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Un sabio que una vez que estaba cerca de un río para tomar un baño se encontró que en las orillas había una familia cuyos miembros se estaban gritando con rabia unos a otros. Se volvió a sus discípulos, sonrió y les preguntó:
“¿Por qué las personas enojadas se gritan las unos a las otras? “
Los discípulos pensaron por un momento, y luego uno de ellos dijo:
“Gritamos porque perdemos la calma.”
-Pero, ¿por qué gritas cuando la otra persona está a tu lado? También podrías decirle lo que tienes que decir de una manera suave”, dijo el sabio.
Los discípulos dieron algunas otras respuestas pero ninguna de ellas satisfacía a los otros discípulos.
Finalmente el sabio explicó:
“Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar para poder escucharse entre sí. Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse entre ellos y así cubrir esa gran distancia.”
Y continuó diciendo:
“¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan sino que se hablan suavemente, porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es inexistente o muy pequeña …”
“Cuando se quieren aún más, ¿qué sucede? No hablan, sólo susurran y se vuelven aún más cerca el uno al otro en su amor. Finalmente no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo.
“Eso es lo cerca que dos personas cuando se aman el uno al otro”.
Miró a sus discípulos y dijo:
“Así que cuando ustedes discuten no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los alejan más entre sí, o de lo contrario, llegará un día en que la distancia se hará tan grande que no van a poder encontrar el camino de regreso”.
© Fanny Libertun