Un estudio realizado por la Universidad de Montreal ha indicado que absolutamente TODOS los hombres consumen pornografía.
¿Qué sentido tiene considerar algo tabú cuando todo el mundo rompe con su prohibición? Es el caso de la pornografía, que constituye una poderosa y multimillonaria industria gracias al consumo de millones de usuarios en el mundo entero que dedican dos o tres noches a la semana a saciar sus impulsos sexuales con ojos rojos y manos temblorosas frente a los monitores de sus PCs.
Hablar en tercera persona del plural me está sonando un tanto hipócrita, así que cambiaré el verbo a primera del plural. De hecho, tampoco tú seas hipócrita, colega de ratos pornógrafos, pues un reciente estudio realizado por la Universidad de Montreal que quería diferenciar los hábitos de los consumidores de porno con los no-consumidores, se topó con la cruda realidad de que TODOS, absolutamente todos, el porcentaje total, la masa gigantesca de homo sapiens sapiens masculinos del mundo entero, consumimos pornografía.
“Comenzamos nuestra investigación buscando hombres en sus veinte años que nunca hayan consumido pornografía -narra el porfesor Simon Louis Lajeunesse, director del estudio-, pero no pudimos encontrar ninguno”. La búsqueda quedó trunca al comprobar esta realidad (no tan reveladora, en cierto modo, pues al final de cuentas, ¿conoces a algún amigo que no consuma pornografía?).
Ante esta barrera, Lajeunesse trató de re-dirigir el estudio hacia los comportamientos de los pornógrafos, en definitiva la única clase de hombres que habemos.
Así, se observó que aquellos que están solteros dedican unos cuarenta minutos tres veces por semana a echarle una ojeada a Bangbros, Naughty America o algún otro sitio, mientras que los que están en relaciones de pareja, reducen la frecuencia a 20 minutos 1.7 veces por semana.
Además, el 90% del consumo proviene del porno digital, mientras que el restante 10% lo hace de videos en DVD o VHS y revistas pornográficas.
Uno se siente protegido de formar parte de una comunidad, más allá de que algunos de sus integrantes sean adolescentes frenéticos y frágiles, habitués de la masturbación ilimitada.