El efecto seguro: Cómo la tendencia a protegernos nos pone en peligro

Solemos pensar que somos personas racionales, que la mayoría de las decisiones importantes de nuestra vida las hemos tomando a partir de un exhaustivo proceso de reflexión y valoración de los pros y los contras. Sin embargo, la verdad es que cotidianamente estamos expuestos a muchísimas situaciones que afectan de manera muy sutil pero inexorable nuestra percepción. Tal es el caso de los seguros de salud.
Un estudio realizado en el año 2008 sacó a la luz un efecto muy interesante: tener un seguro no solo incide en la percepción que tenemos de la pérdida sino que también determina nuestra percepción del riesgo.
En el primer experimento se indagó sobre las probabilidades de enfermar en un futuro. Así se pudo apreciar que cuando a las personas se les recordaba que contaban con un seguro médico, la percepción del riesgo disminuía. Es decir, pensaban que eran más inmunes a los problemas de salud.
En el segundo experimento, se les dijo a los participantes que imaginasen que iban a viajar pero que no podían contar con un seguro médico. Estas personas reportaron un mayor número de posibles enfermedades y problemas de salud, mostrando no solo una mayor conciencia de todos los problemas que podían enfrentar sino también una actitud más alarmista.
Lo cierto es que estar en posesión de un seguro nos proporciona cierta “tranquilidad”. Esto hace que nuestro nivel de ansiedad disminuya y con ello se reduce la percepción de la amenaza. Como consecuencia, percibimos que las probabilidades de enfermar son menores.
Este no ha sido el único experimento de este tipo realizado en el mundo. En Tel Aviv se realizó una investigación muy interesante relacionada con las máscaras de gas y las probabilidades de que ocurriese una guerra. En esta ciudad el gobierno había distribuido máscaras de gas para prevenir los daños ante un posible ataque con armas químicas. Como resultado, muchos ciudadanos tenían estas cámaras en casa.
Los psicólogos se limitaron a realizar encuestas donde analizaban lo que pensaban las personas sobre las probabilidades de que tuviese lugar una guerra.
Así, se apreció que quienes tenían máscaras de gas pensaban que las probabilidades de que ocurriese una guerra eran pequeñas.
Estos resultados sugieren que cuando tomamos ciertas medidas (que en realidad no previenen el riesgo sino que están enfocadas en minimizar los daños), nos sentimos más seguros y esto hace que nuestra percepción del riesgo disminuya.
En este punto la pregunta es: ¿actuamos de forma más negligente cuando nuestra percepción del riesgo disminuye?
Numerosos estudios demuestran que cuando nuestra percepción del riesgo disminuye, asumimos conductas más peligrosas y nos arriesgamos más. Todos nos comportamos de esta forma, si bien las mujeres somos aún más propensas a caer en esta trampa.
De hecho, recientemente han salido a la luz datos muy alarmantes: el número de jóvenes con VIH en España ha aumentado del 9,7% en los últimos seis años. Los especialistas achacan este incremento a una disminución en la percepción del riesgo ya que consideran que desde que se comenzó a aplicar la terapia con antivirales, el SIDA se percibe como una enfermedad menos agresiva.
¿Cuál es la solución?
Obviamente, la solución no está en desechar los seguros porque estos realmente nos pueden echar una mano cuando los necesitamos sino en concientizar el hecho de que las pólizas, ya sean de salud, de hogar o de coche, no son una medida para minimizar los riesgos de sufrir un siniestro sino que son una estrategia para disminuir el impacto de los daños, sobre todo desde el punto de vista económico.
Fuentes:
van Wolferen, J., Inbar, Y. & Zeelenberg, M. (2013) Magical thinking in predictions of negative events: Evidence for tempting fate but not for a protection effect. Judgment and Decision Making; 8: 45–54.
Dave, D. & Kaestner, R. (2009) Health insurance and ex ante moral hazard: evidence from Medicare. International Journal of Health Care Finance & Economics; 9: 367–390.
Tykocinski, O. E. (2008) Insurance, Risk, and Magical Thinking. Personality and Social Psychology Bulletin; 34(10): 1346-1356.

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