Desde siempre, desde que el mundo es mundo, las primeras culturas con capacidad de expresión simbólica recurrieron a las figuras artísticas como medio de comunicación frente a quienes les rodeaban y frente a ellos mismos. En ellas los pueblos, orgullosos de su arte se veían representados, o, en caso de pertenecer a otro pueblo, podían sentirse intimidados. Esta es la visión del arte como publicidad, expuesto por y para proclamar a los cuatro vientos la magnitud de la grandeza y superioridad de un pueblo. Lo más sagrado que conocían aquellos hombres.
Empezamos analizando las expresiones artísticas de Monte Albán porque es uno de los aspectos más visuales y explicativos que nos han legado sus antiguos habitantes.
Habíamos apuntado en el artículo de presentación que los zapotecas parecen tener un especial interés en divulgar de alguna forma sus costumbres, sus creencias, dando a conocer su poderío como ciudad-estado políticamente organizada, en apariencia mejor respecto a Teotihuacán, cuyos habitantes recurrieron a una expresión artística más íntima, más simbólica, más para iniciados si se prefiere. Quizás el paso del tiempo o la mano del hombre hayan podido eliminar los soportes en los cuales los teotihuacanos se expresaron de una forma más evidente.
No lo sabemos y sólo podemos hacer conjeturas más o menos peregrinas al respecto.
También representaron la grandeza de Monte Albán personificada.
Imagen que corresponde a la ‘galeria de los danzantes’ en las ruinas de Monte Albán son jeroglíficos que representan a guerreros desnudos con posiciones de cuerpos contorsionados (como bailarines)
La idealización ya existía en todos los lugares del mundo desde tiempos muy arcaicos y no siempre se recurría a las fantásticas, preciosistas y “benevolentes” imágenes del mundo cultural clásico, sumerio o egipcio para mostrárnosla. Por ello las estelas de guerreros zapotecas destruyendo a los enemigos en templos y tumbas, o las figuras de diplomáticos teotihuacanos, no son sólo una expresión de intelectualidad o un medio de comunicación como lo entendemos hoy en día, más bien no lo son en absoluto.
La lectura de estas obras nos lleva a pensar en la convicción de este pueblo en su fortaleza, aunque esa fuera la imagen que se quiso transmitir desde el poder de lasclases dirigentes que ordenaron esculpir o pintar aquellas figuras.
De igual modo, las figuras de personajes cultivando, orando, o mostrando pleitesía al gobernantedeben interpretarse como un decálogo del buen comportamiento más que como un manual de la vida diaria de un zapoteca, aunque ese era el canon que se perseguía y el que debía imponerse, por la paz o por la fuerza.
Las esculturas de dioses presentes en los sepulcros domésticos hallados nos hablan dedivinidades muy similares a las de otros lugares de Mesoamérica lo que apunta seguramente a una tradición muy antigua que quizás fuera heredada de los olmecasy transformada en tradiciones locales de cada pueblo y cada ciudad. Los objetos de cerámica gris, típica de Monte Albán, que fueron uno de los productos más reclamados de su comercio y que podían encontrarse en casi cualquier lugar de México en su época nos habla de una artesanía muy elaborada y a gran escala que era capaz de fabricar objetos de muy bella factura.
La “Tumba 7″, una de las mas importantes de las ruinas de Monte Alban con el ajuar funerario y otros de los tesoros encontrados en ella.
Bellos frescos multicolores que representaban escenas mitológicas o cotidianas, con todas las significaciones explicadas al inicio de este artículo.
Por último reseñar que incluso después de la conquista y colonización de los españoles, los mixtecos, pueblo sucesor en Oaxaca de los zapotecas, siguieron elaborando figuras, estelas y pinturas como lo habían hecho sus ancestros para seguir mostrando al mundo, a un mundo ya completamente diferente y muy separado de sus ideales, la grandeza de sus orígenes y de su historia.
http://arquehistoria.com/el-arte-zapoteca-en-monte-alban-17371