¿Cómo alcanzar el equilibrio mental? Un camino difícil, pero no imposible

(QUO) — Todos queremos sentirnos bien, ser felices y disfrutar de la vida. En una palabra, alcanzar el equilibrio. No obstante, el estrés, las presiones de una vida agitada y otras situaciones que salen de nuestro control, pueden hacer que, a veces, perdamos el piso.

El equilibrio mental, que suele depender del equilibrio emocional, se puede definir como “sentir cierta satisfacción general con la vida”, señala Mónica Tiburcio López, terapeuta psicoanalítica de la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo (AMPAG). Alcanzar dicho estado “depende de que exista una coincidencia entre el mundo interno y el externo”, añade la experta. No se trata solo de emociones y pensamientos, también de ideales y deseos.

La especialista explica que los factores que eventualmente rompen nuestro equilibrio pueden venir tanto de afuera como de nuestro interior. Por ejemplo algo externo que proviene del orden social, como una crisis económica: “Podemos estar bien con la pareja o la familia, pero si perdemos nuestro empleo, nos provocará un desequilibrio”; lo mismo sucede con las causas internas: cualquier decisión importante en tu vida, como divorciarse, casarse o tener un hijo “también provocan desequilibrios, cuando influyen en el aumento de estrés y requieren un nuevo ajuste”, señala la terapeuta.

De acuerdo con los investigadores de la Corporación Latinobarómetro y la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) la fuerza de los valores familiares influye en la carrera por alcanzar el equilibrio mental.

Y es que, además de condiciones indispensables, como el alimento y el abrigo, han comprobado que suelen sentir mayor bienestar emocional quienes se apoyan en sus valores morales, religiosos o espirituales; pero, sobre todo, en sus vínculos familiares y sociales. Estos elementos impulsan la capacidad de superar los obstáculos y de sobreponerse al dolor emocional.

Existen varios caminos para reconquistar el equilibrio. Además del psicoanálisis clásico, que suele necesitar de alrededor de cinco años, también están las distintas corrientes psicoterapéuticas, que se clasifican en tres grupos principales: psicoterapias analíticas, terapias conductuales y psicoterapias humanistas, de acuerdo con la terapeuta Mónica Tiburcio.

Las terapias psicoanalíticas se dirigen a un conocimiento personal en un nivel más profundo, para averiguar cuáles son nuestras motivaciones inconscientes, o las vivencias que pudieron dejar marcas y que se expresan en el actual desequilibrio emocional.

Las terapias conductuales buscan medir y verificar los cambios en el comportamiento, por ello son ideales para desequilibrios cuya sintomatología se expresa en fobias o adicciones, así como algunos trastornos por estrés postraumático.

El desarrollo humano consiste en aprovechar las potencialidades de las cuatro esferas que forman nuestra vida: bio-psico-social y espiritual. El propósito de las terapias humanistas, asegura Leticia Cruz, especialista en desarrollo humano del Centro para el Desarrollo del Ser, es “en primer lugar, tomar conciencia de nuestra vida en el momento presente. Abandonar una visión de túnel; ampliar nuestro panorama para encontrar que tenemos mucho por qué vivir”.

Finalmente, también debe ser considerada la intervención farmacológica, que, según señala Mónica Tiburcio, es utilizada generalmente cuando los síntomas de las personas afectan su funcionalidad.

Este es un fragmento de un artículo publicado en la edición de septiembre de 2008 de la revista QUO, que es parte de Grupo Expansión, una empresa de Time Inc. La firma edita en México 17 revistas y 11 sitios de internet, entre ellos CNNMéxico.com.

http://mexico.cnn.com/salud/2013/10/10/como-alcanzar-el-equilibrio-mental-un-camino-dificil-pero-no-imposible

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