Las cuevas fueron las primeras y más codiciadas viviendas para el hombre primitivo. El mejor refugio que ofrecía la naturaleza eran las oquedades y cuevas;servía de abrigo en invierno y era fresca cuando quemaba el sol. Además, era una forma de defenderse de animales salvajes como el tigre de sable o el oso y también de los enemigos de otras tribus. Se tiene constancia de que hace más de 300.000 a.c. hombres prehistóricos ya habitaban en cuevas del sur de Francia o de China. Así siguió durante miles de años; existen cuevas que han estado habitadas durante tiempos inmemoriales… hasta hoy.
En la actualidad, hay quien sigue viviendo en ellas. Los moradores hablan de que son frescas en verano y templadas en invierno. Pero hay otras razones…
En las montañas de Papúa y Nueva Guinea, parece que siempre llueve por la noche. Por eso, los meakambut, buscaban refugio en las cuevas: están secas. Situadas en lo alto de los riscos, en lugares cuyo acceso a veces requiere una difícil escalada por plantas trepadoras, las cuevas también son fortalezas naturales que les protegían de sus enemigos: cazadores de cabezas, caníbales y ladrones de mujeres. Pero eso fue hace generaciones. Ahora el enemigo es otro, igual de letal: el progreso.
En Papúa y Nueva Guinea hay una enorme diversidad cultural: hay más de 800 lenguas en un país del tamaño de Suecia.
Hoy el país sigue evocando imágenes de cazadores de cabezas con arcos y flechas, y un hueso atravesado en la nariz. Pero eso es más o menos como imaginar el Oeste de Estados Unidos poblado aun por indios cazadores de cabelleras. Sin embargo, los meakambut, descubierto en la década de 1960, vivía hasta hace poco en dos abruptas serranías, ocultas en el borde de la extensa vertiente norte de la cordillera Central.
Con la esperanza de observar esos últimos bastiones de vida seminómada, laantropóloga Nancy Sullivan envió en 2008 una expedición en su busca. Su equipo, después de utilizar el «teléfono de la jungla» (tres hombres golpean con garrotes de madera el tronco de un árbol enorme, dejando que el ruido grave de los garrotazos reverbere a través del dosel del bosque) tuvo contacto con 52 meakambut supervivientes, que conocían 105 cuevas por sus nombres pero solo utilizaban una veintena como refugio. En nueve de ellas hallaron recipientes de barro, cuchillos de hueso y pinturas de manos en las paredes, y en tres había cráneos humanos: los cráneos de sus antepasados a los que rinden culto.
Cada una de sus cuevas tiene nombre y dueño, y la propiedad pasa de padre a hijo. También tiene su propio misterio, su propia historia y leyendas transmitidas de generación en generación desde tiempos inmemoriables. Kopao es la cueva más sagrada de los meakambut. Es su cueva de la creación, el lugar donde creen que se originó su pueblo.
«¿Proteger las cuevas? ¿Para qué, si no quedan meakambut vivos?», pregunta Sebastian Haraha. Está indignado. Se ha visto obligado a abandonar temporalmente su plan de inventariar las cuevas de los meakambut, para salvar su hábitat y su cultura… y sus vidas. «Los meakambut están al borde de la extinción. Mueren de enfermedades que tienen fácil tratamiento. Quizás en diez años ya no existan, y entonces su lengua y su cultura habrán desaparecido. ¡Este es uno de los últimos pueblos nómadas de Papúa y Nueva Guinea!»
Y tenía razón. Los meakambut llevaban meses sin encontrar piezas grandes de caza y muriendo de enfermedades como la malaria y la tuberculosis, por lo que tuvieron que abandonar sus cuevas. «Nosotros, el pueblo meakambut, renunciaremos a la caza y a desplazarnos continuamente y vivir en las cuevas de las montañas si el Gobierno nos da una clínica y una escuela, y dos palas y dos hachas para construir casas.» sentenciaron.
Pero esta tribu no es la única que buscó la seguridad y el aislamiento en estos primitivos abrigos naturales. En Tunez, Matmata es una localidad montañesa llena de casas cueva. También hay en Petra, Jordania; en Indiacomo monasterios o casas cueva; en China en el area del loess (provincias de Henan, Shenxi, Shaanxi, Gansu) en los años 80 todavía vivían millones de personas en los casa cuevas llamadas Yaodongs. En toda Europa abundan más ejemplos, al igual que en todo el continente americano.
En Andalucía, sur de España, las comarcas de Guadix y Marquesado y Baza-Huéscar hay excavadas en las laderas de empinados cerros y barrancos casas cueva, que se disponen sin un plan previo, atentas sólo al relieve del que forman parte y a la situación del sol. Con la llegada de los almohades a Granada, los mozárabes (árabes convertidos al cristianismo) buscaron refugio, con su culto, en ellas. A este período pertenecen las Hafas de Arriba de Benamaurel, un conjunto de cuevas con palomar incluido.
Hoy, los cavernícolas de Granada son todavía muchos, pero huyen de otros peligros. En el barrio del Sacromonte de Granada, frente a la Alhambra, hay excavadas muchas cuevas que se cree se construyeron (o, más bien, excavaron) a partir del siglo XVI, cuando la población musulmana y judía fue sacada a patadas de sus hogares durante la reconquista de la ciudad a cargo de los Reyes Católicos. A esta especie de gueto se unieron también los gitanos de costumbres nómadas.
Y aquí siguen, resistiendo lluvias, derrumbes y frecuentes amenazas de desalojo, el principal arrabal de cuevas habitadas de las 11.795 contabilizadas en la provincia de Granada. La tipología de cuevas va desde el simple agujero insalubre hasta bien equipadas casas. El objetivo sigue siendo el hecho devivir fuera del poder, del control administrativo, con un perfil cada vez más diversificado: anacoretas, inmigrantes (del norte y del sur), neohippies, gitanos, músicos de flamenco, otros grandes artistas que se pueden permitir el lujo de vivir de sus obras por no tener que pagar vivienda, e incluso algún que otro fugitivo.
David Heredia, el cavernícola “Marqués”, tiene un grupo que se llama Babolé, ”tenemos conciertos fijos cada semana por los bares de Granada y de vez en cuando nos sale algún bolillo por India, Alemania o Estambul. ¡Aquí en la cueva podemos permitirnos el lujo de vivir de la música, no pagamos alquiler!
Por aquí han venido artistas conocidos(…). Recuerdo una fiesta que hicimos con unos gitanos que vinieron de Francia, no recuerdo cómo se llamaban pero eran famosos, hicimos una lumbre y unas migas y nos quedamos un grupo de 20 ó 30 personas tocando alrededor del fuego hasta las 8 de la madrugada. Al día siguiente, el vecino, que ni se había enterado, ¡se enfadó porque no le habíamos avisado!!”
Gabriel, otro cavernícola, cuenta que trabajaba como profesor de arquitectura popular, hasta que vio que necesitaba un cambio…
“y lo dejé todo. Estaba harto de la rutina, harto. Me fui a vivir tres años a una ciudad de Marruecos llamada Asilah y allí empecé a pintar al óleo. Ahora vivo y pinto en esta cueva. En la cueva estoy con mi mujer y gastamos muy poco, Granada es barata y aquí no pago alquiler.”
Ramón Piñeiro, su vecino lleva más de 25 años en una cueva. “Hasta estoy empadronado en mi cueva. Nosotros fuimos los primeros del barranco en ponernos una bañera. Al lado teníamos la chimenea y se estaba calentito, los turistas que subían nos tiraban fotos, algún que otro nos preguntó que si se podía bañar en la cueva, que nos lo pagaba.
Pero ahora el ayuntamiento quiere echarnos y nos ha cortado el agua.
¿Acaso no somos personas? Luego nos dirán guarros y que no nos duchamos.
¡Esto es la Resistencia!”