«Un juego de suicidio malvado» era cómo un periódico describía el «desafío Momo», un juego que supuestamente involucraba a niños que recibían una serie de instrucciones amenazadoras y cada vez más peligrosas de un contacto anónimo en su teléfono inteligente. Dichos informes sensacionalistas se arriesgaron a provocar un frenético pánico, y pronto se hizo evidente que había pocas pruebas de que el juego fuera real, y una organización de niños dijo que había recibido más consultas de la prensa que de los padres.
Es fácil ver por qué los padres estarían preocupados por los informes de este supuesto fenómeno, que están acompañados por una imagen particularmente espeluznante de una muñeca que recuerda algo de una película de terror japonesa. Pero el desafío de Momo es simplemente el último engaño digital, una leyenda urbana capaz de desarrollarse y ganar ímpetu debido al intercambio de videos, artículos y advertencias en línea.
La intención de la mayoría de las personas que emiten estas advertencias suele ser bien intencionada. Pero el hecho de que las personas no identifiquen el engaño, incluso por aquellos que deberían tener una percepción experta de si los niños realmente están en peligro, ayuda a crear un problema donde realmente no existía. Y es probable que se trate de padres preocupados que se ven perjudicados como resultado en lugar de sus hijos más expertos en el ámbito digital.