El ametrallamiento de Hajj Hassan al-Hollo Laqqis, un comandante de alto rango de Hezbolá y cercano al Secretario General Hassan Nasrallah, ha subido las apuestas en la guerra clandestina que está en marcha entre Arabia Saudita e Irán, dos semanas después de que dos atacantes suicidas se inmolaran frente a la embajada iraní en Beirut.
El oficial de Hezbolá fue asesinado por cinco disparos en la cabeza y la garganta en el estacionamiento subterráneo de su casa en el barrio de Hadath al suroeste en Beirut, cuando volvía a casa del trabajo después de la medianoche de este martes 3 de diciembre. La declaración de Hezbolá, que dijo: “Israel es de forma automática el responsables del crimen”, describía a al Laqqis como un miembro de la élite del ala militar de la organización, que durante muchos años sirvió como su jefe de armas y tecnología.
Una foto publicada por la agencia estatal de noticias libanesa muestra al hombre de unos 40 años con ropa militar.
Fuentes antiterroristas de Debkafile afirman que parece obvio que el ataque contra al-Laqqis estaba programado para llevarse a cabo poco después de que el líder de Hezbolá saliera al aire durante una entrevista de televisión extraordinariamente arrogante, durante la cual llegó a tener un punto de burlona después de cada referencia a los EE.UU., Arabia Saudita o Israel. Él también apareció para glorificar el estado de gran potencia otorgado a la República Islámica (y a él mismo) por parte del gobierno de Obama después de la firma del acuerdo nuclear de Ginebra.
Nasrallah elogió ese acuerdo como una señal del “fin del monopolio de EE.UU. en el poder” y de la prevención de la guerra en la región. Dijo que Israel no podía bombardear las instalaciones nucleares de Irán sin la luz verde de los EE.UU.. Pero, dijo, Estados Unidos está cansado de la guerra. La guerra de Arabia Saudí contra Irán nunca se ha detenido. Acusó a “un grupo apoyado por Arabia” de estar detrás del atentado contra la embajada de Irán en Beirut.
El asesinato de una figura de alto nivel cercana a Nasrallah pretende ilustrar a los miembros de Hezbolá y al resto de la región de que el estallido de entusiasmo del líder de Hezbolá estaba hueco, que su propia elite de comandos más interior está profundamente penetrada, y que el que envió a los asesinos podría en cualquier momento sembrar el cáos y la violencia dentro de las filas de la organización pro-iraní.
También llevaba un mensaje más amplio para Teherán y el general al-Soleimani: Tu propio Hezbolá tiene gran influencia sobre el Líbano y su capital. Si no puedes mantener, ni siquiera, a los símbolos del poder iraní en el Líbano y a los comandantes de su proxy de seguridad, tampoco podrás garantizar la seguridad del presidente sirio Bashar Assad en Damasco.
Acusar a Israel del atentado y amenazar con venganza aparentemente tenía más sentido para Hezbolá que acusas a Riad, que está fuera de su alcance para castigarlo. Sus líderes estaban incluso dispuestos a permitir que la gente dedujera que la inteligencia israelí había penetrado en los primeros lugares de Hezbolá y en el centro de gobierno en Beirut con suficiente profundidad como para encargarse de sus comandantes.
Hay pocas dudas en Teherán o Beirut de que la mano de Riad estaba detrás del asesinato del comandante de Hezbolá, o de que las agencias de inteligencia saudíes e israelíes están de la mano trabajando en contra de Teherán en Irán, Siria y el Líbano.
Fuente: Debkafile