La igualdad no llega al bolsillo. En las sociedades desarrolladas la igualdad entre hombres y mujeres ha avanzado enormemente en el terreno social, pero aún sigue siendo una quimera en lo económico. Y no es sólo porque las mujeres ganan menos que los hombres en los mismos trabajos; los roles tradicionales siguen teniendo mucha fuerza en lo que respecta al dinero.
Un estudio presentado este verano en la convención anual de la Asociación Americana de Sociología, que investigó el comportamiento en sus citas amorosas de más de 17.000 solteros y solteras heterosexuales, puso de manifiesto que las viejas normas que obligan al hombre a pagar la cuenta siguen más vivas que nunca. El 84% de los hombres y el 58% de las mujeres participantes en el estudio aseguraron que los hombres siguen cubriendo los gastos de las citas mucho después del primer encuentro (y los datos reales son aún más elevados). Sólo a partir de los seis meses de noviazgo se empiezan a repartir los gastos: el 75% de los hombres y el 83% aseguran que comparten algunos gastos de las citas a partir de ese tiempo.
Las mujeres participantes en el estudio reconocieron que, aunque muchas veces se ofrecen a pagar, esperan que los hombres se lo impidan. El 57% de las mujeres se ofrecen a pagar la mitad de la cuenta desde las primeras citas, pero de este porcentaje un 39% esperan que los hombres les impidan cortésmente pagar nada, y el 44% del total de las mujeres del estudio reconocieron que les molestaría que el hombre tratara de escaquearse de pagar la cuenta.
El rol tradicional sigue presente, claro está, en ambos sexos. Sólo el 64% de los hombres participantes en el estudio creen que las mujeres deben contribuir financieramente en la relación, y tan sólo el 44% asegura que romperían con una mujer que siempre se negara a pagar. El 76%, por el contrario, se sienten culpables si la mujer es la que paga.
Igualdad, sí, pero cuando nos conviene
“Una de las razones por la que estábamos interesados en estudiar quién paga en las citas es porque es un área donde la mujer podría estar resistiéndose al cambio de roles de género con más fuerza que los hombres”, explicó David Frederick, profesor de psicología de la Chapman University de California y coautor del estudio, al Huffington Post. “A medida que los roles empiezan a cambiar, la gente suele aceptar los cambios que hacen su vida más fácil, pero se resiste a aquellos que hacen su vida más difícil”.
“Todos los hombres suelen aceptar que sus parejas tengan un trabajo y unos ingresos estables, pero muchos se resisten a hacer el mismo esfuerzo que ellas en lo que respecta al trabajo doméstico y el cuidado de los hijos”, asegura Frederick. “Del mismo modo, muchas mujeres se resisten a ciertos cambios en las prácticas de género, tales como los gestos caballerosos y el pago de las citas, ya que esto sería una carga para ellas”.
Debido a estas disfunciones en el cambio de los roles de género, las finanzas domésticas –que hasta hace no mucho eran competencia exclusiva de los hombres– son una causa cada vez mayor de conflicto. Según un reciente estudio de las profesoras de economía Sonya L. Britt y Sandra J. Huston,las discusiones financieras causan ya más conflictos matrimoniales que la infidelidad, los niños, las tareas del hogar o los problemas sexuales.
Si nadie tiene dinero, va a ser difícil pagar la cuenta
La desigualdad entre hombres y mujeres a la hora de pagar la cuenta, además, es un fenómeno intergeneracional. La costumbre no sólo resiste en los solteros de más edad: los datos son similares también entre los participantes más jóvenes del estudio de Frederick, con un problema añadido para estos, y es que lo más probable, estadísticamente, es que al menos uno de los amantes no tenga trabajo.
En España el 56,4% de los jóvenes menores de 25 años está en situación de desempleo y, en su caso, el problema no reside en discutir quién va a pagar la factura, sino más bien en descubrir quién puede pagarla. Y en ese caso, todos nos olvidamos tanto de nuestras presunciones de igualdad, como de los gestos caballerosos: el hombre tratará de evitar las situaciones en las que se vea a obligado a pagar la cuenta –nada de cenas, mejor quedar en un bar, a ser posible sin mesas para poder pagar en el acto–, y la mujer no pondrá ningún impedimento cuando el hombre saque la cartera para pagar toda la cuenta.
Artículo MIGUEL AYUSO, visto en elconfidencial.com