Activistas que lograron suspender la introducción de una berenjena genéticamente modificada en India temen que sus esfuerzos sean en vano, porque el mismo alimento transgénico se va a liberar en la vecina Bangladesh.
“India y Bangladesh comparten una frontera extensa y permeable, y es fácil ingresar con variedades transgénicas”, según Suman Sahai, directora de Gene Campaign, una organización con sede en Nueva Delhi que investiga y promueve la conservación de los recursos genéticos y el conocimiento autóctono.
Esta variedad de berenjena contiene un gen de una bacteria del suelo que la hace resistente a la plaga de la fruta y la polilla barrenadora y reduce la necesidad de fumigación con pesticidas.
La corporación estadounidense Monsanto es propietaria de la patente de esta planta comestible y comercializa sus semillas a través de Mahyco, su filial en India.
Aunque las autoridades de Bangladesh ordenaron un control estricto de los cultivos de esta variedad, hay peligro real de que las berenjenas indias se contaminen por la polinización cruzada, advirtió Sahai a IPS.
El Instituto de Investigación Agrícola de Bangladesh anunció el 31 de octubre que el cultivo de berenjena transgénica se llevaría a cabo con supervisión oficial. Los agricultores serán capacitados en medidas de bioseguridad y los productos serán claramente etiquetados en los mercados.
Sin embargo, las medidas son insuficientes para la Coalición por una India Sin Transgénicos, que exige al gobierno indio la garantía de que no se produzca una transferencia ilegal o accidental de semillas o de cultivos a través de la frontera común entre los países del sur de Asia.
“Exigimos la prohibición de la importación o transferencia de cultivos, frutos, semillas y alimentos de berenjena y especies, género o familias afines, que tengan la más remota posibilidad de contaminación directa o indirecta con la berenjena” transgénica, reclamó la Coalición en una carta abierta al Ministro de Ambiente y Bosques en octubre.
Según Chitra Devi, científica de la Oficina Nacional de Recursos Fitogenéticos de India, la estructura de la flor de la berenjena favorece un proceso rápido de polinización cruzada. “La contaminación con genes de la bacteria incorporados a la berenjena transgénica sería rápida e irreversible”, aseguró a IPS.
Tales preocupaciones pautaron la suspensión que India adoptó en 2010 para el cultivo de esta variedad, que en un principio estaba destinada a convertirse en la primera planta comestible genéticamente modificada del país.
Las posibilidades del cultivo de alimentos transgénicos en este país menguaron en julio cuando un comité técnico nombrado por la Corte Suprema de Justicia recomendó una suspensión de 10 años para las pruebas de campo de este tipo de plantaciones.
“Tras el examen de los expedientes de seguridad, es evidente que existen grandes lagunas en el sistema de regulación”, informó el comité al tribunal, que continúa recibiendo argumentos a favor y en contra de la suspensión recomendada.
El comité también recomendó prohibir la “liberación de cultivos transgénicos de variedades de las que India es un centro de origen o diversidad”, como el arroz, la berenjena y la mostaza.
En agosto de 2012, el comité parlamentario permanente de agricultura propuso la prohibición total de cultivos transgénicos alimenticios. Los gobiernos de los estados de Himachal Pradesh, Bihar, Bengala Occidental, Orissa, Madhya Pradesh, Karnataka, Andhra Pradesh y Kerala también se opusieron a este tipo de plantaciones.
Devinder Sharma, presidente del Foro por la Biotecnología y la Seguridad Alimentaria, un colectivo independiente con sede en Nueva Delhi, cree que no es casualidad que el Instituto de Investigación Agrícola de Bangladesh haya adoptado la berenjena transgénica de Mahyco, la filial india de Monsanto.
“Estrategias similares se utilizaron en América Latina para crear un hecho consumado al liberar en el ambiente, de manera ilegal, variedades genéticamente modificadas”, indicó Sharma a IPS.
“De hecho, esta fue la vía para imponer el algodón transgénico en India y superar la oposición de agricultores y activistas que intentaban proteger la biodiversidad”, agregó.
Los principales especialistas en seguridad alimentaria de Bangladesh también cuestionaron la prisa para liberar la berenjena transgénica.
Farida Ajtar, fundadora de Ubinig, una organización no gubernamental que gestiona uno de los mayores bancos comunitarios de semillas del mundo, cree que la investigación para obtener esta berenjena modificada “no se hizo por necesidad”.
En una entrevista por correo electrónico con IPS, Ajtar afirmó que “ni los agricultores ni los funcionarios tienen conocimiento suficiente de las medidas de bioseguridad necesarias ni de que pueden existir consecuencias para la salud y el ambiente”.
La amenaza no es solo para el subcontinente indio, sino también para Bangladesh, que posee más de 100 variedades originales de berenjena, ahora en riesgo de contaminación por polinización cruzada, sostuvo. “Solo Ubinig cuenta con una colección de 41 variedades diferentes”, informó.
“Los agricultores de subsistencia, que representan 84 por ciento de los hogares rurales del país, son los custodios de las variedades locales de berenjena que ahora van a soportar la contaminación biológica de la berenjena transgénica”, advirtió Ajtar.
“También es posible que las plagas comiencen a atacar de manera selectiva las variedades naturales y las liquiden”, advirtió.