El 60% de los votos que anticipó Pedro J. Ramírez para el PP en las muncipales de Madrid se ha convertido, una vez conocidos los resultados oficiales, en un raquítico 48%. Pero la noticia es que un 19% de los votos en Madrid se han decantado por IU y UPyD (7,8%). Es una fotografía, mirando a Sol, del 22M.
En Barcelona CiU (el tercer partido proSinde) no ha conseguido alcanzar los resultados que le pronosticaban las encuestas (16 concejales). Aunque ninguna noticia como el desplome socialista, no tanto en Barcelona, pero sí a nivel estatal.
Hay que seguir adelante, hay que seguir en la lucha de despertar a nuestros conciudadanos. No podemos ni debemos permitir que la clase política esté instaurada en los pupitres de la vida fácil de una «clase política».
Se han instaurado como tal, como una rama tal, y que no tienen absolutamente nada que ver con lo que realmente han de ser.
No necesitamos a los políticos. NECESITAMOS REPRESENTANTES de los ciudadanos, de los pueblos, de las provincias, de las regiones. REPRESENTANTES que sean la voz real de toda la estructura social instaurada, para poder ir modificando y cambiando las leyes. Esas leyes basadas sólo en su beneficio, esas leyes que sólo sirven a la banca y al poder global en su conjunto, esas leyes que sirven al comercio de las armas y de las drogas.
¿Nos tienen que despertar a empujones, por la razón, por la sensibilidad, o por el derecho inherente a cada ser humano a eso mismo: el derecho inherente a la especie humana que necesita que todo cambie para que podamos acceder a la evolución.
Se ha de cambiar toda esa estructura jerárquica y no voy a decir reptiliana, sino estructura enquistada en los poderes desde hace miles de años.
Esa estructura ha de acabar para que el ser humano pueda manifestarse de forma diferente. Los beneficios serán más que evidentes: no sólo el derecho a un trabajo, sino el derecho a poder vivir con dignidad. El derecho a que los escalones o escalas simplemente sean a nivel de lo que cada cual elige hacer en esta vida. El derecho a que las escuelas no sean centros de adiestramiento, sino de conocimiento en todos los aspectos de esta vida, sin erradicar todas las posibilidades que hasta ahora está machacando la cultura ortodoxa y oficialista. El derecho a que por fin, los que lo deseamos podamos vivir en la Naturaleza, sin que existan tantos y tantos impedimentos para acceder a ese beneficio, inherente a la especie humana. El derecho a despertar para entrar en la noción de que todos no sólo debemos de colaborar con el resto, sino entrar en la noción de la empatía con el resto de seres humanos, el resto de seres vivos y la empatía con nuestro hermoso planeta Tierra, al cual están destruyendo a cada microsegundo que transcurre, en nombre de un «progreso» y de un modelo de «modernidad» que nos han inculcado como un calcetín forzado en la cabeza de cada uno, o por lo menos eso es lo que intentan. El derecho a saber de todas partes del planeta como si de una ecografía se tratase, porque la salud de nuestro planeta, de nuestra humanidad nos pertenece a todos y todos debemos estar ahí presentes en cada suceso para erradicar todo mal y que se instaure el bien definitivamente.
Por eso la clase política, como tal, al igual que antes eran los «señoritos» y los «criados» ha de erradicarse. Y ha de erradicarse porque estas clases viven disfrazadas ahora con otros nombres y en otros estamentos que nos siguen doblegando por un trozo de pan duro a cambio de nuestro servicio esclavo durante las veinticuatro horas del día.
¿Alguien tiene dudas? Pues hay que seguir… simplemente.