El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha desarrollado un sistema para detectar la caza furtiva mediante aviones no tripulados. El consumo de cuernos de los rinocerontes impulsa al furtivismo, una de las principales amenazas para estos animales.
Científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han desarrollado un sistema de vigilancia para la detección de la caza furtiva mediante aviones no tripulados. Otras imágenes 5 Fotos El sistema ha sido puesto en marcha por primera vez en la provincia sudafricana de KwaZulú Natal para proteger a los rinocerontes africanos, gravemente amenazados por el furtivismo. Las aeronaves, de menos de dos metros de envergadura y equipadas con cámaras de alta resolución y de espectro térmico, han permitido localizar intrusiones de personas y monitorizar las vallas por las que acceden los furtivos a las fincas privadas. Sudáfrica es el país que presenta el mayor índice de caza furtiva“Este trabajo demuestra que los aviones no tripulados pueden funcionar como una herramienta útil para la vigilancia de áreas sensibles, especialmente las de difícil acceso” explica Margarita Mulero‐Pázmány, de la Estación Biológica de Doñana del CSIC. Gracias al reducido tamaño de los drones, su despliegue puede ser inmediato. Tampoco molestan a la fauna al ser aparatos eléctricos y son de difícil detección para los cazadores furtivos. Por otra parte, los investigadores afirman que el coste económico es reducido y el manejo es sencillo. El rinoceronte, gravemente amenazado Sudáfrica, que cuenta con el 83% de la población mundial de rinocerontes, es el país que presenta el mayor índice de caza furtiva. Durante el año 2013, cerca de mil ejemplares fueron víctimas de los cazadores. “El consumo de sus cuernos como medicina tradicional, principalmente en los países asiáticos, es la causa principal de la caza furtiva” afirma Mulero‐Pázmány. El rinoceronte blanco (Ceratotherium simum) y el negro (Diceros bicornis) son las dos especies que viven en África y están clasificados por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como casi amenazado el primero, y en peligro crítico el segundo. Durante la década de los noventa, estas dos especies estuvieron al borde de la extinción. El trabajo de los drones, realizado durante agosto de 2012, saldrá publicado en el próximo número de la revista PLOS ONE y ha contado con la colaboración del Center for Wildlife Management de la Universidad de Pretoria y el Council for Scientific and Industrial Research de Sudáfrica. El estudio recoge propuestas para optimizar el manejo de las aeronaves.
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