Un nuevo descubrimiento realizado por científicos de la Universidad de Edimburgo en colaboración con la Universidad de Dundee podría ayudar a combatir la propagación de la enfermedad del sueño
Las observaciones en torno a cómo son capaces de comunicarse entre sí los parásitos que causan la enfermedad podrían ayudar a limitar la propagación de la infección.
Los hallazgos sugieren que se podrían diseñar nuevos medicamentos para interrumpir el flujo de mensajes enviados entre estos microorganismos infecciosos.
Llamada así porque altera los patrones de sueño, la enfermedad del sueño se transmite por la picadura de la mosca tsetsé, y más de 69 millones de personas en África están en riesgo de ser infectadas. Si no se trata, puede dañar el sistema nervioso, dando lugar a coma, insuficiencia orgánica y muerte.
Durante la infección, los parásitos —conocidos como tripanosomas africanos— se multiplican en el torrente sanguíneo y se comunican entre sí mediante la liberación de una pequeña molécula. Cuando los niveles de esta molécula se vuelven lo suficientemente altos, esto actúa como una señal para que los parásitos detenegan la reproducción y cambien a una forma quepuede ser recogida por las moscas picadoras y así propagarse a más huéspedes.
Un equipo dirigido por investigadores de la Universidad de Edimburgo pudo descubrir los componentes la clave del sistema de mensajes de los parásitos. Ellos utilizan una técnica conocida como silenciamiento de genes para identificar aquellos genes que se utilizan para responder a las señales de comunicación y los mecanismos implicados.
El profesor Keith Matthews, de la Universidad de la Escuela de Ciencias Biológicas de Edimburgo, quien dirigió la investigación, dijo: “Los parásitos son adeptos a comunicarse unos con otros para promover su supervivencia en nuestros cuerpos y asegurar su propagación, pero manipulando sus mensajes, es probable que surjan nuevas formas para combatir estas infecciones”.
La investigación, llevada a cabo en colaboración con la Universidad de Dundee, fue publicado en la revista Nature, y financiado por el Wellcome Trust.
Fuente: EurekAlert. Aportado por Eduardo J. Carletti