Mañana la Europa de los 27 pasará a la historia, para convertirse en la de los 28, gracias a Croacia. La negociaciones comenzaron hace ocho años, y mucho han cambiado las cosas desde entonces tanto en la UE como en Croacia, sumida en una preocupante crisis económica.
El país ha perdido más del 10% de su PIB desde 2008. El 20% de la población no tiene trabajo, y el déficit público ahoga, como a tantos otros países de su nueva familia europea, al gobierno.
“Creo que sólo obtendremos beneficio si la Unión abando este temerario programa económico liderado por Alemania y el FMI, que parte de la idea de que hay un núcleo fuerte y una periferia muy débil en Europa”, indica Paul Stubbs, investigador del Instituto Económico de Zagreb.
Hace ocho años, el 80% de los croatas creían y querían ser parte del eurogrupo. Hoy, poco más de la mitad. Los draconianos ajustes impuestos por Bruselas, con nueve de sus 27 socios en recesión, asustan a la población, que ya no siente que con la adhesión pasarán página definitva a los turbulentos años noventa, que pesan aún sobre esta exrepública yugoslava.
“La gente cree que la Unión Europea es algo fantástico, que la hierba es más verde allí, pero de hecho, creo que sinceramente que la hierba está igual de amarilla que aquí”, comenta un ciudadano.
Una vecina de Zagreb dice:
“Personalmente tengo ilusión de que nos adhiramos a la UE, porque nos han dicho que los precios de la comida bajarán. Pero en general, tengo sentimientos encontrados sobre lo que supondrá”
La indiferencia o desconfianza se ha ido apoderando de la población croata: la participación en el referéndum de adhesión de 2012 fue del 43,51%. En abril apenas se superó el 20% cuando se votaba a los representantes europeos, récord a la baja sólo superado por Eslovaquia.
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