Capturan en video a esta criatura marina que parece salida de La Guerra de los Mundos

Desde los relatos de invasiones alienígenas en la literatura de ciencia ficción hasta los misteriosos encuentros con criaturas de las profundidades marinas, la línea entre la imaginación y la realidad se vuelve difusa.

Capturan en video a esta criatura marina que parece salida de La Guerra de los Mundos

Magnapinna filmada recientemente en la fosa de Tonga (izquierda) en comparación con unos de los trípodes en la película La Guerra de los Mundos.

En La Guerra de los Mundos, la famosa novela de H.G. Wells publicada en 1898, los alienígenas invasores son descritos como criaturas extremadamente avanzadas y aterradoras, que se desplazan en gigantescos robots conocidos como trípodes.

Los trípodes son máquinas de guerra enormes y esbeltas, sostenidas por tres patas largas y articuladas, lo que les permite moverse con gran agilidad sobre cualquier terreno. En la novela, cada uno cuenta con una especie de «cabeza» o cabina en la parte superior, desde donde los marcianos operan el robot.

Es posible que los relatos de avistamientos de calamares gigantes, que se conocen desde hace siglos, hayan influido en la imaginación del novelista británico. Estas criaturas marinas poseen largos tentáculos y se han descrito como monstruos marinos en leyendas y en la literatura.

Una de las ediciones de la novela de H.G. Wells en cuya tapa se destaca a los trípodes.

El Magnapinna, también conocido como calamar de aletas grandes, es una especie más moderna descubierta formalmente a finales del siglo XX. Es poco probable que Wells se inspirara en él, dado que esta esquiva criatura es muy reciente y habita en las profundidades marinas a miles de metros bajo el agua. Sin embargo, el Magnapinna tiene características que se asemejan a la descripción de los trípodes: sus largos y delgados tentáculos, que parecen flotar y moverse de manera independiente, dan una impresión similar a la de los trípodes deslizándose sobre el terreno.

Así lo han demostrado recientemente cámaras en el fondo de la fosa de Tonga, en el Pacífico Sur, las cuáles captaron imágenes raras de uno de estos cefalópodos de aspecto alienígena, con brazos finos que se extienden por varios metros.

El nuevo video fue grabado a 3.300 metros de profundidad por investigadores de la organización Ocean Conservancy, quienes observaron al calamar por casualidad mientras exploraban la fosa.

«Siempre esperamos ver este tipo de animales», comentó Alan Jamieson, profesor y científico especializado en profundidades marinas de la Universidad de Australia Occidental, al medio especializado Live Science. «El calamar de aletas grandes no es algo que se busque activamente, es una especie que se basa en el azar para que podamos encontrarla».

La mayoría de los avistamientos documentados de este calamar se han producido de manera «fortuita, durante grabaciones realizadas en actividades petroleras y gasíferas», añadió Jamieson.

En el nuevo video, el calamar probablemente estaba alimentándose o intentando alimentarse. La grabación muestra al extraño animal desplazándose lentamente por el lecho marino antes de detenerse de repente y agitar las grandes aletas adheridas a su cuerpo. Aunque parece que el calamar está tirando de algo fuera de cámara, lo más probable es que simplemente estuviera tratando de despegar sus pegajosos brazos del fondo oceánico.

Los científicos creen que el calamar de aletas grandes puede alcanzar hasta 8 metros (26 pies) de largo, incluyendo sus tentáculos. Crédito: Ocean Conservancy.

Los investigadores estiman que el cuerpo del calamar mide entre 20 y 30 centímetros de largo. Sin embargo, sus brazos se extienden varias veces esa longitud y se ven «extremadamente desproporcionados», tales como los de los trípodes de Wells.

El motivo por el cual el calamar de aletas grandes ha desarrollado unos brazos tan largos y delgados sigue siendo un misterio, aunque probablemente esté relacionado con su forma de alimentación. Es la única especie de calamar que se conoce que vive a profundidades hadales, entre 6.000 y 11.000 metros, donde el alimento escasea y la mayoría de nutrientes llega en forma de partículas que caen desde la superficie.

Para resolver este enigma, los científicos primero deben conocer más sobre el propio calamar.

«El truco es seguir grabando todo lo que sucede a su alrededor y, eventualmente, si tienes suerte, alguno de ellos aparecerá ante la cámara», concluyó Jamieson.

Fuente: OC. Edición: MP.

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