El Niño destaca por ser un fenómeno climático cíclico que provoca diversas catástrofes naturales a nivel mundial, aunque las zonas más afectadas son América del Sur y las zonas que se encuentran entre Indonesia y Australia. Su nombre se debe a unos pescadores de la costa de Perú, que a finales del siglo XIX denominaron con el nombre de «El Niño Jesús» a una corriente oceánica caliente del sur que desplazaba, normalmente en Navidades, a la corriente fría del norte en la que solían faenar.
Actualmente, el término se refiere a un fenómeno más amplio conocido por las siglas inglesas ENSO (El Niño Oscilación del Sur), un ciclo continuo e irregular de cambios en las condiciones oceánicas y atmosféricas que afectan al planeta aproximadamente desde junio a noviembre. El fenómeno se inicia en el Océano Pacífico tropical, cerca de Australia e Indonesia, y con él se altera la presión atmosférica en zonas muy distantes entre sí, produciendo cambios en la temperatura superficial de las aguas, en la velocidad de los vientos y en las zonas de lluvias en la región tropical. Para referirse a las dos partes de un mismo fenómeno, se le llama El Niño al aumento de la temperatura de la superficie del Océano Pacífico oriental y central, y La Niña a la disminución de la temperatura de la superficie del agua en un área que cubre las costas de Sudamérica y Oceanía. El cambio de las condiciones de El Niño a las de La Niña y de nuevo a las de El Niño dura alrededor de cuatro años. Algunos investigadores afirman que El Niño existe desde hace por lo menos 40.000 años.
Entre los graves efectos que El Niño puede provocar en las zonas que atraviesa, las sequías severas y los gigantescos incendios forestales que se dan en Indonesia, Australia o el sudeste de África son los más destacados, mientras que en Ecuador o Perú tienen que hacer frente a temporales de lluvias que pueden acarrear graves inundaciones y deslizamientos de tierra. Por ello, las víctimas asociadas a los efectos de El Niño se estiman en miles por todo el mundo,
Las víctimas asociadas a los efectos de El Niño se estiman en miles por todo el mundo
y las pérdidas materiales en miles de millones de euros.
Los científicos todavía no conocen por completo este fenómeno, por lo que resulta difícil realizar predicciones. No obstante, el estudio de éste y otros fenómenos atmosféricos y climáticos, unido al desarrollo de las ciencias atmosféricas y oceanográficas y los recursos que los científicos tienen a su disposición para el estudio de los fenómenos naturales, han permitido grandes avances. Los investigadores que siguen el fenómeno pueden alertar a las poblaciones en riesgo sobre una nueva amenaza de El Niño con varios meses de antelación, con lo que se pueden tomar medidas para mitigar los peores efectos. Así, este fenómeno acontecido entre 1997 y 1998 podía haber tenido unos efectos más devastadores de no ser haber sido por la advertencia anticipada que permitió a los campesinos de la parte nordeste de Brasil, propensa a sufrir sequías, plantar especies resistentes al calor. Por su parte, los residentes de Los Ángeles en California despejaron canales inundados, reforzaron diques y distribuyeron sacos de arena en áreas propensas a inundarse.
Se estima por tanto que cada 500 o 1.000 años se produce una gran catástrofe, conocida como Mega Niño, capaz de producir graves daños en las zonas afectadas. En este sentido, se cree que fenómenos de dichas características podrían haber provocado la desaparición de varias civilizaciones en el pasado. Por su parte, ‘Niños Muy Fuertes’ como los de 1925, 1983 ó 1997 ocurren cada 50 años aproximadamente, mientras que ‘Niños Normales’ se producen cada 3 ó 4 años, a menudo con efectos beneficiosos para el entorno como la generación de recursos en agua, aunque también daños apreciables. Muchos científicos advierten de que El Niño está viéndose también afectado por el cambio climático provocado por el ser humano, con lo que se corre el riesgo de que los ‘Niños Muy Fuertes’ se den con mayor frecuencia.
Efectos medioambientales
Los cambios en la temperatura producidos por El Niño influyen en la salinidad de las aguas, lo que afecta a los ecosistemas marinos, y en consecuencia, a la actividad pesquera. Los cambios en la circulación atmosférica alteran el clima global, con lo que la agricultura, los recursos hídricos y otras actividades económicas importantes en extensas áreas del planeta se ven igualmente afectados. En este sentido, un reciente estudio estimaba que El Niño podría poner en grave riesgo la alimentación de 20 millones de personas en África,
El Niño podría poner en grave riesgo la alimentación de 20 millones de personas en África
al verse afectadas las cosechas.
Otros impactos adversos incluyen un aumento en la frecuencia de incendios forestales, inundaciones, erosión costera, alteraciones en el anidamiento de aves marinas y en los arrecifes coralinos, así como la presencia de tormentas tropicales. Por otra parte, algunos investigadores afirman que las variaciones climatológicas que provocará en los próximos años hacen prever una mayor incidencia de enfermedades trasmitidas a través del agua, o a través de los mosquitos o microbios que dependen de la humedad del entorno.