La Monarquía confía en Rosa Díez para continuar el régimen
El primer ministro italiano, Enricco Letta, ha reconocido que en las próximas elecciones europeas del 25-M de 2014 (quedan 7 meses) se van a producir “sorpresas” en toda Europa,“también en España, donde habrá que ver si los dos grandes partidos retienen todavía el 80% del electorado o si, por el contrario, empieza a pasar como aquí en los últimos cinco años: en 2008, los dos grandes partidos juntos reunían casi el 70% del electorado y hoy son menos del 50%”. Las palabras de Letta coinciden con el último barómetro electoral de Celeste Tel: la “partitocracia” o “casta” española pierde 7,5 millones de votos (PP, PSOE, CiU, PNV, BNG) y el “sistema” solo recupera 2,5 millones (IU y UPyD), mientras que la abstención, el voto blanco y el nulo superan los 17 millones de ciudadanos.
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La deslegitimación del régimen español es tan abrumadora que las dos principales fuerzas políticas (PP y PSOE) preparan una última escaramuza para manipular a los electores:adulterar encuestas propias para ocultar la verdadera magnitud del desastre: los votantes de PP y PSOE ya solo son 30 de cada 100 ciudadanos españoles, pues les han abandonado 6,75 millones de electores en los dos últimos años. A ellos hay que unir otros 750.000 que han huido de CiU, PNV, Amaiur y BNG, según la encuesta de Celeste Tel que ellos manejan, pero que ocultan a sus afiliados.
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El régimen español ha desvirtuado hasta tal punto la primera norma democrática de un sistema (una persona = un voto) que, incluso habiendo creado una ley electoral a la medida del caciquismo provincial,temen que el “batacazo” sea descomunal. Pero es que además, este sondeo de Celeste Tel señala queel actual pacto PP-PSOE (algo que ya funciona en Alemania, Italia y Grecia) solo alcanza al 30% de los ciudadanos censados y al 59% de los votantes, una catástrofe que el presidente italiano, Enricco Letta,considera el anticipo de un cambio histórico: la llegada al poder de nuevos partidos más representativos de la sociedad civil.
Letta ha confesado al periodista Pablo Ordaz en Roma que la nueva “dinámica” electoral europea va a sacudir por sorpresa los cimientos de Alemania(“Alternativa para Alemania”, eurocríticos de Bern Lucke pero no antieuropeístas), Italia (Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo), Francia (Frente Nacional de Marine Le Pen), Reino Unido (Partido para la Independencia del Reino Unido (UKIP) de Nigel Farage) y, sorpresa, “lo será también en España“, según Letta.
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El presidente italiano, presionado por el puñetazo en el hígado que supone el M5* de Grillo, ha recuperado la clarividencia: propone separación de poderes (elección separada del Poder Ejecutivo (Gobierno) y Poder Legislativo (Parlamento), con un poder judicial independiente del poder político. También reclama suprimir el Senado, nuevas leyes que promulguen “la abolición de la financiación pública de los partidos” (en España también dependen del erario público los sindicatos) y “una nueva ley electoral” que impida distorsionar la sagrada ley de igualdad: una persona = un voto.
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La advertencia de Letta a España supone que si entre PP y PSOE solo obtienen 10 millones de votos y menos del 50% de los votantes (hoy estén en el 56%, según la encuesta de Celeste Tel), eso significaría realmente que solo el 25% de la población apoya a los dos grandes partidos de la Transición. Y si unimos a CiU, PNV y BNG, no llegan siquiera al 30%, puesto que todos retroceden junto al FAC asturiano de Alvarez Cascos y los abertzales de Amaiur.
Además, frente al abandono de 7,5 millones de votantes de la partitocracia, solo 2,5 regresan al sistema por la vía de IU y UPyD mientras que otros 5 millones no se creen esa alternancia y se encuentran huérfanos, refugiándose de momento en la abstención.
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Letta reconoce que esto es “un grandísimo problema”, a las candidaturas alternativas o nuevas las llama “populistas” y admite que existe“un riesgo muy grande” con ellas: con que solo superen el 25% de la Eurocámara o entren como eurodiputados pequeñas formaciones quealcancen el 5%, el “tinglado” se viene abajo.
Y es que los ciudadanos parecen dispuestos a arriesgarse. Los nuevos políticos son parte de ellos que, aunque no tienen experiencia parlamentaria (casi mejor), denuncian la enorme corrupción que inunda a las instituciones de la mayor parte de los países de Europa, sobre todo los del sur, y podrían llevar a sus predecesores a los tribunales cuando se descubran las autorías de los grandes desfalcos públicos. Existe una gran expectación entre la sociedad civil española por ver que ofrecen los programas de las nuevas candidaturas, según se deduce de los comentarios de los numerosos foros ciudadanos que llenan internet.
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Porque el panorama ahora es desolador. Hoy las denuncias no se investigan en profundidad porque no existe división de poderes, pero en cuanto los jueces no tengan que deberle sus ascensos al poder político, serán mucho más sensibles, curiosos e independientes. ¿Se imaginan a Elpidio Silva, José Castro, Mercedes Alaya o Marcelino Sexmero, que en lugar de estar perseguidos y obstaculizados, fueran los responsables del Consejo General del Poder Judicial? ¿O que al Fiscal General del Estado y las Fiscalías Anticorrupción, en lugar de elegirlas el Gobierno, lo hicieran los propios fiscales con criterios de prestigio, independencia y honradez?
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“Sería un grandísimo problema si superan el 25%, esto lo debemos tener todos muy presente”, advierte sobre estas nuevas candidaturas el presidente italiano Enricco Letta a los políticos profesionales. En España, sin embargo, PP y PSOE han respondido con la “política del avestruz”: meter la cabeza debajo del ala. Creen que manipulando las encuestas se confunde al electorado, pero laemergencia nacional y la catástrofe humanitariaes aquí de tal calibre (6 millones de parados, 2 millones de niños con hambre, 2 millones de exiliados laborales, 1 millón de ancianos estafados por los bancos…) que eso que la partitocracia llama despectivamente “populismos” (la mayoría mejor cualificados tecnológicamente y preparados académicamente que la vetusta “casta” política) no son sino la única esperanza a la que pueden agarrarse los millones y millones de ciudadanos desesperados.