En la novena campaña de excavaciones en el yacimiento del Camp dels Ninots, en Caldes de Malavella, bajo la dirección de tres arqueólogos del IPHES (Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social), han desenterrado dos esqueletos intactos de un tapir y un bóvido de hace 3,3 millones de años.
Estos dos grandes vertebrados deben sumarse a los ya hallados anteriormente en este yacimiento, un tapir, un bóvido y un rinoceronte. Según los expertos, los restos pre-históricos encontrados están perfectamente conservados gracias al tipo de sedimento y sobre todo a la composición del agua, muy mineralizada, que ha permitido que los huesos se fosilizaran y se conservaran intactos.
La singularidad de este yacimiento, prácticamente único en Europa por la gran cantidad de restos hallados y en buen estado se debe, según el otro co-director de la excavación, Bruno Gómez, a que durante la prehistoria, el Camp dels Ninots lo ocupaba un lago formado en el cráter de un volcán, que estaba rodeado de selva. Sospechan que lo que mató a los animales fue algún «fenómeno catastrófico» espontáneo, como una emanación de gases o contaminación del agua con bacterias. El tipo de sedimento, fango y lodo, y el agua rica en sílice que se depositó sobre los huesos permitió que quedaran en perfecto estado.
Intervienen en la investigación una veintena de personas, entre alumnado e investigadores procedentes, de España, Francia, Argelia, Armenia, y Grecia, entre otros, que llevan a cabo trabajos transdisciplinares, principalmente de paleontología, arqueología, geología y biología, para conocer mejor la evolución de la fauna y flora en el transcurso de los últimos 3,3 millones de años.
En esta campaña, los restos paleobotánicos también han sido muy abundantes, y se han documentado por ejemplo, miles de restos vegetales como hojas, frutos, troncos y centenares de huesos de tortugas, peces, ranas y tritones, evidencias directas del clima y paisaje del pasado. Paralelamente, también se está interviniendo a niveles mucho más modernos, en el Pleistoceno Superior, en los que se ha recuperado abundante industria lítica que aporta informan sobre cómo eran las últimas sociedades cazadoras y recolectoras del Paleolítico superior en la comarca de la Selva.