– Maestro, ¿cuándo miro en un espejo qué es lo que veo?. ¿Veo lo que es?.
– Lo que es nunca será visto en un espejo, pues tu eres el reflejo en el espejo de lo que es.
– Pero Maestro, cuando ante el espejo me pongo es a mi a quien veo. No veo otra cosa que mi imagen.
– En verdad te digo, aprendiz de la magia de la vida, que todo cuanto ves es un reflejo de lo que es. Y que cuando en el espejo te ves realmente no te ves, pues confundes lo que es con lo que parece ser.
– Pero Maestro siendo lo que soy, no puede ser mas que yo mismo lo que en el espejo veo.
– ¿Qué buscas en el espejo cuando en él te miras, aprendiz?.
– Me busco a mí mismo, querido Maestro.
– Pues para buscarte a ti mismo y encontrarte, has de comprender la siguiente verdad: De lo que es a lo que ves hay tanta distancia como de lo que eres a lo que crees ser.
– Pero si no soy yo quien está en el espejo… ¿entonces quién es el del espejo y quién soy yo?.
– Presta atención a lo que te voy a decir: Quien mira no es quien ve y quien ve sabe quién es y lo que es. Pero es el que cree saber el que se busca en el espejo.
Aquello que buscas no necesita encontrarse porque se tiene a si mismo. El que se busca es el que se ha perdido y cree verse a sí mismo en el espejo. Del mismo modo que jamás podrás tocar las estrellas en el estanque, aunque en él las veas, jamás te encontrarás a ti mismo mientras creas que te ves en el espejo.