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Obama comienza una semana potencialmente, una de las más angustiosas para su presidencia. El Congreso que el 2 de diciembre regresa de sus vacaciones cortas, amenaza con hundir los acuerdos del 24 de noviembre de Ginebra del Sexteto sobre Irán.
Es más, Obama es criticado por moros y cristianos, por demócratas y republicanos. E incluso amenazan con aprobar, antes de Año Nuevo, un proyecto de ley sobre el recrudecimiento de las “sanciones nucleares” contra Teherán que, en los hechos, entierra los acuerdos de Ginebra. Y Obama puede, ante los ojos de sus aliados, perder los últimos residuos de su ya deteriorada reputación.
Altos funcionarios de su administración mantuvieron este fin de semana conversaciones con legisladores. Y el secretario de Estado, John Kerry, grabó un mensaje especial en video al Congreso, en el que explica detalles de los acuerdos de Ginebra. Todo senador y legislador recibió incluso una copia.
Jen Psaki, portavoz del Departamento de Estado manifestó que las nuevas sanciones contra Irán serán dañinas, y pueden tener un efecto inverso al esperado. Entre otras cosas, la diplomática recordó que, a la hora de firmar los acuerdos de Ginebra, Washington se había comprometido a “abstenerse de la aplicación de nuevas sanciones nucleares contra Irán”.
–El secretario de Estado se empeña en poner esto en conocimiento de sus ex colegas. Las razones son varias. Una de ellas es que, tales sanciones pueden sembrar la división en las filas del Sexteto. En estos países del grupo de cinco más uno, EEUU, Rusia, China, Gran Bretaña, Francia y Alemania podría crearse la impresión de que Washington es incapaz de cumplir su parte de los acuerdos y de dar a las conversaciones la posibilidad de terminarlas. Esto tendría un efecto inverso al esperado, y obligará a los iraníes a asumir una postura mucho más recia.
Las sanciones contra Irán surtieron gran efecto, el mismo que ahora tratamos de neutralizar, declaró el senador Lindsey Graham. La argumentación de Graham, un enemigo de los más recalcitrantes de la normalización de las relaciones con Irán constituye la esencia de las opiniones de todos los enemigos del cierre del “expediente iraní”:
–Esta transacción intermedia sobre las sanciones libera para Irán siete mil millones de dólares en efectivo. La transacción no concierne en absoluto el programa de enriquecimiento del uranio. Hace diez años, Irán contaba con doscientas centrifugas para enriquecimiento de uranio. Hoy en día, ellas suman dieciocho mil. Nosotros no hicimos nunca lo mismo para Corea del Norte. Ellos prometieron no poner en marcha el reactor que estaba a punto ya de ser creado. Cuando fueron atenuadas las sanciones contra Corea del Norte, los coreanos tomaron el dinero y abandonaron la transacción. Es lo mismo que nos inquieta ahora, la que las centrifugas restantes pueden fácilmente hace de Irán un país nuclear.
Aunque es perfectamente real y serio el peligro del “golpe iraní” del Congreso contra Obama, la contraofensiva iraní del Capitolio podría devenir también en una enorme pompa política de jabón.
Para estropear al presidente el triunfo de la política exterior iraní, cada cámara del Congreso tiene diez días. El 2 de diciembre regresa solo la Cámara de Representantes, que el 13 de diciembre sale para vacaciones de fin de año. El Senado reanuda sus labores el 9 de diciembre y el 20 se va de vacaciones navideñas. Hay que tener en cuenta que, aparte de Irán hay que aprobar una veintena de proyectos de ley suspendidos.
En las azarosas relaciones de la Cámara Blanca y del Congreso, en los últimos cuatro años se ha inclinado el equilibrio de fuerzas hacia uno u otro lado. Hacia fines de año, las simpatías del país distan de estar del lado de los legisladores. El actual congreso de su 113 legislatura ha entrado en los que podrían denominarse “días críticos”. Ha sido también definido del “más huero e incapaz”. Según el servicio estadístico del Congreso, los diputados han aprobado tan solo sesenta leyes. Ningún Congreso, en todos los años de posguerra había llegado tan bajo, a tal nivel de “impotencia legislativa”, como la definiera el The Washington Post.
Naturalmente que cae el nivel de popularidad de Obama, el que actualmente fluctúa entre el 39 y el 41 %. Pero, en comparación con el nivel del Congreso, el cuadragésimo cuarto presidente se baña en las aguas de la gloria. A fines de noviembre, el servicio Gallup registró una caída de la confianza en el Congreso hasta un vergonzoso 9 %. La historia de EEUU no registraba aún nada similar.
La mayoría de los norteamericanos, el 44 %, según guarismos del último sondeo de la agencia Reuter y del servicio sociológico Ipsos, respaldar los acuerdos pactados con Irán. En contra se pronuncia solo el 22 %. Es cierto que los norteamericanos toman a Irán con precaución, pero también es cierto que EEUU. no desea en absoluto una guerra más.
El grueso de la lucha contra Irán se trasladará a 2014. En principio, la administración de Obama puede diferir en medio año la introducción de las nuevas sanciones que pueda aprobar el Congreso. Pero, para anularlas necesita de todas maneras el visto bueno del Congreso. Y en esto, el problema principal consiste en lo que la Casa Blanca pueda ofrecer al Congreso a cambio de la abrogación de las sanciones iraníes. Y las opciones, no son muchas tampoco.
sb/kg
: http://spanish.ruvr.ru/2013_12_02/acuerdos-Iran-Obama-politica/