Elaborar un coche, una máquina o un artilugio de utilidad requiere, entre otras cosas, un adecuado ensamblaje de sus piezas, de modo que capaciten al aparato a ser útil a un propósito definido. En cualquier avería del objeto bastaría cambiar la pieza o piezas deterioradas o cambiar algún elemento coadyudante inadecuado, carburante, agua, condicionantes variables, etc.
La Sanación corporal es un proceso de reestructuración, equilibrio y vuelta a la integridad de partes dañadas o alteradas, que no necesitan ser cambiadas. Pues a diferencia de una máquina el cuerpo humano es autocurativo o auto-reparable. Este posee la inteligencia necesaria para detectar sus propias partes dañadas. Por lo que en cierto modo no es necesario saber que hay dañado (aunque puede ser conveniente en algunos casos). Esto es debido a que la “Máquina Humana” opera en un principio de interacción. Donde cualquier hecho influye en todas sus partes. Es un todo, un conjunto formando una unidad. Es un ser unitario que reconoce sus propios problemas y tiende siempre a subsanarlos (en base a la Gran Ley de la Vida, la Ley de Autopreservación), eso es sanar, reinstalar su propia integridad perdida o desmejorada. No existe ningún otro poder sanador; pretenderlo es intentar robarle esa prerrogativa al propio cuerpo humano. El Sanador está en ti, le digas Energía o Dios no hace diferencia. El actúa igualmente sin importar como le llames. Aunque el éxito en parte depende de ti.
El estado natural humano es de salud. Cuando ésta se pierde es debido a incesantes actos inadecuados y nocivos para las óptimas funciones del organismo. Por eso es necesario un Conocimiento que detecte las causas o hechos que están afectando negativamente al cuerpo. Esto se traduciría en una medicina causal, no limitándose a silenciar o tratar síntomas, para no oír la voz del cuerpo. No es lo mismo, ni el mismo, un cuerpo trabajando ocho horas que cuatro. No es lo mismo, ni el mismo, un cuerpo sometido a conflictos relacionales que viviendo en una relación pacifica y armoniosa. Ni tampoco es lo mismo, ni el mismo, un cuerpo que “tome el sol” que uno que viva en penumbra. El organismo cambia en base a circunstancias y condiciones variables de vida. Tratará de adaptarse a condiciones adversas, pero eso no significa garantía de integridad. Llegado al límite de adaptabilidad, aceptará la patología o enfermedad como un proceso inevitable y en cierto modo como el mal menor, antes de sucumbir y extinguirse. Y todo ello porque hay en cada vida un mecanismo de autoprotección y autosanación que opera en el momento oportuno, adecuado y de modo incesante.
El cuerpo cambia, la mente cambia, sus secreciones mantenedoras de vida y salud cambian, en función de pensamientos y condiciones externas, bien sean alimenticias, afectivas, de estrés, etc.
Sanar es el resultado de suplir el cuerpo con sus necesidades existenciales diversas. Pues ello potencia el poder o energía curativa inherente al organismo vivo. Al contrario que una máquina el ser humano está sujeto a emociones y pensamientos que pueden influenciar y determinar su estado de salud y enfermedad. El abanico de elementos posibles alterantes puede variar según sean las circunstancias y actitudes. Pero en todo, todo caso, basta “perfeccionar” la situación, cambiar lo negativo, el hábito insano, a cierto grado, para que el propio organismo consiga el restablecimiento o retorno de su propia integridad fisiológica, que es decir física y psíquica. Sanar es normalizar lo desarmonizado, recuperar el bien perdido, retornar al origen primigenio íntegro, caminar hacia la perfección orgánica, organizar lo desorganizado; en definitiva, normalizar las funciones corporales, haciendo que éstas operen a su más alto grado de eficiencia y perfección. Buscar elementos remedio o panaceas curalotodo es ignorancia y error, fruto de una mente manipulada y/o engañada. Pues el poder está dentro, no fuera de ti.
Tú puedes curarte a ti mismo