El dios de la enfermedad. Haskell: «La otra voz»

Brent A. Haskell; "autor" de “Viaje más allá de las palabras”

Brent A. Haskell; “autor” de las transmisiones “La otra voz” y “Viaje más allá de las palabras”

[En la página de índices están todos los enlaces a estas entradas sobre Haskell, y otras donde aparecen enlaces a sus textos traducidos. Aquí estamos retocando la traducción existente en internet, con ayuda del texto en inglés]

Retocamos este capítulo de La otra voz (el dios de la enfermedad).

Es un capítulo que sintetiza muy bien el mensaje del curso de milagros, cuya esencia es algo tan aparentemente simple comoHo’oponopono (esa práctica constante de limpieza —o “perdón”— de toda percepción).

Esta transmisión de Haskell es tan maravillosa que aparenta haber sido dada claramente por la misma voz que dictó Un Curso de milagros (UCDM), y que habló por la personalidad de Jesús.

Una forma de considerar a Jesús (Yeshua) es verle como “el primero” que dejó de creer —completamente— que este mundo haya sido realmente real —este tipo de mundo o sistema de realidad que habitamos y “proyectamos” (el “humano”).

Él hizo eso en vida y, al parecer, por “primera” vez —aunque hablar de “primero”, “segundo”, es una tontería, pues el tiempo lineal en realidad no tiene sentido.

Así pues, “Jesús” habría hecho perfectamente de puente entre Cielo y tierra —una “tarea”, ésta, que irá siendo cada vez más aquí nuestro cometido, el cometido de todos, por lo que parece :) .

Pese a que no estamos cambiando sistemáticamente el texto de esta traducción, sí que suele haber, como en este capítulo, muchos arreglos importantes que hacer en dicha traducción, que hace poco tiempo encontramos en internet —febrero del 2013.

Esta parte del texto La otra voz sirve como acompañamiento para la siguiente parte de Un Curso de milagros: T-10.I-IV (según las indicaciones del propio Haskell en su texto publicado).

El dios de la enfermedad [T-10.I-IV]

Recuerda, te he dicho que la elección de aceptar es la elección de recibir. También te he hablado de la aceptación de la Expiación. ¿Y qué significa eso? Simplemente esto: que ACEPTAR la Expiación es RECIBIR la Expiación. Y también dije que aceptar a tu hermano es recibir a tu hermano para ti mismo.

Recuerda, la Expiación puede ser expresada como en-una-sola-mente [se refiere al inglés, pues la palabra usada para «expiación» es «atonement» que tiene una clara etimología y se puede desglosar como hemos hecho, y como vuelve a recordarnos en este texto, en su versión en inglés: «at-one-ment»]. Esto lo has oído antes, por supuesto. Así, si aceptas la Expiación, ¿qué aceptarías? La respuesta es simple ¿no es cierto? Lo aceptas todo. Y aceptarlo todo significa, por supuesto, recibirlo todo.

¿Y cómo recibes todo? Simplemente al aceptarlo como parte de ti mismo, como parte de lo que eres. Lo siguiente también te lo he dicho: debes aprender que no hay nada fuera de ti. No hay nada fuera de ti que te pueda dar miedo; no existe nada fuera de ti que te pueda hacer amoroso. No hay nada fuera de ti que pueda hacerte algo —porque no hay NADA fuera de ti.

Esta comprensión es la piedra angular para la aceptación de la Expiación, y para experimentar el mensaje de este Curso. No es posible que algo fuera de ti mismo pueda hacerte algo, ni que pueda hacerte experimentar lo que sea, en absoluto. Tampoco es posible que algo fuera de ti pueda hacerte diferente de lo que eres. Dios es tu creador. Y Dios te ha creado como lo que tú eres. Dios, en Su Unicidad, te ha creado a semejanza de Sí Mismo.

No hay nada fuera de Dios y nada fuera de ti. Por tanto, como Dios es Uno y como no hay nada fuera de Dios, y como tú eres la creación de Dios —Su único Hijo—, no puede haber nada fuera de ti. Y más aún, ¿qué ocurre si eres condescendiente con la creencia de que HAY algo fuera de ti, y, más aún, con la creencia de que hay algo fuera de ti que puede determinar lo que tú eres? Y bien, ¿no te he dicho que aquello que determina lo que tú eres es tu Dios?

Así, ¿qué ocurre si crees, aunque de forma inapropiada, que algo fuera de ti puede determinar lo que tú eres? ¿Qué has hecho al creer en eso? Has creado un ídolo. Has creado la creencia en un falso dios, un dios que ahora crees que es tu creador. Has fabricado un ídolo que adoras como a un dios. Y más aún, si quisieras creer en ese “yo” [o «ser»: «self»] que tanto aprecias, en ese “ser” que crees que ha sido creado por este dios —si quisieras creer que ese “ser” es real, entonces, debes creer en ese dios.

Y no obstante te he dicho que en Dios te encuentras en tu hogar. No hay otros dioses. Y la creencia de que tales dioses existen es idolatría. En Dios te encuentras en tu hogar, pero aún crees que no es así. Esto es un sueño, como te he dicho —y nada más que un sueño. Y, si despertaras del sueño en un instante, te darías cuenta de la frivolidad, la inconsistencia y la falsedad del sueño que has soñado.

Y es así como esta vida de espacio, tiempo y cuerpos, todo lo cual es ilusión, es solo un sueño basado en la idolatría. Es un sueño basado en la creencia de que hay algo fuera de ti que te ha convertido en lo que tú eres, que, de alguna manera, te ha confinado al espacio, al tiempo y al cuerpo en el cual pareces andar, y que parece determinar lo que es tu vida para ti. Y, de este modo, ¿ACASO ESO NO SE CONVIERTE EN TU DIOS, en eso que determina lo que es tu vida?

Y, aun cuando sea un sueño, te he dicho que no puedes disociarte de algo a menos que primero lo conozcas. Porque disociarte es separarte a ti mismo de ALGO. Y ¿cómo puedes disociarte de algo que nunca fue tuyo? Todavía puedes ver eso, por supuesto. Y si empezando en el estado de conocimiento llegas a creer en un ídolo —si, empezando en el estado del conocimiento, surge dentro de ti una creencia falsa, una falsa imagen de ti mismo, que parece proceder de fuera de ti mismo— si haces eso, escúchame muy bien, DEBE SER POR ELECCIÓN; debe ser una elección hecha por ti.

Y ahora te voy a hablar de nuevo sobre una verdad de una enorme importancia: Dios es Uno. Dios es Dios. Dios no ha sido dividido en dos, no puede ser dividido y nunca lo será. La naturaleza de Dios es la misma naturaleza de la existencia, y la naturaleza de la Vida Misma. Si Dios hubiera sido dividido en pedazos, la existencia, como tal, dejaría de ser. Y tal cosa no puede suceder.

Por lo tanto, si se tomó la decisión de olvidar, de disociar, esa decisión debió proceder DE TI. Recuerda que no hay nada fuera de ti mismo en absoluto. Así que cualquier decisión de creer en lo que no es verdad debe haber venido de tu interior. Así, este mundo de espacio, tiempo, cuerpos e ilusión fue fabricado con una decisión consciente. Aunque la consciencia tal y como tú la entiendes no existe dentro del Espíritu, no te preocupes por eso ahora. Simplemente entiende que la decisión para disociar y fabricar la ilusión tuvo que salir de un estado de pleno discernimiento [awareness].

Y, no obstante, no puedes SER lo que no eres. Todo lo que puedes hacer es CREER que eres lo que no eres. Así, si has tomado la decisión de entrar a un mundo de ilusión, una de las cosas que requirió tal decisión fue que fabricaras dioses que parecieran poder determinar, de alguna manera, lo que tú eres. Y si tú crees que tú mismo eres un cuerpo, una víctima de este mundo de espacio y tiempo…, si crees que este mundo determina lo que tú eres…, es aquí, es con esto, donde el dios de la enfermedad cumple su papel.

Porque ¿acaso no parece ser la enfermedad algo que te SUCEDE A TI? Tú, en tu mente pensante, por supuesto, crees que no quieres estar enfermo. Y, no obstante, tienes síntomas de enfermedad. ¿Acaso eso no demuestra que ésta procede de fuera de ti mismo? ¡Qué hermoso diseño! ¡Qué ingenioso! Imaginaste una mente dividida que te permitiera disociar parte de ti mismo y creer en un dios falso, uno que te ayudara a confirmar, en tu mente pensante, que tu enfermedad viene determinada por un dios fuera de ella misma —un dios de enfermedad y de circunstancias. Puedes llamarlo accidente, tragedia, germen, bacteria, trastorno, peste, etc. Todos esos nombres reflejan la misma cosa: la creencia de que hay algo distinto a ti que puede determinar lo que tú eres.

Y te he dicho que no te pongas de parte de la enfermedad con un Hijo de Dios, aunque él mismo crea en ella. Porque es cierto que creer que un Hijo de Dios pueda estar enfermo es creer que una parte de Dios puede sufrir. Existe algo dentro de ti que sabe que todo es Uno, que Dios es Uno, y que tú eres parte de esa Unicidad. Así, si puedes estar enfermo, se deduce que Dios Mismo puede ser una víctima, tal y como tú lo eres. Pero eso no es así, te lo aseguro.

La creencia de que un Hijo de Dios puede estar enfermo es ciertamente idolatría; es, ciertamente, la creencia de que hay algo fuera de él que puede determinar su vida y lo que él es. Y así, te digo, si tu hermano fomenta esa creencia, y si lo quieres curar y además curarte tú mismo, no colabores con él en esa creencia. Porque si compartes y confirmas con él la creencia de que algo fuera de él mismo está haciendo que él sea lo que es, entonces ahora eres TÚ, y no tu hermano, quien te alzas y, extendiendo tus brazos, proclamas: “Dios no es Dios. Dios ya no es Uno. Él ha sido dividido en pedazos”.

¿Es razonable expresar tal falsedad sin preguntar por qué medios la Unicidad perfecta fue dividida en pedazos? Tú crees que se ha llevado a cabo una división desde una Unicidad desde la cual era imposible que surgiera. Si contemplas eso, incluso tú puedes ver su absurdidad. Y así, si crees que un Hijo de Dios puede estar enfermo, lo que estás haciendo es proclamar para tu propia vida que su dios de la enfermedad es también el tuyo. Estás proclamando con él que hay algo fuera de vosotros que determina lo que sois —tal y como tu hermano cree también.

Entonces ¿qué hacer si quieres curar a tu hermano? Haz esto simplemente: reconoce [be aware of] la verdad de lo que él es. Y “reconocer” no significa pensarlo en un nivel académico. Reconocer la verdad sobre él significa aceptar la verdad, lo cual significa recibir la verdad, es decir, dejar que la verdad se convierta en lo que eres.

La aceptación de la verdad en este mundo es la contraparte perceptiva de la creación en el Reino. Si tú aceptas la verdad, entonces, dentro de tu percepción, ella se convierte en lo que tú ERES. Y la creación misma es la experiencia de eso que fluye desde ti, hacia fuera de tu ser, y, no obstante, es y se convierte en lo que tú eres, para nunca irse.

Si aceptaras la verdad sobre tu hermano, para curarlo, y para ser curado, entonces, en el mismo centro de tu ser, lo ves simplemente tal y como él es, indivisible, Uno con Dios, un ser de Espíritu, fuera del cual y de lo cual no puede haber nada. Por tanto, lo ves como un ser para quien solo existe un ÚNICO Dios.

Si aceptaras la verdad para tu hermano, en el centro de tu ser no habría espacio para ídolos —sobre todo para el ídolo de la enfermedad. Así, la curación de tu hermano y tu propia curación son cosas tan extremadamente simples, que te maravillarás de su simplicidad. Todo lo que se requiere es que esa simplicidad se convierta en parte de lo que tú eres, justo como la creación es el mismo proceso dentro del Reino.

Cuando aceptas estas palabras y abres tu ser hasta el punto en que se convierten en lo que tú eres —más allá de los pensamientos, más allá de las palabras, más allá del análisis— cuando ellas se hacen parte de ti en el centro de tu ser, entonces SERÁS el sanador de tu hermano y de ti mismo, y del mundo entero. Y esta es su simplicidad, el mensaje de curación. Escucha, oh Hijo de Dios, el Señor tu Dios es Uno.

Mis bendiciones para todos, eso es todo.

http://unplandivino.net/2013/09/03/dios-de-la-enfermedad-haskell/

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