca ha sido mujer porque es el arquetipo de la virgen, de la niña que se convierte en mama sin realizar “el proceso de individualización”. Un nombre compuesto a veces delata cierta esquizofrenia.
Estos aparecen cuando eres inconsciente y te desvías de tu camino. Es difícil vivir tu propio destino desde la consciencia si eres una sombra de algún familiar.
Los secretos familiares nos llenan de miedos, y éstos nos impiden vivir nuestra verdadera vida porque quien vibra desde él, se queda en su zona de confort y nunca tendrá el valor suficiente para buscar su verdadero destino.
La concepción es una metáfora de tu vida, por lo tanto, tal como eres concebido así será tu vida. ¿Quién vive desde el azar. Los inconscientes que a su vez suelen tener hijos inconscientes que cogen las cargas familiares. Se denominan “linajes zombis” porque carecen de vitalidad, de intención y de creatividad.
Cada nacimiento es una oportunidad de maximizar el amor familiar o de repetir patrones inconscientes del linaje. Depende del nivel de evolución. Esta es una de las razones de por qué muchas personas después de su primer niño parecen que son abducidas por el condicionamiento familiar y comienzan a comportarse como su Mamá o su Papa.
Es una tendencia sexual problemática donde buscamos como pareja al arquetipo que encarnan nuestros progenitores. Obviamente nadie puede tener una vida sexual sana si se acuesta simbólicamente con sus padres. El deseo incestuoso dura aproximadamente tres años o se acaba después del nacimiento del primer hijo porque nos convertimos en nuestros padres si hemos sido inconscientes.
Cuando alguien manifiesta ideas que no le corresponden por generación significa que sus ancestros hablan por ellos.
¿Cuál es la técnica? El ser humano no puede cambiar las situaciones solo sabiendo lo que está mal sino viviríamos en una realidad muy distinta. ¿Cuál es la vía? Reviviendo emocionalmente el problema y entendiendo qué quería enseñarnos.
Aida. El Control Mental en el Siglo 21, Dr Nick Begich (01) DaB Doblado Esp
El Control Mental en el Siglo 21, Dr Nick Begich 01, DaB Doblado Esp
El Doctor Nick Begich nos acerca de una manera científica y documentada, los verdaderos avances tecnológicosy dispositivos que están ya siendo usados para influir en el comportamiento humano tanto de manera individual como colectiva, o dicho de una manera más llana… para nuestro control mental.