Rosa María Artal – Comité de Apoyo de ATTAC.
No nos engañemos, España no vivió el Mayo del 68 francés sino de lejos y tamizado en rechazo por la dictadura. “Seamos realistas: pidamos lo imposible” decían allí y de eso, al menos, sí nos enteramos. Y a algunos nos caló en el alma. Tampoco llegó a entrar en su día la Ilustración ¡Qué le vamos a hacer! Las flores de la ingenua revolución hippie fueron admitidas sin embargo: como estética. Y fuimos cambiando, claro que sí, hasta volver el país del revés en 3 años oficiales de una transición idealizada y probablemente positiva aunque se tramitara bajo presión de los vencedores. Todos los países en nuestras circunstancias dilucidaron de alguna forma responsabilidades, nosotros no. La entrada en la Europa que entonces prometía nos dio el empujón imprescindible al progreso. Luego… llegaron “los mercados”.
Cumple 70 años el bueno de Bob Dylan y suena de nuevo reiteradamente su himno: “Los tiempos están cambiando”. “La gente se empieza a juntar por donde tu andas/Y reconoces que las aguas han crecido a tu alrededor/ Y ves que pronto estarás mojado hasta los huesos/ Si tu tiempo tiene algún valor para ti, entonces es preferible que empieces a nadar/o te sumergirás como una piedra/ porque los tiemposOr you’ll sink like a stone están cambiando”. “Senadores y congresistas” no prestaron la debida atención a que no debían “bloquear la entrada”, apenas quedan ya aquellos “padres y madres” que no lograban entender y “el mandato de los hijos e hijas”, tan próximo a comenzar –que decía Dylan-, dilató o torció o perdió su llegada varios lustros. En realidad lo ha tomado una generación joven que permanecía silenciosa y a la que se quiere robar el futuro como ya se le roba el presente. A su lado vemos a maduros y viejos, orgullos de ellos, de todos nosotros.
La inesperada lección de ciudadanía, democracia, serenidad, firmeza y capacidad organizativa que estamos dando rompe todos los tópicos sobre España. Y junto a estos valores, la creatividad que nunca nos faltó. “La revolución estaba en nuestros corazones y ahora vuela libre por las calles” asegura una pancarta.
Pierden el tren los políticos que no alcanzaron a ver lo que bullía en la sociedad a la que representan, los medios de comunicación que criminalizan y reparten culpas equivocadas –con más que dudosa intención- en un tiempo que se les está marchando. Como padres y madres, padrastros y madrastras nunca proclamados, que no lograron entender. Como senadores y congresistas que bloquean la entrada o no logran franquearla. Nadar o hundirse como las piedras.
Pase lo que pase con los resultados electorales ya nada volverá a ser lo mismo. La sociedad que no se implica más que en su presente y su vida y no en el bien común -como estipula la buena educación, como hacen ya los ciudadanos comprometidos-, verá llegar y rodearle el agua que crece. Flotar y bracear o precipitarse al fondo. No hablemos tan pronto, cierto, “la rueda aún está girando” y no sabemos adónde le llevará su evolución.
Pero “la línea está dibujada, modelado el camino” como ni siquiera sabían quienes enarbolan el lápiz o un teclado que conecta con el mundo. Con seres humanos de otros lugares, acercados por el diálogo directo. Iluminados por la noche de Sol, multiplicado hasta en las antípodas, a algunos nos brota la emoción de la recompensa al convencimiento: todo aquello era cierto. Es realismo pedir lo imposible y, aunque sea 40 años después, los tiempos están cambiando.