Los anticafés en Rusia, un espacio sociocultural a precio reducidoLos anticafés en Rusia, un espacio sociocultural a precio reducido

Un nuevo tipo de cafés que combinan eventos culturales y precios muy económicos, llamados “anticafés” en ruso, ganan terreno con una velocidad deslumbrante en Rusia pero ¿cuáles son las claves de su éxito?

“Me gustó la idea de crear un espacio para una compañía grande donde cada uno pudiera hacer lo que le plazca, donde se reunieran personas que me son simpáticas. También fue una respuesta a la obsesión moscovita por todo lo que es tendencia. Los anticafés son un espacio antitendencia, se basan en la naturalidad, la sencillez y la comunicación entre personas”, opina Vasili Kuznetsov, uno de los fundadores del anticafé Zelenaya Dver (La Puerta Verde).

¿Qué significa esto en la práctica? Un espacio abierto donde cada uno paga un módico precio por cada hora de estancia y puede disfrutar de té, café y galletas a voluntad. Un local que prohíbe el alcohol y el tabaco pero dispone de una cocina para que los clientes puedan preparase los alimentos que han traído. Un café donde uno puede trabajar, charlar o ver una película.

© RIA Novosti. María Dunáeva

En los locales reina un ambiente amistoso e informal

Otra característica de los anticafés: una enorme variedad de eventos culturales y científicos. Algunos propietarios pagan a las personas que llegan para ofrecer un taller o una conferencia y cobran un importe adicional al público, otros, no. Sea como sea, el fenómeno de los anticafés demostró que muchísimas personas con los más variados conocimientos –desde cómo resolver el cubo de Rubik en 8 segundos hasta sofisticadas nociones filosóficas– están dispuestas a compartirlos de manera gratuita o casi. Además, los locales se convirtieron ya en una plataforma para numerosos artistas y músicos por ahora poco conocidos pero entusiastas.

La idea del anticafé fue inventada por el escritor ruso Iván Mitin en 2010. En tres años en Moscú y San Petersburgo abrieron decenas de locales de este tipo. Ya son tantos que la competencia es cada vez más dura. Muchos no logran hacerle frente y cierran y los que quedan se ven obligados a inventar algo que los diferencie de los demás. Hoy en día, algunos anticafés se especializan en el estudio de idiomas extranjeros, organizando tertulias en inglés, francés o incluso japonés, otros se enfocan en crear un espacio de máxima libertad u optan por los conciertos musicales.

© RIA Novosti. María Dunáeva

Muchos jóvenes artistas utilizan los anticafés para presentar sus proyectos

El público que visita los anticafés es muy dispar, sin embargo, la gran mayoría de los que eligen este pasatiempo son jóvenes universitarios. Muchos de ellos se convierten en clientes permanentes o incluso empiezan a trabajar algunas horas en su local preferido. De hecho, para los fundadores de los anticafés la tarea combinar el negocio con este ambiente familiar y cultural no resulta nada fácil.

“Nos alegra poder organizar eventos incluso en detrimento de los beneficios porque queremos mantener un buen nivel, hacer actividades interesantes e intelectuales. Muchas veces ocupamos espacios que podríamos alquilar o llenar de clientes pero no nos importa”, explicó Boris Kurilovich, de Zelenaya Dver.

El boom de los anticafés no parece agotarse en Rusia. Las ideas creativas siguen surgiendo y se estima que casi cada semana en alguna ciudad rusa abre un nuevo local de este tipo. Además, el concepto de “paga por el tiempo que estés” ya se está expandiendo a los países vecinos, como Ucrania y Bielorrusia.

© RIA Novosti. María Dunáeva

Los anticafés acogen numerosos eventos culturales y talleres

http://sp.rian.ru/culture_society/20130717/157566753.html

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