(CNN) — Los desastres naturales devastadores siempre son diferentes, pero las preguntas que generan suelen sonar familiares.
Los sobrevivientes del supertifón Haiyan, que arrasó con Filipinas el jueves, buscan frenéticamente a sus familiares perdidos, mientras los grupos internacionales de ayuda entran en acción.
Los oficiales dicen que la cifra de muertos puede ascender hasta 10,000. Mientras tanto, en el país fuertemente católico, muchas personas se preguntan: ¿cómo darle sentido a la muerte y destrucción tan sinsentido? ¿Dios estuvo en el propio torbellino, o estuvo presente solo en lo ocurrido después, mientras las personas se movilizaban para proporcionar comida, agua y refugio?
Puede que estas preguntas no sean nuevas, pero continuamos planteándolas, quizá porque la respuesta permanece tan elusiva.
La mayoría (58%) de los estadounidenses encuestados culpó al calentamiento global de los huracanes, terremotos y otras tormentas, en lugar de a una deidad enojada y castigadora (38%), según una encuestade 2011 del Instituto Público de Investigación Religiosa de Estados Unidos.
“Este tipo de preguntas sobre si Dios está en control (de todo) y que simultáneamente haya sufrimiento, son el tipo de cosas que mantienen despiertos a los seminaristas”, dijo el CEO del Instituto, Robert P. Jones, en 2011.
“Son cuestiones teológicas espinosas”, dijo Jones.
El Salmo 107 de la Biblia dice que “a Su orden (la de Dios) surgió un viento huracanado, que levantaba las olas (…) Él convierte los ríos en desierto y en tierra seca las vertientes de agua”.
Sin embargo, “en lo que se refiere a terremotos y huracanes, nuestras autoridades son geólogos y meteorólogos”, escribió en 2011 Stephen Prothero, un colaborador frecuente de CNN, tras el huracán Irene que azotó Estados Unidos. “La mayoría de nosotros interpreta estos eventos, no a través de los rumores del profeta bíblico Jeremías o de la poesía del libro del Apocalipsis, sino a través de las verdades científicas de la presión del aire y las placas tectónicas”.
Ateísmo
Para los ateos, las tormentas como Haiyan son prueba de que Dios no existe, dijo el autor y activista Sam Harris.
“O Dios no puede hacer nada para impedir catástrofes como esta, o no le importa, o no existe. Dios es: o impotente, o malvado o imaginario”, dijo Harris después del tsunami de Japón. “Elige sabiamente”.
Dios puede o no estar en las tormentas fulminantes, pero muchos líderes religiosos dicen que sienten una presencia divina en las repercusiones, a medida que las personas en todo el mundo se movilizan a ayudar.
Judaísmo
El rabino Harold Kushner es uno de los nombres más famosos en el ámbito de la teodicea, una rama de la teología que intenta explicar lo inexplicable: por qué un Dios permitiría que ocurrieran cosas malas.
Después del tsunami de Japón, Kushner llamó a la naturaleza “un destructor de las mismas oportunidades”, sin hacer distinciones entre pecadores y santos.
Pero Kushner, autor del libro best-seller, Whan Bad Things Happen to Good People, dijo que ve la mano de Dios en la resistencia de las personas cuyas vidas fueron destruidas y en la “bondad y generosidad” de los extraños que donan y oran por los sobrevivientes.
Sin embargo, eso todavía deja una pregunta difícil: ¿por qué los humanos sufren, a veces terriblemente?
Catolicismo
No hay una respuesta correcta, dice el reverendo James Martin, un sacerdote jesuita.
“Cada persona tiene que lidiar con eso”, dijo Martin. “No es como si se pudiera encontrar alguna respuesta mágica. Pero la idea de que Dios sufra junto con nosotros puede ser muy útil”.
Islam
Por otro lado, los musulmanes ven los retos tormentosas como pruebas de Dios, dijo el director nacional de la Oficina de Alianzas Interreligiosas y Comunitarias de la Sociedad Islámica de Norteamérica, Sayyid Syeed.
“Los musulmanes creen que Dios prueba a aquellos que ama, y estas tragedias también sirven como un recordatorio para el resto de nosotros para permanecer agradecidos con Dios por todas nuestras bendiciones y conscientes de que debemos apoyar a aquellos que lo necesiten”, dijo Syeed.
Budismo
El maestro budista vietnamita Thic Nhat Hanh, cuyo país natal está en la trayectoria de Haiyan, dijo que esas tormentas nos recuerdan que nuestras vidas no son permanentes y la importancia de atesorar cada momento.
“Esto es lo mejor que podemos hacer para aquellos que murieron: podemos vivir en una forma en la que sientan que pueden vivir dentro de nosotros, más conscientemente, más profundamente, más hermosamente, disfrutando cada minuto de vida disponible para nosotros, para ellos”, dijo Hanh.
Stephen Prothero, Jessica Ravitz y Eric Marrapodi contribuyeron con este reporte.