Un enorme meteorito con el tamaño de un campo de fútbol entró en nuestra atmósfera. Eran las 7 y 17 minutos de la mañana cuando a 8.000 metros de altura la roca explotó en una gran bola de fuego, con una fuerza equivalente a una bomba atómica de 12 megatones. Una superficie igual a la de la Comunidad de Madrid prácticamente desapareció del mapa. Fue tal la sacudida que todos los sismógrafos del mundo registraron el temblor; la explosión arrojó tal cantidad de polvo al aire que éste se hizo tan espeso que la estratosfera reflejaba la luz del sol desviándola. Londres tuvo, durante varios días, noches con luz solar que le llegaba desde Tunguska…
… pero curiosamente, en 1908 nadie le prestó atención a lo ocurrido. No fue sino hasta el año 1927, con Stalin como secretario general de la Unión Soviética, cuando Leonid Kulik comenzó a investigar el extraño suceso ¿qué había ocurrido allí? no había cráter ninguno pero sí que estaba todo quemado y los arboles arrancados. Años después, en 1958, Kirill Florensky siguió la investigación y halló polvo de cometas, roca fundida y magnetita.
Sin embargo, fue en los años 70 cuando Tunguska comenzó a adquirir tintes de misterio. Visto desde el aire la zona quemada presenta una extraña forma de mariposa; además, hay signos de radioactividad similar a la que dejaría cualquier bomba atómica. No obstante, hablamos de 1908, y en esa época, ni hay ni ha habido pruebas de que existiera ya la bomba de hidrógeno. Comenzaron a surgir los primeros rumores de que aquéllo que había estallado no era un meteorito, sino un OVNI, y aquella explosión, un desencuentro de antimateria…
Fueron muchos años de cierre soviético, de secretos y verdades ocultas, y eso había dado tiempo suficiente para que surgieran relatos y leyendas de todo tipo.
El último y más extendido entre los creyentes de estas “leyendas urbanas” es el que apoya la tesis de que había sido un experimento de Nikola Tesla, un inventor que se ha hecho famoso por sus experimentos locos, por su visión de futuro, pero también por sus rotundos fracasos a la hora de demostrarlos. De él dicen que ya había anticipado la invención de la radio antes que Marconi; o el estudio de la corriente alterna antes que el propio Edison. Aquél de Tunguska fue otro experimento de los suyos que también salió mal; un potente aparato de rayos que se le escapó de control y estalló en la estratosfera.
No hace demasiado un grupo de científicos italianos lanzó la tesis del meteorito de baja densidad como fenómeno causante de tal devastación. Teorías, muchas teorías, pero escasas pruebas.
La verdadera cuestión es que 100 años han pasado desde aquéllo y probablemente nunca sepamos la verdad del misterio de Tunguska.
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