Se respira en el ambiente. Hay un deseo tácito y alevoso de aniquilación del juez José Castro, el aguafiestas en el caso Noos y reincidente en la imputación de una infanta de España, Doña Cristina de Borbón y Grecia.
Vaya asunto. Amenaza a la monarquía desde adentro como nunca antes se hizo desde afuera.
Por mucho empeño republicano durante décadas, la autolesión real no tiene parangón. Presuntamente, subrayan los medios, se ha malversado y blanqueado capitales mediante fraude o falsedad. Se hizo muy por encima de las posibilidades del consorte de la infanta, Iñaqui Urdangarin y de su socio, Diego Torres.
Como el trasiego de dinero salpica a la hija del Rey estuvo imputada una vez, desimputada por la Audiencia Provincial de Palma y vuelta a imputar con insistencia en las más de 200 páginas redactadas por el juez Castro, ahora acusado. Ha “urdido” una teoría conspiratoria, contra la infanta según el fiscal Pedro Horrach.
El ABC tacha de “desmesura” y “sintomática” la investigación sobre doña Cristina que “ha circulado por derroteros inusuales”. Y “La Razón” en un editorial se desahoga “Castro articula la imputación penal de Doña Cristina sobre dudas y conjeturas, lo que supone una aberración jurídica”. La gente del patio ve venir, no por iluminación divina sino por reincidencia en el método, la recusación del magistrado. Olfatean que se seguirá una ruta similar a la que apartó al juez Garzón y que amenaza ahora a Elpidio Silva, fuera ya del proceso contra el banquero e íntimo de Aznar, Miguel Blesa.
Tanta mano negra moviendo los hilos en España fuerzan de mala manera a las instituciones y quién sabe cuánto doblegan al brazo de la justicia.
http://www.diario-octubre.com/2014/01/17/y-ahora-contra-el-juez-castro/