Puedes creer, querida mía, que aún tengo en el banco dinero suficiente para vivir todo un año? Mientras, tú continúas dándome y dándome sin medida.
He vivido en absoluto éxtasis. Lo único que mi corazón no sabía era amar la vida. Durante veinte años he vivido sintiendo sólo un hambre intensa, una inmensa sed por algo que no conseguía identificar.
Pero las cosas han cambiado. Esté donde esté y cualquiera que sea mi trabajo, tengo presente la generosa ley que transforma nuestras acciones en flores y esas flores en Dios.
El hambre que me acompañó durante tantos años era la voluntad de vislumbrar lo que estaba más allá de mí. Lo intenté de diversas maneras y ahora he hallado el único camino seguro: a través de Dios.
El alma busca a Dios como el aire caliente busca las alturas o los ríos corren hacia el mar. Y tiene dos poderes: el deseo de buscar y la capacidad de luchar para lograrlo.
El alma nunca pierde su camino, del mismo modo que el agua no corre montaña arriba. Por eso toda las almas alcanzarán a Dios, no importa cuanto tiempo se demoren.
La sal no pierde sus propiedades ni cuando se ha mezclado con las aguas de todos los océanos.
El alma no pierde la horma de Dios: es eterna y algún día será saciada.
El alma jamás dejará de buscar a Dios. Cuando Lo encuentre, descubrirá que también Él la estaba buscando.
Kahlil Gibran
10 de Febrero de 1916