Las autoridades francesas mantienen este domingo un dispositivo policial en el suburbio parisino de Trappes tras los enfrentamientos entre ciudadanos y agentes las dos últimas noches, que dejaron cinco heridos.
Según Manuel Valls, ministro del Interior, esta operación impidió la repetición de los disturbios la noche del sábado al domingo y se mantendrá hasta el retorno definitivo de la calma.
Los problemas comenzaron tras un control policial a una mujer de confesión musulmana que portaba un velo integral en la vía pública, una práctica prohibida por la ley desde 2011.
De acuerdo con las autoridades, el esposo de la fémina intentó atacar a los agentes, por lo que fue detenido y trasladado hasta la comisaría de la localidad.
La mujer asegura, sin embargo, que los policías los agredieron verbalmente y el hombre trató de defenderla.
Cuando corrió la noticia centenares de personas se congregaron en torno a la sede policial para exigir la libertad del detenido y arrojaron piedras y otros objetos contundentes contra la instalación, además de incendiar varios contenedores de basura.
Por su parte, las Compañías Republicanas de Seguridad, un cuerpo especializado en reprimir manifestaciones y disturbios, lanzaron bombas de gas lacrimógeno y balas de goma para dispersar a la población.
Un menor de 14 años recibió un proyectil que le causó graves heridas en un ojo y las autoridades investigan si los responsables fueron los agentes del orden público.
Mientras, cuatro policías sufrieron lesiones y seis manifestantes fueron arrestados.
Partidos de derecha y extrema derecha, entre ellos el Frente Nacional, aprovecharon los incidentes para atacar a la religión musulmana y a los inmigrantes.