No tengo nombre,
Soy como la fresca brisa de los montes;
No tengo asilo,
Soy como las aguas sin abrigo;
No tengo santuarios cual los dioses misteriosos,
Ni estoy en la sombra de los templos solemnes;
No tengo sagradas escrituras,
Ni estoy sazonado en la tradición.
No estoy en el incienso
Que sube a los altares,
Ni en la pompa de las grandes ceremonias;
Tampoco estoy en la dorada imagen,
Ni en el sonoro canto de una voz melodiosa.
No estoy limitado por teorías,
Ni corrompido por creencias;
No soy esclavo de las religiones,
Ni de la pía asistencia
De sus sacerdotes;
No soy engañado por filosofías,
Ni el poder de sus sectas me da nombre.
No soy humilde ni conspicuo,
Ni apacible, ni violento;
Yo soy el Adorador y el Adorado,
Yo soy libre.
Mi canción es la canción del río
En su anhelo por los mares inmensos
Divagando, divagando.
¡Yo soy la Vida!
“Un canto a la vida”, de Jiddu Krishnamurti. 1932.