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Aprendimos desde muy pequeños e incluso antes, a no llorar, a no gritar, a no mostrar nuestra frustración y esos sentimientos allí quedaron, no expresados, guardados y enterrados en nuestro interior.
Toda esta acumulación es lo que conocemos como sufrimiento. Es posible que no seamos conscientes de él porque constantemente lo evitamos, al igual que evitamos todas aquellas situaciones que nos recuerden nuestros pesares. Pero en nuestra rutina diaria constantemente encontramos un disparador porque el dolor no expresado lo llevamos muy cerca de la superficie y reaccionamos defendiéndonos o atacando ante cualquier evento.
El dolor, tanto como la rabia, nos impiden sentir el amor en todas sus proporciones. Estas emociones al igual que el temor, no nos hacen libres para expresarnos como chispas divinas.
Por lo general rechazamos el dolor y no lo dejamos salir, no lo lloramos y evitamos a toda costa sentirlo. Puede que lloremos un poco cuando ya no nos podemos contener, pero con moderación, como cuando levantamos la válvula y sacamos el aire de la olla de presión .Sin embargo el caldo aún queda adentro e intacto. Realmente lo que tenemos que hacer es vaciar todo el contenido del recipiente.
Todo cuanto guardamos sólo está esperando otro momento para salir y mientras tanto, nos ocasiona sufrimiento. Es como tener un absceso en una herida cerrada y allí todo lo que lo roza duele.
Las emociones hay que expresarlas, el grito, la rabia, el odio, el resentimiento, la tristeza, e ir cavando cada vez más profundo hasta vaciar el pozo; hasta que no quede absolutamente nada por salir. Es entonces cuando nos liberamos y podemos sentirnos uno con la fuente, es cuando podemos nuevamente conectar con el amor incondicional y con quienes realmente somos.
La limpieza de memorias con palabras como GRACIAS y TE AMO funciona perfectamente pero tenemos que ayudarnos vaciando la carga de energía reprimida, dejándola partir. Las emociones bloqueadas van acompañadas siempre de creencias inútiles y contaminadas y las podemos soltar de manera fácil cuando liberamos completamente el contenido emocional que las acompaña. Al estar más ligeros es mucho más fácil borrar lo que no nos sirve, para así dejar de reaccionar y sentirnos en paz.
Es bueno llorar, y no te contengas, conéctate con el dolor para que sanes.
Una vez que te liberas es tan fácil dejar ir todo aquello que no eres tú, diciéndole simplemente GRACIAS y TE AMO a cada pensamiento, y con estas palabras vas sellando las huellas dejadas y ya nada te podrá dañar a menos que tú nuevamente lo permitas.
Expresar nuestros sentimientos libremente y sin miedos es lo que nos permite volver a ser niños otra vez, es volver a expresarnos con el lenguaje del alma.
Al dejar atrás los apegos a aquello que creíamos que era, podemos estar abiertos a lo que realmente es y a quienes somos en realidad. Esto nos permite vivir en el presente y conectarnos con la divinidad en nuestro interior para fluir como uno con la fuente. Podemos sentirnos nuevamente en paz y en perfecto equilibrio.
Jocelyne Ramniceanu