La suspensión de la cuota de Estados Unidos, 80 millones de dólares al año _ el 22% del presupuesto total de la UNESCO _ puso al organismo al borde de una crisis financiera y le obligó a reducir o frenar iniciativas respaldadas por Estados Unidos como la educación sobre el Holocausto y la investigación de los maremotos en los últimos dos años.
La pérdida de ese derecho significa que Estados Unidos no puede participar en la toma de decisiones financieras de la organización, más conocida por su programa para proteger las culturas del mundo.
Algunos temen que una presencia debilitada de Estados Unidos fomentará el creciente sentimiento antiisraelí en la UNESCO, donde las críticas al estado judío encabezadas por los árabes por razones territoriales han sido un tema presente desde hace tiempo.
“No podremos tener el mismo peso”, dijo Phyllis Magrab, Comisionado Nacional de Estados Unidos para la UNESCO, con sede en Washington. “De hecho, no tendremos todos los medios a nuestro alcance. Nos hemos quedado sin lo más importante”.
El embajador israelí en la UNESCO, Nimrod Barkan, dijo que su país respaldó la decisión de Estados Unidos “de oponerse a la politización de la UNESCO, o cualquier organización internacional, con el acceso de un país no existente como Palestina”.
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