La competencia no parece ser el motor de la evolución de las especies, según una investigación de la Universidad de Oxford
Un nuevo estudio, que se publica este domingo en «Nature», muestra que las especies que viven juntas no están obligadas a evolucionar de manera diferente para evitar competir entre sí, desafiando una teoría que se ha mantenido desde «El origen de las especies» de Darwin.
Sus autores revelan que la competencia parece no ser el principal motor de diferenciación entre especies, sino que las especificidades parecen evolucionar cuando los animales conviven aisladamente.
Centrándose en los horneros (‘Furnarius‘), una de las familias de aves más diversa en el mundo, el equipo dirigido por la Universidad de Oxford, en Reino Unido, llevó a cabo el análisis más profundo realizado por el momento de los procesos que provocan las diferencias de evolución entre especies.
Estos expertos hallaron que aunque las especies de aves que se dan juntas fueron consistentemente más diferentes de las especies que viven separadas, esto fue simplemente un artificio para el momento en que se encuentran.
De hecho, una vez que se contabilizó la variación en la edad de las especies, las que coexisten en realidad son más similares que las especies que evolucionan por separado, frente a la visión de Darwin que sigue siendo ampliamente aplaudida hoy.
«La razón parece estar ligada a la forma en la que se originan nuevas especies en los animales, lo que casi siempre requiere de un periodo de separación geográfica. Mediante el uso de técnicas genéticas para establecer la edad de los linajes, encontramos que la mayoría de las especies de hornero sólo se encuentran con sus parientes más cercanos varios millones de años después de que se separaron de un ancestro común. Esto les da tiempo de sobra para desarrollar diferencias de evolución por separado», explica el doctor Joe Tobias, del Departamento de Zoología de Oxford.
El estudio comparó picos, patas y cantos de más del 90 por ciento de las especies de hornero. Para hacer frente al enorme reto de secuenciar los genes y tomar medidas, científicos de la Universidad de Oxford se unieron a colegas de la Universidad de Lund (Suecia) y las universidades estadounidenses de Louisiana y Tulane (Nueva Orleans) y el Museo Americano de Historia Natural (Nueva York).
Aunque las especies que viven juntas tienen picos y patas que no son más diferentes que los de las especies que viven separadas, el descubrimiento más sorprendente fue que sus canciones eran más similares. Esto desafía algunas ideas de hace mucho tiempo porque la idea estándar durante el último siglo ha sido que las especies de aves que conviven juntas tendrían que evolucionar hacia cánticos diferentes para evitar confusiones.
«Ser diferente o morir no parece explicar la evolución –sentencia el doctor Tobias–. Las especies hornero utilizan una amplia variedad de picos, desde largos y ganchudos a cortos y rectos, pero estas diferencias parecen evolucionar cuando viven en aislamiento, lo que sugiere que la competencia no es la principal fuerza impulsora que produce las diferencias entre especies, si no que parece tener el efecto contrario promoviendo la evolución de canciones similares».
Según este investigador, las razones son difíciles de explicar y requieren más estudios, pero pueden tener algo que ver con las ventajas de utilizar el mismo «lenguaje» en términos de señales agresivas o territoriales similares. Y pone como ejemplo a los individuos de dos especies estrechamente relacionadas con canciones similares que pueden beneficiarse, ya que son capaces de defender territorios y evitar contiendas territoriales nocivas no sólo contra rivales de su misma especie, sino contra otras especies que conviven en los mismos lugares y que compiten por recursos similares.
«La verdadera novedad de esta investigación es que tiene en cuenta la edad evolutiva de las especies», subraya Nathalie Seddon, del Departamento de Zoología y también autora del estudio de Oxford.
«Un primer vistazo a nuestros datos sugiere los mismos patrones que consideró Darwin. El panorama cambia cuando se explica el hecho de que las especies varían en edad y luego se comparan entre los linajes de la misma edad», matiza.
El equipo necesitó casi una década para compilar las secuencias genéticas y las mediciones de rasgos a partir de 350 linajes de hornero. Las grabaciones de las canciones fueron hechas en más de veinte países por numerosos ornitólogos tropicales y el material del museo se centró en los especímenes recogidos por cientos de personas, que se remontan al famoso naturalista británico Alfred Russell Wallace, en la década de 1860.
CIENCIA / PUBLICADO EN «NATURE»