Pitágoras (584 A.C- 495 A.C) nació en la isla de Samos, situada en el mar Egeo, donde su padre era un prominente mercader griego. Desde muy joven estudió bajo la dirección del famoso filósofo Tales de Mileto. A instancias de Tales, Pitágoras viaja por Egipto con el propósito de estudiar geometría con los sacerdotes eruditos de aquel país, cuyos conocimientos habían fascinado a Tales. Más tarde se trasladó a Crotona, pueblo del sur de Italia, donde empezó a enseñar filosofía y matemáticas. Pronto comenzó a reunir un grupo de discípulos que poco a poco se fueron transformando en un grupo sectario o semireligioso. La fascinación de Pitágoras por los números le llevó hasta la adoración de los mismos, y a otro tipo de prácticas esotéricas formando así lo que se vino a denominar Escuela pitagórica. Los miembros de esta fraternidad se comprometían, con un solemne juramento, a mantener en secreto las enseñanzas de la Escuela.
Creían en la tranmigración de almas, lo que significa que veían al ser humano como un cuerpo vacío en el que un alma penetraba para experimentar diversas sensaciones. El alma para ellos era lo más elevado del universo, y opinaban que iba ocupando todo tipo de cuerpos que lo pueblan, donde la forma más importante y elvevada del alma serían los astros. De este modo, por conclusión, el alma sería inmortal y su objetivo último las estrellas. La particularidad del alma sería su posibilidad de decisión para encarnarse en lo que desease, aunque por consecuencia una alma impura se encarnaría en un cuerpo impuro y al revés.
El mecanismo para la ayuda evolutiva del alma, dice Pitágoras que es la música y las matemáticas. De echo encontró la forma de relacionar las notas musicales con los números enteros. Parece haber seguido también alguna práctica como el vegetarismo, y diferente parecer sobre la existencia de los dioses mitológicos a los que se adoraba en su tiempo. Para él, Dios no piensa de manera humana ni tiene forma humana. Su cuerpo es una esfera y la divinidad se manifiesta en el movimiento circular del fuego de los astros.
Los pitagóricos
El número era fundamental para todas sus creencias. De echo imaginaban que el principio del universo se podía reducir a la interpretación de los números. Del mismo Pitágoras son las expresiónes: “Dios es, en efecto, número“, y “Los números rigen el universo“. Le atribuían a cada uno una característica: la justicia sería el número cuatro, la salud o buena fortuna el siete, el matrimonio el cinco, …
A los pitagóricos se les atribuyen dos de las mayores contribuciones de la historia de la matemática. Fueron los primeros en considerar los conceptos matemáticos como abstracciones, en utilizar las demostraciones deductivas de manera exhaustiva y sistemática, y los primeros en dar respuesta clara a lo que significa una demostración matemática. También se le conoce por el famoso teorema del triángulo rectángulo a pesar del anterior descubrimiento realizado por los babilonios.
Desgraciadamente las sospechas de brujería en Cotrona, hicieron expulsar a Pitágoras y sus discípulos de ella, además de incendiar sus instalaciones, con lo que se perdió una vailosa información para el futuro.