Darwin se refirió al origen de las especies como “el misterio de los misterios”, y aún hoy día, más de 150 años más tarde, los biólogos evolucionistas no pueden explicar plenamente cómo surgieron nuevos animales y plantas.
Durante décadas, casi todas las investigaciones en este campo se ha basado en el supuesto de que la causa principal de la aparición de nuevas especies, un proceso llamado especiación, es la formación de barreras a la reproducción entre las poblaciones.
Estas barreras pueden ser geográficas, tales como una nueva montaña, un río o glaciar que separa físicamente dos poblaciones de animales o plantas, o pueden haber diferencias genéticas que impiden a los individuos incompatibles producir descendencia fértil. Un ejemplo clásico de este último es la mula, los caballos y burros pueden aparearse, pero sus crías son estériles.
Ahora, un biólogo de la Universidad de Michigan y su colega, se cuestionan esta suposición largamente asumida de que las barreras de reproducción genética, también conocida como el aislamiento reproductivo, sean una fuerza impulsora detrás de la especiación. Su estudio salió publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences el 2 de septiembre.
“La mayoría de la investigación sobre la formación de especies asume que estos tipos de barreras reproductivas son la causa más importante de la especiación. Sin embargo, nuestros resultados no proporcionan ningún apoyo a ello, y nuestro estudio, en realidad, es la primera prueba directa de cómo estas barreras afectan a la velocidad a la que se forman las especies”, subraya Daniel Rabosky, profesor asistente en el Departamento del UM de Ecología y Biología Evolutiva y conservador de herpetología en el Museo de Zoología.
Rabosky y Daniel Matute, de la Universidad de Chicago, razonaron que si las barreras genéticas a la reproducción son la causa principal de nuevas especies, entonces, los grupos de organismos que rápidamente acumulan esos genes deberían también mostrar esas altas tasas de formación de especies.
Pusieron a prueba esta idea comparando las tasas de especiación con los indicadores genéticos de aislamiento reproductivo en aves y moscas de la fruta. Eligieron pájaros y moscas de la fruta, porque ya existen extensos conjuntos de datos experimentales sobre la cría entre especies para ambos grupos. Los investigadores utilizaron las estimaciones basadas en los árboles evolutivos de tasas de especiación de nueve grandes grupos de moscas de la fruta y dos tercios de las especies de aves conocidas.
“No encontramos ninguna evidencia de que estas cosas estén relacionadas. La velocidad a la que surgen las barreras reproductivas genéticas no predice la velocidad con la que se forman las nuevas especies en la naturaleza”, explicó Rabosky. ” Si estos resultados son ciertos, en general (que nosotros aún no afirmamos, sino que lo sospechamos), implicaría que nuestra comprensión de la formación de las especies está muy incompleta, porque hemos pasado mucho tiempo estudiando las cosas equivocadamente, debido a la suposición errónea de que la causa principal de la formación de especies son las barreras a la reproducción.
“Para ser claros, las barreras de reproducción siguen siendo importantes en algún nivel. Todo tipo de plantas y animales viven juntos en un mismo lugar, y eso no podría suceder sin tales barreras reproductivas. Sin embargo, nuestros resultados cuestionan si dichas barreras reproductivas genéticas juegan un papel importante en cómo las especies se formaron inicialmente.”
Mientras que la especiación se define a menudo como la evolución del aislamiento reproductivo, los nuevos hallazgos sugieren que puede ser necesaria una definición más amplia, concluyen Rabosky y Matute.
Durante la última década, más o menos, la búsqueda de las bases genéticas de especiación ha conducido a unos informes sobre el descubrimiento de un puñado de “genes de especiació”, definidos como los genes que contribuyen al aislamiento reproductivo entre las especies. Los estudios incluyen un artículo de Nature en 2008, donde se reportó el primer gen de la especiación en un mamífero.
Pero si los resultados de Rabosky Matute y llegar a ser más ampliamente aplicables a otros organismos, estos genes de especiación probablemente juegan un papel mínimo en la formación de especies, dijeron.
“Toda la empresa por descubrir “genes de especiación’ es potencialmente irrelevante para la comprensión del origen de las especies”, señaló Rabosky. “Aunque nuestro estudio tampoco es seguro que vaya a ser la última palabra en este asunto. En todo caso, nuestros resultados indican que se necesitarán muchos más datos antes de que podamos vincular de manera concluyente los mecanismos que se suelen estudiar en el laboratorio, respecto a los patrones de formación de especies que vemos en el mundo natural.”
Los investigadores especulan que parte de lo que falta en los estudios de especiación es, paradójicamente, la extinción. Otros investigadores han sugerido que la especiación puede estar limitada principalmente por factores asociados con la persistencia de nuevas especies. Estos modelos proponen que es relativamente fácil que unas especie se dividan en nuevas especies, pero la gran mayoría de nuevas especies no persisten a escalas de tiempo geológicas.
– Publicación: Macroevolutionary speciation rates are decoupled from the evolution of intrinsic reproductive isolation in Drosophila and birds, www.PNAS.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1305529110
– Imagen: Árbol genealógico evolutivo, simplificado. Wikipedia.
http://bitnavegante.blogspot.com/2013/09/cuestionada-la-suposicion-de-aparicion-nuevas-especies.html