En el noroeste argentino circula de boca en boca una leyenda sobre la creación de las aguas termales, que no serían otra cosa que el símbolo de arrepentimiento de un luchador gigantesco. Esta historia es contada de generación en generación; aún se oye entre los pueblos del noroeste argentino y dice así…
Hace muchos, muchísimos años, cuando todavía las grandes montañas no habían alzado sus lomos sobre la Tierra y el mar invadía las costas, vivía una tribu de gigantes empeñados en una guerra cruel. Uno de ellos se llamaba Yacu Rupaj y era el más valiente de todos.
Durante un combate dio muerte a tantos gigantes que cayó rendido, con las manos manchadas por la sangre de sus víctimas. Yacu Rupaj se durmió entonces y tuvo un sueño. Se vio caminando por un llano que no tenía fin. Estaba solo y a sus voces nadie respondía, ni siquiera el eco. El cielo del crepúsculo estaba teñido de rojo y su color se parecía a la sangre que había derramado en la lucha.
Leyenda sobre el origen de las aguas termales
Guiado por aquel resplandor, en su desesperación, hizo lo que ningún otro hombre: tocó con sus manos el horizonte. Entonces, las palmas se le tiñeron de rojo y oyó una voz que le decía:
– Yacu Rupaj, ¿qué has hecho? No tenías familia, ni padre, ni madre, ni hermanos. ¡Sólo tenías un amigo y lo has matado! Con tu propia mano lo has herido en el combate. ¡Levántate y míralo sobre el campo de batalla!
Sobresaltado, el gigante se puso de pie y fue a ver a su amigo. Era cierto. Allí estaba, entre los vencidos. Comprendió lo que había hecho y lloró a gritos tan terribles que temblaron las estrellas.
Pero Dios había ordenado el exterminio de aquella raza y un cataclismo los sepultó a todos en lo hondo de la Tierra. Fue cuando las montañas alzaron sus lomos y pusieron barreras al mar que invadía las costas.
Yacu Rupaj pereció con los de su tribu, pero dicen que, antes de morir, se arrepintió y pidió a Dios que le permitiese hacer sobre la Tierra tanto bien como mal había hecho, y Dios lo escuchó.
Sepultado ahora en las profundidades de la Tierra, llora sin cesar y sus lágrimas curan milagrosamente a los enfermos. Yacu Rupaj significa ‘aguas calientes‘, como es el llanto de un gigante.
Miles de turistas acuden al noroeste argentino, en busca de salud, a bañarse en las fuentes termales.
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