Una colaboración de lalunagatuna
Si te sientes ofendido es porque has sido (o crees que has sido) tratado injustamente.
Puede que te sientas insultado, injuriado, humillado, avergonzado, denigrado, desautorizado o desacreditado. Todas esas son formas de sentirte herido moralmente. Y como consecuencia de ello puede que reacciones con rabia.
Si sientes rabia y no perdonas, entonces esa emoción tóxica se hará crónica y anidará en ti como resentimiento.
Para liberarte de esas emociones tóxicas, primero sé consciente de ellas. Para ello, presta atención a tus pensamientos y sentimientos.
Si al observarte te das cuenta de que sientes rabia al acordarte de la persona que te ha ofendido, es que necesitas perdonar.
Si la sola idea de perdonar a alguien intensifica tu rabia, es que necesitas perdonar.
Si tienes pensamientos de venganza en tu mente, es que necesitas perdonar.
Si te alegras porque algo desagradable le ha sucedido a la persona que te ha ofendido, es que necesitas perdonar.
Si estás constantemente hablando mal de la persona que te ha ofendido, es que necesitas perdonar.
Si experimentas una sensación de malestar al ver o recordar al que te ha ofendido, es que necesitas perdonar.
Si piensas que la persona que te ha ofendido no tiene ninguna virtud, es que necesitas perdonar.
Del libro “Todos los corazones son uno” de Ricard López.
El perdón requiere de un esfuerzo que en muchas ocasiones no estamos dispuestos a realizar. Si hemos de perdonar es porque nos hemos sentido dañados, heridos o maltratados, o todo a la vez.
Poner en práctica el perdón es difícil. Hemos de superar nuestro propio egoísmo, que nos sitúa por encima de la persona que nos ha hecho daño. El mismo que nos impide comprender las razones que han llevado a la otra persona a actuar tal como lo hizo.
El resentimiento, la amargura y el rencor que expresamos al no perdonar se vuelve en nuestra contra. Perdonar está íntimamente relacionado con el amor, con la humildad y con la capacidad de darnos a los demás por encimas de nosotros mismos.
Nos daña más que nos beneficia no perdonar. Aprender a elevarnos por encima de lo que nos daña nos hará mejores personas. Nos permitirá avanzar en nuestro camino vital.
Si no aprendes a perdonar a los demás, difícilmente podrás perdonarte a ti mismo, y sin tu perdón jamás serás feliz.