Todo tipo de mentes: autismo, esquizofrenia, depresión, bipolar y psicopatía.

TEMPLE GRANDIN. AUTISMO.

Creo que comenzaré hablando un poco sobre lo que es exactamente el autismo. El autismo es un continuo muy grande que va desde algo muy severo, niños que no hablan, hasta científicos e ingenieros brillantes.
Y ahora quiero hablarles de distintas maneras de pensar. Yo pienso en imágenes. No pienso con palabras. Ahora, la quid de la mente autista es que se ocupa de los detalles.

Y la cosa es que el cerebro normal ignora los detalles. Bien, si uno está construyendo un puente, los detalles son importantes porque se caerá.

Así, ¿qué es pensar en imágenes? Como si digo “Piensen en un campanario de iglesia” mucha gente piensa en cierta forma muy generalizada. Yo veo sólo imágenes específicas que irrumpen en mi memoria, justo como Google con las imágenes.

La mente autista tiende a ser una mente especializada. Buena para una cosa, mala para otra cosa.
El quid de la mente autista es que tiende a la fijación. Si a un niño le gustan las carreras de autos usemos autos de carrera en matemáticas. Imaginemos cuánto tarda una carrera de autos en ir a determinada distancia. En otras palabras, usar esa fijación para motivar a ese niño, esa es una de las cosa que tenemos que hacer.
Stephen Wiltshire dibujó de memoria una panorámica de Tokio, en un lienzo de 10 m, después de un corto paseo en helicóptero sobre la ciudad.
Y si los traen para realizar prácticas en sus compañías lo que deben saber del autismo, el tipo de mente Asperger, es que tienen que darles tareas específicas. No digan, ”Diseña nuevo software”. Tienen que decirles algo mucho más específico: ”Bien, estamos diseñando software para un teléfono y tiene que hacer algo específico. Y sólo se puede usar tanta memoria”. Ese es el tipo de especificidad que necesitan.

Es la mente que piensa en patrones. Estos son sus ingenieros sus programadores. Es específico. Así que, ven, mi pensamiento es de abajo hacia arriba. Tomo todas las pequeñas piezas y las junto como en un rompecabezas.

La cosa es que el mundo va a necesitar que todo tipo de mentes diferentes trabajen en conjunto. Tenemos que trabajar en el desarrollo de todos estos tipos de mentes. Y una de las cosas que me está volviendo realmente loca a medida que viajo y hago encuentros de autismo es que estoy viendo muchos pequeños cerebritos que no son muy sociables y nadie está trabajando en desarrollar su interés en algo como la ciencia.

ELYN SAKS. ESQUIZOFRENIA.

De joven, estuve en un hospital psiquiátrico en tres ocasiones durante periodos prolongados. Los médicos me diagnosticaron esquizofrenia crónica, y me dieron un pronóstico “grave”. Es decir que, en el mejor de los casos, se esperaba que viviera en una residencia y trabajara en puestos sin importancia. Afortunadamente, el caso fue que no desarrollé ese pronóstico. En cambio, soy catedrática titular en abogacía, psicología y psiquiatría, en la facultad de derecho de USC Gould. Tengo muchos amigos cercanos un esposo amado, Will.

Empecemos con la definición de esquizofrenia. La esquizofrenia es un trastorno cerebral. Su característica distintiva es la psicosis, o haber perdido el contacto con la realidad. Losdelirios y las alucinaciones son el sello de este trastorno. Por ejemplo, cuando estoy psicótica, con frecuencia tengo la manía que he matado a cientos de miles de personas con mis pensamientos. En ocasiones, alucino, como esa vez que di vuelta y vi a un hombre levantando un cuchillo. Imaginen tener una pesadilla mientras están despiertos.

A menudo, el habla y el pensamiento se desordenan hasta el punto de perder coherencia. Al contrario de lo que muchos creen, la esquizofrenia no es lo mismo que el trastorno de personalidad múltiple o de personalidad dividida. La mente esquizofrénica no está dividida, sino hecha trizas.

Un episodio
 ocurrió la séptima semana de mi primer año en la facultad de derecho de Yale. Cito de mis notas: “Concerté una cita con mis dos compañeras de clase, Rebel y Val para encontrarnos en la biblioteca el viernes noche para trabajar en un ejercicio de clase. Pero no pasó mucho tiempo antes de que yo hablara de una manera que no tenía ningún sentido.

“Los memos son visitas”, les dije. ”Determinan ciertos puntos. El punto está en

sus cabezas. Pat solía decirlo. ¿Han matado a alguien?” Rebel y Val me miraron como si a ellas o a mí les hubiese caído un balde de agua fría. ”¿De qué estás hablando, Elyn?” “Oh, ya saben, lo de siempre. Quién es qué y qué es quién, del cielo y el infierno. Subamos al techo. Es una superficie plana. Es seguro.”

Continúo con mis escritos: “A la mañana siguiente, fui a la oficina de mi profesor, y comencé a balbucear incomprensiblemente tal como lo había hecho la noche anterior, hasta que finalmente me llevó a la sala de emergencias. Una vez allí, alguien, a quien solo llamaré ‘El Doctor’ y todo su equipo de matones, se abalanzaron, me levantaron en el aire y me tiraron a una cama de metal con tanta fuerza, que vi las estrellas. Me ataron las piernas y brazos a la cama de metal con gruesas correas de cuero. Salió un sonido de mi boca que nunca antes había oído: mitad gruñido, mitad grito, apenas humano y de terror puro. Luego este sonido volvió a salir forzado desde algún lugar profundo de mi estómago y carraspeando salvajemente mi garganta.”

Durante el año siguiente, pasé cinco meses en un hospital psiquiátrico. A veces pasaba hasta 20 horas en contención mecánica con los brazos atados, los brazos y piernas atadas, brazos y piernas atadas con una red con fuerza sobre mi pecho. Nunca golpeé a nadie. Jamás le hice daño a nadie. Nunca amenacé directamente.

Cada semana, en los EE.UU., se estima que una de cada tres personas muere inmovilizada. Se estrangulan, aspiran su propio vómito, se ahogan, tienen paros cardíacos. Le consulté a un psiquiatra, y dijo que por supuesto que él estaría de acuerdo en que la sujeción debe ser degradante, dolorosa y aterradora. Me miró como dándome la razón, y me dijo: ”Elyn, realmente no lo entiendes: Estas personas son psicóticas. Son diferentes a ti y a mí. No experimentan las sujeciones como lo haríamos nosotros.” En ese momento, no tuve el coraje de decirle, que no, que no somos tan diferentes de él. No nos gusta, como a él tampoco, que nos aten a una cama y que después nos dejen sufriendo horas.

Aún con el tratamiento excelente, familia y amigos maravillosos y ambiente de trabajo comprensivo; no hice pública mi enfermedad hasta hace relativamente poco tiempo, y eso fue porque el estigma de las enfermedades mentales es tan potente que no me sentía segura si los demás lo sabían. Si no escuchan nada más hoy, por favor escuchen esto: No hay “esquizofrénicos.” Hay personas con esquizofrenia, y estas personas pueden ser sus esposos, sus hijos, sus vecinos, sus amigos, sus colegas.
La humanidad que compartimos es más importante que los trastornos mentales que podemos no compartir. Lo que deseamos quienes sufrimos un trastorno mental es lo que cualquiera desea: citando a Sigmund Freud, “trabajar y amar.”

RUBY WAX. DEPRESIÓN.

Estuve en cama durante casi un mes, y cuando desperté me encontré internada.

Muy pocas de las personas que conocía; bien, no me enviaban muchas flores o tarjetas. Es decir, si me hubiese roto una pierna o si hubiese dado a luz, me habrían inundado, pero todo lo que recibí fueron un par de llamadas diciéndome que me animara. ”¡Anímate!”. Porque, claro, a mí no se me había ocurrido.

Porque si hay algo que acompaña a esta enfermedad, es que viene con un paquete, y es una verdadera sensación de vergüenza. Y si esto sucediera una y otra vez como en una grabación repetitiva, podrían tener depresión.

Aquí viene la pregunta. Y es, ¿cómo es que se puede sentir empatía por cualquier órgano de tu cuerpo que se dañe, a excepción del cerebro?

 

JOSHUA WALTERS. TRASTORNO BIPOLAR.

Mientras me desempeñaba como artista fui diagnosticado con trastorno bipolar. A mis 16 años en San Francisco tuve un episodio maníaco en el que pensé que yo era Jesucristo.  Me enviaron a un lugar; una sala de psiquiatría. Cuando salí, fui diagnosticado y medicado por un psiquiatra. ”Está bien, Josh, ¿por qué no te damos algo de… …por qué no te damos un poco de Zyprexa? ¿Bien? ¿Mmmm? Al menos eso es lo que dice en mi lapicera”. La primera mitad de la escuela secundaria fue una lucha contra los episodios maníacos y la segunda mitad fue de sobre-medicación que me hacía dormir todo el tiempo. Cuando terminé tenía que escoger. O negaba mi enfermedad mental, o me aferraba a mis capacidades.
La hipomanía; es como un motor que está fuera de control; tal vez un motor de Ferrari, sin frenos. Se sienten movidos a hacer algo que todo el mundo les ha dicho que es imposible. Cristóbal Colón, Ted Turner, Steve Jobs y todas estas mentalidades de negocio tienen esta ventaja para competir.
Pero, hace poco, se han producido avances en este campo. Salió un artículo escrito en el New York Times, en septiembre de 2010, que decía: “La manía justa”. Tener la manía justa para ser elegidos por inversores que buscan empresarios con este tipo de espectro, ya saben de qué hablo, quizá no bipolares totales pero que estén en el espectro bipolar donde por un lado uno piensa que es Jesús y por otro lado tal vez genera un montón de dinero.
Quizás el estar loco depende de la suerte que tengamos, del dinero que tengamos.

JON RONSON. AUTOR DE “¿ES USTED UN PSICÓPATA?”

Esta historia comienza en casa de una amiga que tenía en la estantería un ejemplar del manual DSM, el manual de trastornos mentales. En él se describe cada trastorno mental conocido. Por los años 50 este solía ser un folleto delgado. Y entonces se hizo más y más grande, y ahora consta de 886 páginas. Y actualmente contiene 374 trastornos mentales.

Robert Hare me dijo que la razón se fundamenta en que el capitalismo recompensa comportamientos psicopáticos, la falta de empatía, la falta de sinceridad, la astucia y la manipulación. De hecho, el capitalismo es una manifestación física de la psicopatía. Es como una forma de psicopatía que ha llegado a afectar a todos. ”La gran historia”, dijo, ”es la psicopatía empresarial. ¿Quieres ir a entrevistar tú mismo a psicópatas empresariales?”.

Envié un correo electrónico a Dunlap alias “Motosierra”, el depurador de activos de los 90. Llegaba a empresas en crisis y echaba al 30% de los empleados, simplemente convirtió ciudades estadounidenses en pueblos fantasmas.

Así que me fui a Florida a la gran mansión de Al Dunlap que estaba llena de esculturas de animales depredadores. Había leones y tigres. Había halcones y águilas. Él me decía: ”Allá hay tiburones”. Era como Narnia.

“Bueno, algunos psicólogos podrían decir que esto le convierte … “ Y él: ”¿En qué?” Y yo: ”En un psicópata”. Y añadí: ”Tengo una lista de rasgos psicopáticos en el bolsillo. ¿Puedo repasarlos con Ud.?”

Y se mostró intrigado muy a su pesar, y dijo: ”Está bien, adelante”.
Y yo: ”De acuerdo. Sentido exagerado de autoestima”. Lo que habría sido difícil para él negar porque estaba de pie debajo de una pintura al óleo gigante de sí mismo.
Él dijo: ”Bueno, ¡tienes que creer en ti!”
Y yo: ”Manipulación”.
Él: ”Eso es liderazgo”.
Y yo: ”Afectividad superficial: la incapacidad de experimentar una serie de emociones”.
Él: ”¿Quién quiere abrumarse por emociones sin sentido?”
Así que él iba a través de la lista de verificación psicopática, básicamente convirtiéndola en ”¿Quién se ha llevado mi queso?” Así que todo lo que me decía me pareció una suerte de no psicopatía. Y me dije: no añadiré eso en mi libro.
Y entonces me di cuenta de que al convertirme en un detector de psicópatas…
… me había vuelto un poco psicópata.

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