Quien tenga perros y gatos o por lo menos los haya contemplado se habrá percatado de lo diferentes que son al beber. Ambos usan la lengua, sí, pero en el caso de los canes el líquido se les suele desparramar, mientras que los mininos son más sofisticados. Un equipo del Instituto Tecnológico de Massachusetts ha descubierto su secreto, y nos lo cuentan en un artículo de la revista Science.
Según uno de los responsables del estudio, Pedro Reis, los perros dejan dejan caer sus lenguas en el agua para tomar agua y llenar sus mejillas. Sin embargo, los gatos usan dos fuerzas físicas –gravedad e inercia—para delicadamente sorber líquidos únicamente con la punta de su lengua. De manera similar a las trompas de los elefantes y los brazos de los pulpos, las lenguas de los gatos son por ello increíblemente ágiles, dada la falta de soporte óseo.
Para llegar a esta conclusión, el equipo de Reis midió la frecuencia de bebida a lengu?etazos en ocho especies de felinos, a partir de vídeos del Zoológico de Nueva Inglaterra o de YouTube. En concreto, utilizaron imágenes de alta velocidad para capturar el balance de las fuerzas involucradas. Por otra parte, para tener una mejor idea del mecanismo de beber a lenguentazos, el equipo llevó a cabo experimentos físicos, que también grabaron en vídeo, en los que un disco de vidrio colocado sobre una superficie de agua (imitando la lengua de un gato conforme ésta deja el agua) es llevado hacia arriba.
Los gatos curvean su lengua hacia atrás para que la superficie superior toque ligeramente el líquido. Cuando el gato eleva su lengua rápidamente, el agua es alineada en una columna líquida que crece por inercia. El gato entonces cierra su mandíbula para capturar el líquido antes de que la gravedad rompa esta columna.
Además de saber más acerca del comportamiento de estos animales de compañía, los científicos del MIT creen que este hallazgo podrían servir de inspiración a la tecnología robótica.