Japón fue elegido como depositario del documento original del ACTA que en palabras de Daphne Keller, abogada de Google, consolida una nueva forma de imperialismo cultural, que no es otra que la del viejo lobby del copyright.
El uno de mayo, con la que tienen allí, el depositario, Japón, anunciaba (sigilosamente) que ya se podía firmar ACTA, la notaría está abierta, vayan pasando. Incluso se permitían en la escueta nota informativa sugerir que lo hagan rápido, lo antes que sea posible que el acuerdo tiene que entrar en vigor.
El japonés de la Comisión Europea es ahora Karel De Gucht, el comisario que está al frente del “ministerio europeo” de Comercio y que quiere marchar a Japón a firmar y cumplir con los previsto o acordado. Parece ser que lo lleva claro y tendrá que dejar el tanque (made in USA) aparcado en Bruselas.
Por lo pronto el dictamen de los profesores universitarios que considera que ACTA vulnera el acervo comunitario no ha podido ser rebatido con la intensidad que deseaba el comisario, como se demuestra en la respuesta detallada (pdf) que les ha enviado.
Hasta tal punto ha dado en el blanco el dictamen crítico con ACTA que ha conseguido abrir el debate sobre la necesidad de que sean los parlamentos nacionales los que autoricen previamente el apoyo de sus gobiernos a la firma del ACTA en el Consejo Europeo. Básicamente porque el acuerdo va más allá de las competencias de la UE y ya veremos si es compatible con las legislaciones nacionales. Un nuevo retraso que pone nerviosos a los defensores del acuerdo. Alguno hasta se adelanta por si cuela y se da el partido por jugado. España.
Pero siempre hay margen para la política y no el servicio al lobby. Por eso la ministra de Justicia alemana, la liberal Sabine Leutheusser-Schnarrenberger, ha sido la primera en defender que ACTA debe pasar por el parlamento de su país, pues el acuerdo internacional es muy serio y entra en consideraciones legales de carácter penal que pueden afectar (de firmarse) incluso al edificio constitucional del país. Jarro de agua fría sobre las pretensiones del lobby del copyright como el que ya ha desparramado este mismo país sobre el poderoso lobby nuclear.
Además Los Verdes alemanes pueden romper el tradicional bipartidismo, su influencia ya se nota, e incluso pueden alcanzar la presidencia del gobierno de una nación que por lo pronto puede ralentizar las prisas de los que quieren que el ACTA entre ya en vigor. Querían firmar este mes.
No es casualidad que el eurodiputado más joven del Parlamento europeo, que hace bandera en defensa de la legalidad y contra ACTA con el dictamen de los profesores, sea verde y alemán. Ni que la ministra de Justicia de su país también lo sea de un pequeño partido que en WikiLeaks aparece como poco de fiar. Porque ACTA no sería posible sin el bipartidismo del pacto eterno (“social-cristiano” o “social-conservador”) o lo que es los mismo con electores dispuestos a impulsar otras opciones de las que tradicionalmente han controlado el poder de hacer leyes, firmar y negociar tratados.
La gran coalición política y civil contra el ACTA todavía no ha sido derrotada por el viejo lobby del mundo antes de Google.
La locomotora alemana puede estar cambiando de dirección o permanecer parada hasta ver que pasa, antes de firmar, con la revolución electoral que anuncian las encuestas. Allí, por cierto, hechas por profesionales que quieren conservar su prestigio y no se ofrecen al mejor postor bipartidista.
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